Luis Moreno, investigador de obesidad infantil: «La dieta en Suecia se acerca más a la mediterránea que en España»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El doctor Luis Moreno es presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut).

El presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición recuerda que «los niños y adolescentes tienen que hacer una hora de actividad física todos los días de la semana»

07 oct 2022 . Actualizado a las 10:57 h.

El doctor Luis Moreno, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut), comenzó la carrera de medicina en el año 1976. Tenía una doble vocación. Por un lado, quería poner su granito de arena en la salud de la población, y por otro, aportar conocimiento científico en materia de investigación. Se interesó especialmente por el mundo de la pediatría, en el que la alimentación y nutrición son algo fundamental. En la actualidad es catedrático y coordinador del grupo de investigación Genud (Growh, Exercise, Nutrition and Development) de la Universidad de Zaragoza, así como jefe de grupo del Ciberobn en la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Aragón. Su principal línea de investigación se centra en la obesidad infantil, sobre la que tiene mucho que decir. 

—Somos lo que comemos ya desde pequeños, ¿no?

—Desde antes, desde el período fetal, la alimentación de la madre ya nos está influyendo. 

—Según el estudio Aladino, se estima que el 40,6 % de los niños de entre 6 y 9 años en España tienen sobrepeso u obesidad. Se lo sabrá hasta de memoria. ¿Cómo se puede explicar esta situación?

—Existen distintos datos, pero podemos decir que, por lo menos, el 25 % de la población infantil de esa edad tiene sobrepeso y obesidad. Es muy preocupante. Los estudios que hicimos en los años 80, tanto en Galicia con el profesor Tojo y la doctora Leis, y también en Aragón, mostraban unas cifras mucho menores. De alrededor del 5 % o 10 %. Ahora, se han incrementado, como poco, hasta el 25. Ese cambio se tuvo lugar a finales de los 80 o principios de los 90. Pienso que se produjo un cambio en el estilo de vida hacia una alimentación menos tradicional, y basada en productos más procesados, con una densidad de calorías elevadas. Por otro lado, también viramos hacia una vida más sedentaria. Antes se tenía mayor facilidad para jugar en la calle. En resumen, pienso que es una combinación de todo esto. 

—¿Estamos dejando de lado la dieta Mediterránea, o la Atlántica en Galicia? 

—Ambas, siendo tradicionales y teniendo cosas en común, serían el patrón ideal. Tal y como indica usted, la población en general, y en concreto, la infantil, no consume estas dietas. Hemos hecho algún estudio comparando distintos países europeos, y paradójicamente, donde menos se consume la dieta Mediterránea es en las islas de este mar. Tampoco en España. Sin embargo, en Suecia por ejemplo, el patrón de consumo de alimentos sí se acerca más hacia este estilo de vida que aquí.

—Y tanta paradoja. ¿Qué factores de riesgo se conocen para la obesidad o sobrepeso? El socioeconómico es muy importante. 

—Sin ninguna duda. De hecho, es un tema que hemos trabajado mucho. En general, las familias que tienen un nivel menor socioeconómico presentan una mayor frecuencia. Aparte, se identifican otros factores como por ejemplo la inmigración, o la estructura familiar. Es decir, A mayor vulnerabilidad social, mayor es la frecuencia de obesidad.

—¿Qué enfermedades observan en los niños de hoy en día que por edad no les corresponden?  

—La obesidad infantil se asocia a problemas en todos los órganos y sistemas del organismo. Unos aparecen antes, y otros después. Pero al final, lo más frecuente probablemente son los problemas psicosociales. Por ejemplo, una elevada proporción de los niños y adolescentes tienen baja autoestima, que de por sí es un problema. Si atendemos a la índole más física, son las afectaciones endocrinológicos y cardiovasculares las que afloran. Especialmente la hipertensión arterial, pues un porcentaje relativamente elevado de los niños con obesidad tienen hipertensión arterial. También encontramos los primeros pasos en el desarrollo de diabetes tipo II, la de adulto, que son la resistencia a la insulina y la intolerancia a la glucosa. 

—Antes mencionaba que somos lo que comemos incluso antes de nacer. ¿Si la madre mejora sus hábitos de vida en el embarazo beneficiará al niño?

—Sí, aunque es preciso explicarlo. Yo creo que debemos fomentar una alimentación variada y equilibrada para toda la población. Por supuesto, un grupo de población especialmente sensible son las mujeres en edad gestacional. De manera que si previo al embarazo tenían buenos hábitos, deben mantenerlo. Y si por el contrario, no era así, es un buen momento para que los profesionales de la salud insistamos en que los adopten. Especialmente, lo relacionado con la alimentación y actividad física.  

—Con la vuelta al colegio, y a la rutina, ¿qué alimentos son imprescindibles en la dieta infantil? 

—Los mismos que a lo largo de todo el año. La base de nuestra alimentación deben ser los vegetales, los cereales y derivados a ser posible poco refinados, las frutas y las verduras. En la población infantil, especialmente, tenemos que asegurar el consumo de productos lácteos, con al menos de dos a tres raciones al día. Por ejemplo, leche, queso y yogur. Después, tal y como ocurre en la dieta atlántica, el pescado tiene que estar presente de dos a tres veces a la semana. Eso es lo fundamental. 

—¿Cómo de importante resulta el desayuno? Son muchos los jóvenes, especialmente adolescentes, que van sin esta comida al colegio o instituto. 

—Por decirlo de alguna manera, pienso que el desayuno es una comida un poco más importante que las demás. Nos prepara para lo que va a acontecer el resto del día. Además, se ha visto que a nivel de comportamiento, cuando se tiene un buen hábito de desayuno, se tiene un buen hábito de consumo de alimentos a lo largo del día. Es cierto que el porcentaje de niños que no desayuna todavía no es muy alto, pero sí lo es entre adolescentes. De ahí, que sea importante mantenerlo desde la infancia. Aparte de todo esto, esta comida está muy unida al estilo de vida general. Si el joven se acuesta tarde, le costará levantarse. Si se despierta con muy poco tiempo y con sueño, es más probable que no desayune. De ahí que haya que fomentar que los niños y adolescentes tengan un ritmo de vida adecuado, entre ellos, del sueño. 

—¿La cena de los niños también ha de ser ligera y más temprana? Tal y como se suele recomendar para los adultos. 

—Sí, esto se puede aplicar a la población infantil. 

—¿Guarda relación con los ritmos circadianos?

—En realidad, no hay mucha investigación sobre los ritmos circadianos en población infantil. Aparte de los ritmos circadianos biológicos, que son importantes y se conocen cada vez mejor en la población adulta, también es muy relevante el ritmo de comportamiento.Los niños tienen unas necesidades de sueño que son fundamentales en su desarrollo  y su funcionamiento cotidiano. Eso implica que las cenas, y de manera general las comidas, no deberían ser tan tardías como a veces ocurre.Se ha visto que se asocian a problemas de salud, relacionados con la dieta o la obesidad. 

—Entiendo que la familia juega un papel importante en la adquisición de hábitos. 

—Sí, pero primero diría que no hay que culpabilizar a la familia, y mucho menos a los padres. Pienso que lo ideal sería que ellos considerasen que la alimentación es algo importante. De hecho, muchas veces lo hacen. También tendrían que buscar referentes que son los profesionales sanitarios a los que tengan acceso, ya sean pediatras, enfermeros o nutricionistas en los centros de salud, el cual es un objetivo que debemos conseguir. Y de esta forma, no dejarse llevar por informaciones que podemos encontrar en algunos los medios, o en internet, las cuales no están contrastadas científicamente.

—¿Cuánta actividad física deben hacer los niños?

—Los niños en edad escolar y adolescentes tienen que hacer una hora al día, todos los días a la semana, de actividad física moderada o intensa.

—¿Es suficiente con que vayan al parque?

—Sí. Consiste en dejarlos jugar libremente. Estar en un parque, en los columpios, en una pista de fútbol. Que jueguen con los amigos, como se hacía en las generaciones anteriores. 

—Por último, ¿hasta qué punto influye la genética en el sobrepeso u obesidad? No se puede culpar únicamente al sujeto. 

—Estoy de acuerdo totalmente. Por un lado, hay alrededor de un 5 % de los casos de obesidad que están determinados por la genética al 100 %. Después, podemos decir que el 60 %, aproximadamente, de lo que somos en cuanto a composición corporal está determinado por la genética. Así que esto es un bingo. Cuantos más números acumules, más posibilidades tienes de tener obesidad. Con esto quiero decir que, desarrollar con mayor o menor facilidad la obesidad va a depender mucho de la carga genética que se tenga. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.