El abogado de Rosario Porto compara el caso Asunta con el de Rocío Wanninkhof: «Ella es inocente. Hay alguien por ahí suelto que puede volver a cometer un delito»

Sara Pérez Peral
S. Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El abogado penalista José Luis Gutiérrez Aranguren, este martes en el Pazo de Mariñán
El abogado penalista José Luis Gutiérrez Aranguren, este martes en el Pazo de Mariñán ANGEL MANSO

Doce años después, José Luis Gutiérrez Aranguren recupera los cabos sueltos de la sentencia en un congreso gallego sobre criminología: «[Rosario] acabó muriendo por los rigores de un sistema que no la trató demasiado bien»

23 abr 2025 . Actualizado a las 12:20 h.

Cuando le propusieron a José Luis Gutiérrez Aranguren participar en las jornadas sobre criminalística en el medio rural que se celebraron estos días en el Pazo de Mariñán, en Bergondo, no sabía ni de qué iban ni por qué pensaban en él. Un ambiente muy diferente para el abogado penalista, acostumbrado a hablar en juzgados y tribunales y a relacionarse con jueces y letrados, y que tras 44 años en la abogacía y muchas horas invertidas en ella dice que ya empieza a pensar en ir dejando hueco.

Allí fue a hablar del caso Asunta, uno que asegura que no buscó y que le condicionó la vida: «Todavía sigo pagando las consecuencias de aquellas mal llamadas famas. Llegó un momento en el que iba por la calle confundido porque la gente que me acompañaba me decía: ‘'¿Qué hiciste para que miren para ti?''. Acabé escondiéndome». Responsabilizó de la trascendencia del caso a las filtraciones a los medios de comunicación, por los que dice que se enteró del crimen, antes de saber que sería el abogado de Rosario Porto. «La autoría del crimen se centró en ella desde el minuto menos uno. No hubo forma de torcerlo. Y ahí tengo que entonar el mea culpa, no fui capaz», afirmó.

Recordó cómo se contaban historias por «gente que no asistía a las sesiones, sin tener que ver con la realidad», o cómo incluso se anticipaban las decisiones judiciales antes de que se las trasladasen a ellos. Puso el ejemplo de cómo él y Belén Hospido, la abogada de Alfonso Basterra, se enteraron de que en una hora y media harían una segunda visita a la casa de Teo. Lo mismo ocurrió el día que se hizo la reconstrucción de los hechos desde Teo a la pista forestal, al garaje, a casa y a la comisaría, donde los padres denunciaron la desaparición de Asunta: «Antes de empezar el peregrinaje, las calles estaban tomadas. La gente se tiraba a los coches queriendo matar a los que iban dentro». Reconoció durante su intervención que no se imaginaba que algo así podría ocurrir en un lugar como Santiago. «El secreto es importante cuando se trata de un asunto que va a ser juzgado por un tribunal de jurado», afirmó.

Doce años lleva Aranguren manteniendo su postura sobre la inocencia de Rosario Porto, su defendida, «que acabó muriendo por los rigores de un sistema que no la trató demasiado bien». Confesó ayer que le recomendó que colaborase lo menos posible con la investigación mientras se mantuviese el secreto del sumario «porque trascendió algo que tenía trampa». Se decía que si era la víctima de la muerte de su hija, sería la primera en querer que se esclareciese: «Habló, no dijo nada comprometido, pero habló. Y a partir de ahí se creó una figura de numerosas contradicciones cuando abría la boca». 

 

El caso Wanninkhof

«Rosario Porto fue condenada sin pruebas. Es, era inocente. El caso sigue sin resolverse a día de hoy», afirmó su abogado, que lo comparó con lo que le ocurrió a Dolores Vázquez en el caso Wanninkhof, «quien sufrió las mismas condenas mediáticas y judiciales de las mismas cinco instancias». Es decir, del Tribunal del Jurado al Tribunal Superior de Justicia, el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Dolores estuvo más de quinientos días en la cárcel por un crimen que no cometió y que, según expuso Aranguren, la casualidad quiso que apareciese su inocencia cuando ya no se buscaba y cuando ya había una condena firme. En este caso se llegó a la conclusión de que era un error judicial. «Después de destrozarle la vida» salió en libertad, recordó.

Aranguren habló de «muchas cosas que fueron desmentidas por la realidad» en el caso Asunta. Como la cantidad de lorazepam que había en su cuerpo, sobre si la niña había ido o no a Teo (afirmó que varios testigos contaron que la vieron en Santiago, uno cambió de versión) o si el coche de Rosario había pasado por la pista forestal: «Limpió las arenas del camino para que no quedara nada en su coche y además torpemente dejó unas cuerdas al lado de la niña... Era abogada». También mencionó a los dos chicos que encontraron el cuerpo y al hombre del semen, «al que se le inventó una coartada». Rosario tenía al menos tres, afirmó, y sin embargo fue condenada.

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Caso Asunta. ¿Móvil sin esclarecer? fue el título de la intervención de Aranguren. «Se dijo que la había matado porque le estorbaba. Mi valoración de esa versión es de estúpida», enfatizó. Rosario Porto, contó, era una mujer recién divorciada y se había peleado por la custodia de la niña: «Si yo quiero volar libre, lo que hago es darle la custodia a su padre. O como decían que era milmillonaria, la mando a un internado y tengo la vida que quiero».

Hoy ya no hay ninguna duda en el caso Wanninkhof de que Dolores Vázquez no es la asesina. No ocurre lo mismo, terminó Aranguren, con el caso Asunta: «De toda la gente que estuvo involucrada en el tema, si algún día llega a aparecer el culpable, a lo mejor se le pregunta y esa persona podría decirnos por qué la mató. Yo sigo pensando que sin móvil no hay crimen y todavía está por esclarecer. Hay alguien por ahí suelto que puede volver a cometer un delito».