El exilio de Miami estalla de alegría, pero no está satisfecho: «Falta uno»
INTERNACIONAL
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La emoción se mezcló con las expectativas que trae el presidente electo de EE.UU.
27 nov 2016 . Actualizado a las 09:07 h.Entre música, tambores y fuegos artificiales, miles de cubanos se echaron a las calles de la capital del exilio, Miami. La Pequeña Habana estalló de alegría tras conocer a medianoche la muerte de Fidel Castro. «¡Viva Cuba!», gritaban bañados en champán. «Salía de una fiesta y me voy a otra», decía feliz Eugenio, de camino al icónico restaurante Versailles, donde durante décadas se han reunido cientos de exiliados esperando este momento.
Allí, no faltaban los incrédulos: «¿Será verdad?», se preguntaban. «Lo anunció Raúl», le responden. «¡Es capaz de atreverse a resucitar!», replicaba con ironía un tercero. «¡Mira estoy en Versailles! ¡Se murió Fifo!», se escuchaba a una joven que mantenía una videoconferencia con familiares repartidos por el mundo. El régimen los separó y ahora celebran la marcha de su verdugo desde la distancia. «¡Felicidades!», se dicen los unos a los otros mientras cortan la famosa calle Ocho de Miami.
El alcalde, también
La de ayer fue una fiesta de reencuentros de viejos amigos, representantes de varias generaciones que ayer se deshacían en lágrimas de felicidad. Uno de ellos fue el propio alcalde de la ciudad, Tomás Regalado, quien llegó a EE.UU. con la operación Peter Pan a inicios de los 60. Era tan solo un niño cuando piso Florida y sus padres pasaron a engrosar las cifras de presos políticos en la isla. «Así como se celebró la muerte de Hitler, se está celebrando la muerte de Fidel», dijo Regalado sin tapujos. «Solo espero que entiendan que los cubanos tenemos derecho a celebrar esta muerte. Fue un dictador que hizo mucho daño al pueblo de Cuba», añadió.
En medio de gritos a favor de la libertad y de la democracia, algunos apuntaban al otro Castro: «Falta uno». «¡Raúl tirano, vete con tu hermano!», gritaba la multitud mientras bromeaba sobre que la muerte de Fidel se haya producido en el día más consumista del año: «¡La mejor oferta del black friday!». En medio de decenas de banderas cubanas, un vendedor anunciaba: «Hoy las tengo más baratas para celebrar la muerte del dictador». También tiene merchandising de la campaña de Donald Trump. De hecho, muchos de los congregados portaban sus camisetas a la espera de que el multimillonario dé la espalda al deshielo de Barack Obama y Raúl Castro.
Pero también hay en la calle Ocho quien duda de que Trump vaya a dar marcha atrás a muchas de las políticas de apertura, como que cerrar la embajada de EE.UU. en La Habana o prohibir los viajes de los exiliados a la isla para ver a sus familiares. Mientras sonaba de fondo la canción del salsero Willy Chirino: «Nuestro día ya viene llegando».
Presiones a Trump para frenar el deshielo
«EE.UU. no debe ser laxo con el Gobierno de Raúl», este fue el mensaje que varios congresistas trasladaron ayer a Donald Trump tras la muerte de Fidel Castro y a menos de dos meses de que tome las riendas del poder. «Hasta que los gulags estén cerrados, se celebren elecciones, los presos políticos sean liberados y la libertad sea restaurada, EE.UU. no puede poner fin legalmente al embargo contra el régimen», exigía la congresista por Florida Ileana Ros-Lehtinen, en un comunicado titulado «Un tirano ha muerto». Su mensaje ha sido apoyado por legisladores republicanos y también demócratas que esperan que Trump demande reformas políticas que aseguren los derechos humanos de todos los cubanos.
El multimillonario celebró la muerte de Castro a golpe de un madrugador y escueto tuit: «¡Fidel Castro ha muerto!». En un comunicado posterior, se extendía más y prometía que hará «todo lo posible para asegurar que el pueblo cubano pueda iniciar finalmente su camino hacia la prosperidad y libertad», tras describir a Fidel como un «brutal dictador» que deja «un legado de pelotones de fusilamiento, robo y pobreza». En campaña, criticó la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana, en un guiño al electorado cubano que nunca ha visto con buenos ojos el deshielo. «Revertiré las órdenes ejecutivas y concesiones a Cuba de Barack Obama, hasta que las libertades no sean restauradas», prometió en un mitin.
Obama destacó, por su parte, que será la historia la que «juzgue el impacto de la figura de Castro» y recordó lo «duro» que han trabajado para «dejar el pasado atrás».
Fidel Castro sobrevivió al mandato de once presidentes de EE.UU. y vio cómo Obama iniciaba el deshielo a finales del 2014 y suavizaba el embargo a pesar de la oposición del Congreso. En paralelo, republicanos como Newt Gingrich y el senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, han pedido a Obama que no envíe ningún representante al funeral de Castro. «El dictador ha muerto, pero la dictadura no», advertía Rubio. Se abre un período que estará marcado por el regreso de la línea dura contra el régimen castrista. Así lo indica por ejemplo, que Trump haya incluido en su equipo de transición a Mauricio Claver-Carone, un conocido crítico del deshielo de Obama.