Carmen Vigo, de Ultramarinos Iglesias: «Parecía la guerra, agotamos todo, la gente venía buscando comida para los más pequeños»

GALICIA

Carmen Vigo, de Ultramarinos Iglesias
Carmen Vigo, de Ultramarinos Iglesias

Ante el cierre de algunos supermercados por el apagón, las tiendas de barrio agotaron existencias. «Hubo señoras que se dejaron 300 euros», dice Carmen

30 abr 2025 . Actualizado a las 10:45 h.

Una de las consecuencias del apagón total del lunes fue que algunos supermercados tuvieron que cerrar sus puertas justo a la hora en la que la mayoría de las personas van a la compra para hacer la comida. Al mediodía, los vecinos de la calle coruñesa Pérez Cepeda se encontraron con que el Eroski que les da habitualmente servicio se vio obligado a bajar la verja, por lo que enseguida tuvieron que recurrir a una de las tiendas de su barrio de toda la vida. La ausencia de electricidad no le afectó a Ultramarinos Iglesias (Rey Abdullah, 16), que sigue rigiéndose por el peso de las básculas de siempre, si bien cuenta con un servicio que atiende por teléfono para llevarles a casa a sus clientes todo lo que necesitan. El lunes no hizo falta, las colas daban la vuelta a la manzana porque la gente buscaba hacerse con algo rápido que llevarse a la boca sin necesidad de usar la cocina, dadas las circunstancias.

«Fue una locura, el fiambre se acabó en menos de una hora, el pan, el pan de molde y las empanadas se agotaron en 45 minutos. La gente se llevaba el agua grande por packs, y a las tres y pico de la tarde ya solo me quedaban las pequeñas», apunta Carmen Vigo, nieta de Emperatriz, Empera, la fundadora de esta emblemática tienda. «Fruta ya no tengo ninguna —decía a las cinco de la tarde—, porque la gente llegó agobiada buscando sobre todo comida para los niños pequeños. Porque si son muy pequeños no sabes qué darles de comer sin usar la electricidad».

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En Ultramarinos Iglesias ayer pesaron la comida en las básculas y volvieron a hacer las sumas de las cuentas en el papel, como hacía su abuela. «El TPV nos funcionó poco tiempo, así que la mayoría de la gente pagó con dinero físico, pero también como nos conocemos de toda la vida algunos clientes ya nos dijeron que nos pagarían en cuanto volviese la luz», aclara Carmen que, no ha visto nada igual en toda su vida.

«Parecía la guerra civil, hubo señoras que  nos pagaron compras de 300 euros; de pronto esto se llenó de gente y se nos agotó todo, fue un no parar, al mediodía ya no había casi nada», insiste Carmen. «También se nos acabaron las cervezas y las pilas grandes», afirma detrás del mostrador con los estantes de la tienda ya prácticamente vacíos.