Tavares deja en el aire 4.000 millones de inversión de Stellantis en España

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Remo Casilli | REUTERS

El ejecutivo se marcha sin asignar 500 millones vitales para la planta de Vigo

03 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En enero del 2014, cuando Carlos Tavares se puso al frente de Stellantis —entonces PSA Peugeot Citroën—, la fábrica de Vigo luchaba por un multilanzamiento (cuatros modelos de furgonetas), y sus 7.000 trabajadores acabaron rebajándose el sueldo un 5 % para conseguirlo. Una década larga después, y tras ajustes asfixiantes, Stellantis Vigo es capaz de fabricar coches a un coste cinco veces más bajo, pero la lucha por los lanzamientos es mayor. Por eso la renuncia de Tavares este domingo, forzado por el consejo de administración, llega en el peor momento para la planta gallega. Y es que el ejecutivo se va sin asignar de forma oficial la nueva gama de coches eléctricos comprometida, con una inversión de 500 millones de euros, que garantiza la capacidad instalada del grupo en Vigo a partir del 2028.

«Es difícil saber si entre las discrepancias con el consejo que forzaron su salida están los planes para España», afirman fuentes cercanas a la reunión del ex patrón con el presidente Sánchez hace cinco días. «Lo cierto es que los grandes proyectos que llevaban más de un año negociando, y cuya aprobación se daba por hecha en las próximas semanas, ya no dependen de él. Están ahora mismo en el aire», reconocen.

Se trata de la asignación de una nueva familia de coches eléctricos pequeños montados sobre una nueva plataforma y que se harían en las plantas de Vigo y de Zaragoza. Y de la construcción, junto con la china CATL, de la mayor gigafactoria de baterías en España, cerca de la planta zaragozana de Figueruelas. Ambos proyectos sumarían una inversión de 4.000 millones. A fuerza de ajustes, Tavares ya había conseguido que las plantas lograran la competitividad necesaria para acoger esos proyectos. Y, a fuerza de presión, también consiguió casi 360 millones de euros en ayudas del Estado captadas a través del PERTE para el vehículo eléctrico y conectado.

Fuentes de la automoción gallega consideran que, dado lo avanzado de los proyectos, en los que tanto Vigo como Zaragoza estarían ya trabajando, cabe suponer que seguirán adelante. «Pero hay que estar ahora muy atentos a Italia, que ha tenido mucho que ver con su salida. No es casualidad que haya renunciado justo después de la huelga general de Stellantis en ese país, para demandar trabajo para las factorías», aclaran desde el sector.

 Entre Trump y Meloni

Con Tavares fuera, el multimillonario John Elkann, presidente ejecutivo de Stellantis, es el nuevo patrón interino del grupo. El heredero Agnelli informó personalmente al presidente de la República, Sergio Mattarella, y a la primera ministra, Giorgia Meloni, de la salida de Tavares. Un hecho insólito, constatado por los medios italianos, para demostrar tanto la importancia de Stellantis como del sector del automóvil para el tejido industrial del país, con seis fábricas y 40.000 empleados.

El otro frente abierto por Tavares está en Estados Unidos, principal fuente de ingresos del grupo, y en donde el portugués ha firmado su peor gestión, a juicio de Stellantis. «Como buen estadounidense, John Elkann se encargará de recomponer el mercado perdido y ganarse la confianza de Trump», dicen los analistas.

Ante la incertidumbre que deja la dimisión de Tavares, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, considera necesario que Stellantis confirme que se garantiza la actividad y el empleo en la planta de Vigo, «con independencia de quién sea la cabeza visible del grupo». El secretario general del PSdG ha pedido al grupo «que manteña o compromiso firme coa factoría viguesa». «É imprescindible que Stellantis siga apostando por facer de Vigo un centro estratéxico de fabricación e innovación, garantindo a continuidade e o fortalecemento desta planta como referencia mundial», dijo. La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, no entró a valorar los cambios en el equipo de dirección de Stellantis, pero subrayó la preocupación de su partido porque Tavares «marcha sen deixar un plan de futuro para a factoría de Vigo, mentres que tras o seu recente encontro co presidente do Estado, si formulou plans de viabilidade».

Luca de Meo, en primera línea de sucesión

Hace unas semanas, cuando Stellantis confirmó a Carlos Tavares en el cargo de director ejecutivo hasta enero del 2026, el presidente del grupo, John Elkann, dijo que, a la hora de elegir un sucesor, mirarán «más hacia dentro que hacia fuera». ¿Quién tiene más posibilidades entre los aspirantes del grupo? Los analistas franceses especulan con que uno podría ser Jean-Philippe Imparato, ex director general de Alfa Romeo y actual director general de Pro One (la división de vehículos comerciales). Vinculado a Peugeot, cuenta con más de treinta años de experiencia en la gestión de marcas, divisiones y redes comerciales dentro de la compañía. Pero en una entrevista reciente, Imparato se retiró de la carrera.

Entre los candidatos internos que probablemente evaluará la directiva se encuentra el italiano Antonio Filosa, actual director general de la marca estadounidense Jeep, que acaba de ser nombrado responsable de Stellantis Norteamérica. Otros posibles sustitutos dentro del grupo son la estadounidense Christine Feuell, directora general de la marca Chrysler y desde junio pasado también de Ram, que tiene una sólida experiencia en gestión de marcas; además del francés Maxime Picat, exdirector de Peugeot y de compras de Stellantis.

Elkann y la junta directiva, más allá de las declaraciones, también evalúan perfiles externos, y analistas franceses e italianos coinciden en un nombre por el que también apuestan fuentes del sector y medios especializados europeos, al considerar a Luca de Meo, actual consejero delegado del Grupo Renault, como la persona más cualificada para reconducir el rumbo de Stellantis y liderar una posible fusión a tres bandas con Renault y BMW. El directivo italiano tiene una carrera con puestos de responsabilidad en gigantes como Toyota y Volkswagen, y creció en Fiat con Marchionne. Falta por saber qué opina Macron de todo esto: ¿El Estado francés, accionista tanto de Stellantis como de Renault, daría luz verde al traspaso de De Meo y a una hipotética fusión?