El declive de las mareas da aliento a la vieja izquierda en Galicia

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Luís Villares, Martiño Noriega, Jorge Suárez, Xosé Manuel Beiras y Xulio Ferreiro comparecen sonrientes en el acto de fin de campaña de las autonómicas del 2016
Luís Villares, Martiño Noriega, Jorge Suárez, Xosé Manuel Beiras y Xulio Ferreiro comparecen sonrientes en el acto de fin de campaña de las autonómicas del 2016 XOÁN A. SOLER

Mientras PSOE y BNG se rearman, las mareas retroceden en estimación de voto en los ayuntamientos donde gobiernan

10 feb 2019 . Actualizado a las 19:00 h.

En su último libro de memorias, Alfonso Guerra le dedicó un pequeño pasaje a Zapatero para diagnosticarle el síndrome de hybris, que no es otra cosa que la desmesura que puede sufrir un gobernante que, habiendo disfrutado del éxito momentáneo, se declara capaz de hacer y deshacer a su antojo o de llegar a donde se lo proponga. No merece la pena detenerse demasiado en relatar lo que el destino le deparó a Zapatero, sobre todo a partir del 2010, para entender que las cosas nunca son como empiezan, sino como se pueden torcer. Y más todavía en política.

Algo de esto le está ocurriendo a las candidaturas municipales creadas en el 2015 mediante la confluencia impulsada por Anova, Esquerda Unida y Podemos con las bendiciones de Xosé Manuel Beiras y Pablo Iglesias. En A Coruña, Santiago y Ferrol alcanzaron el éxito al conquistar las alcaldías, como parte de un movimiento más amplio que se hizo notar también en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia o Cádiz. Se empezó a construir el mito y protagonistas del nuevo cambio, como Xulio Ferreiro o Martiño Noriega, no dudaron en verse a sí mismos «á cabeza da primavera democrática de Europa», del mismo modo que la socialdemocracia europea combatía el desánimo gritando aquello de «¡Necesitamos un Zapatero!», antes de que la quiebra de Lehman Brothers aguara la fiesta.

Las cosas no son como empiezan, sino como se van torciendo. Buena parte del éxito inicial de las mareas se asentó sobre el profundo desgaste sufrido por un PSOE que salió noqueado de la gestión de la crisis y de un BNG desorientado, que salió de la asamblea del mercado ganadero de Amio como sale una res de la sala de despiece.

En el fragor de los primeros meses, las mareas prometieron «mudalo todo», predicaron la pasokización del PSOE y consideraban que el BNG ya no era un actor relevante para construir la unidad popular. PSOE y BNG pasaron de formar el último Gobierno progresista de la Xunta a ser la vieja izquierda.

Si algo refleja la encuesta de Sondaxe es la rapidez con la que se tuercen las cosas y el poco tiempo que se necesita para que lo nuevo huela a rancio. Las tres mareas que en el 2015 llegaron con aire fresco a las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Santiago retroceden en estimación de voto casi por igual -caen entre 5,4 y 6,4 puntos-, algo que probablemente no tiene una única explicación, aunque entre los factores a tener en cuenta están el déficit de gestión y la crisis orgánica de sus fuerzas motrices, Podemos y En Marea.

Las mareas locales solo mantienen o mejoran ligeramente su posición en ciudades que no gobiernan, como son Ourense y Pontevedra -en Vigo y Lugo también retroceden pese a estar en la oposición-, y eso supone un importante balón de oxígeno para la vieja izquierda.

Para el Bloque porque refuerza con una mayoría absoluta la alcaldía de Pontevedra y gana concejales en A Coruña, Lugo y Vigo, donde regresaría a la corporación municipal. Y para el PSdeG, porque experimenta un crecimiento generalizado en todas las ciudades, muy tímido en el caso de Ferrol, donde su estimación de voto solo avanza una décima en la encuesta de Sondaxe; moderado en Lugo, Pontevedra y Ourense, donde el incremento es de entre 1,5 y 3 puntos; muy apreciable en A Coruña y Santiago, con una recuperación de voto de cuatro y cinco puntos; y estratosférico en Vigo, donde Abel Caballero rompe de nuevo su techo al lograr más del 58 % de los apoyos.

La recomposición de fuerzas que se da en el campo de la izquierda tiene su equivalencia en la derecha, aunque de un modo más matizado. El Partido Popular retrocede en casi todas las ciudades, excepto Ferrol, donde Rey Varela puede recuperar la alcaldía. En algunas ligeramente, como A Coruña, con solo una décima menos, pero Pontevedra y Vigo son agujeros negros por los que el PP se desploma. Y no es Ciudadanos el único que capitaliza en su favor el desgaste de los populares, sino que en ciudades como Vigo, y sobre todo Santiago, ya tiene mejor predicamento Vox