De la pérdida de visión no tratada al colesterol alto: las 14 claves para reducir el riesgo de padecer demencia

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Aunque en su último informe de 2020 los expertos de The Lancet hablaban de 12 factores de riesgo, ahora la lista se ha incrementado con otros dos.
Aunque en su último informe de 2020 los expertos de The Lancet hablaban de 12 factores de riesgo, ahora la lista se ha incrementado con otros dos.

Se estima que, controlándolas todas, se podrían esquivar un 45 % de los diagnósticos

03 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez vivimos más y el riesgo de padecer demencia, aumenta con los años. A la par que nuestra esperanza de vida se incrementa, también lo hace el número de personas que convive con alguna patología neurodegenerativa de este tipo. La buena noticia es que se puede trabajar en mejorar posibles factores de riesgo para esquivar su diagnóstico. Así lo ha confirmado la Comisión Lancet en demencias, publicando en la revista del mismo nombre un informe en el que sugiere que casi la mitad de las demencias —concretamente, un 45 %— se podrían prevenir teniendo en cuenta 14 claves que están muy relacionadas con nuestro estilo de vida. 

«El factor de riesgo más potente para desarrollar demencia es la edad», confirma Celia Pérez, neuróloga especializada en demencias del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), a La Voz de la Salud. Y es evidente que sobre el peso de los años y nuestra genética, poco podemos hacer. Pero más allá de estas dos, hay otras variables que sí pueden ser modificables. De hecho, si en el 2020 la comisión de The Lancet hablaba de 12, con esta actualización del 2024 el abanico se amplía a 14 con dos incorporaciones: niveles de colesterol LDL altos y pérdida auditiva. Eliminar estos factores de riesgo podría reducir un 2 % y un 7% los casos de demencia respectivamente, afirma el estudio.

«Estos hallazgos brindan esperanza», confirman los autores. Con todo, también admiten que «el cambio es difícil y algunas asociaciones pueden ser solo parcialmente causales», pero que su nueva síntesis de evidencia «muestra cómo las personas pueden reducir su riesgo de demencia y analizamos cómo las intervenciones de políticas también podrían mejorar la prevención de la misma». Pero ¿cuáles son estos 14 factores de riesgo identificados?

1. Menor nivel educativo

Aquellas personas que tienen un mayor nivel educativo también un menor riesgo de padecer demencia y la estimulación cognitiva elevada se ha asociado con una mayor reserva cognitiva. En este sentido, los investigadores recalcan la importancia que todos los niños deben recibir educación y que esta, a largo plazo, resulta beneficiosa: «Hay evidencias que muestran que la actividad cognitiva en la mediana edad (entre los 18 y los 65 años) y en la vejez (a partir de los 65)  marca una diferencia incluso en las personas que recibieron poca educación».  

2. Pérdida auditiva 

A la hora de hablar de pérdida auditiva, se deben tener en cuenta algunos datos: se estima que el 20 % de la población la padece, el 62 % de ellos tienen más de 50 años y, muchas de esas personas, no cuentan con soluciones para su problema. En este sentido, la comisión recomienda disminuir la exposición a ruido nocivo, ya que algunas investigaciones han confirmado que por cada empeoramiento de 10 decibelios en la audición, se da un incremento del 16 % en el riesgo de demencia. Asimismo, subrayan que los audífonos sean accesibles, ya que algunos estudios han confirmado que su uso en este tipo de pacientes reduce el riesgo de demencia. 

3. Traumatismos craneales 

El traumatismo craneoencefálico, a cualquier edad y de cualquier origen, es un factor de riesgo para la demencia. «Nuevas y mejores evidencias sugieren que los deportes de contacto plantean un riesgo», indica la Comisión. Estas sugieren que la protección contra las lesiones en la cabeza, ya sea mediante el uso de equipos de protección adecuados, la reducción de las colisiones de alto impacto y la práctica de cabezazos en el entrenamiento deportivo, y evitar la práctica de deportes inmediatamente después de un traumatismo craneoencefálico, «debería de ser una prioridad de salud pública e individual». 

4. Fumar 

Fumar en edades avanzadas se asocia con un mayor riesgo de demencia, pero ahora, nuevas evidencias muestran que hacerlo en la mediana edad «parece ser un factor de riesgo más fuerte para la demencia que fumar en la vejez». La Comisión asegura que este hecho posiblemente se deba a las mejoras en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y los cánceres relacionados con el tabaquismo, lo que lleva a una mayor probabilidad de que los fumadores viven lo suficiente para desarrollar demencia. 

5. Depresión

La relación que existe entre la depresión y la demencia ya es bastante conocida por la comunidad científica, «pero todavía no está del todo esclarecida», confirma Pérez. «La depresión parece ser un factor de riesgo para desarrollar demencia. Multiplicaría hasta por cinco la probabilidad de padecerla en las personas mayores. Parece haber una causalidad, pero esta también podría ser a la inversa. Es decir, la depresión podría considerarse el primer síntoma de la enfermedad de Alzheimer o de otras demencias, al alterarse el funcionamiento de circuitos que regulan las emociones y el estado de ánimo», amplía.

Una explicación que coincide con la proporcionada por la comisión de The Lancet: «En los años previos a la presentación de demencia, la depresión puede ser un síntoma de evolución de la misma, una reacción al deterioro cognitivo o una causa de deterioro cognitivo». Por eso, la Comisión confirma que tratar la depresión de manera eficaz puede ser un factor protector de demencia.  

6. Hipertensión

Tener la presión arterial alta en la mediana edad aumenta el riesgo de demencia, si bien los expertos añaden que a medida que se acerca el momento de iniciar el cuadro clínico de esta dolencia, la presión arterial tiende a bajar. Por eso, la Comisión recomienda prevenir o reducir la hipertensión y mantener una presión arterial sistólica de 130 mm Hg o menos a partir de los 40 años. 

7. Altos niveles de colesterol «malo»

Los investigadores confiesan que en el momento en el que se llevaron a cabo las anteriores comisiones sobre demencia, la evidencia disponible sobre si una alta concentración de colesterol LDL (conocido como «el malo») podría considerarse un posible factor de riesgo de demencia, no era concluyente. Si bien desde entonces, las cosas han cambiado. 

Por ejemplo, un metaanálisis de tres estudios de cohorte en el que participaron más de un millón de personas del Reino Unido, que analizaron el colesterol LDL en adultos menores de 65 años seguidos durante más de doce meses, informó que cada aumento de 1 mmol/L en el colesterol LDL se asoció con un aumento del 8 % en la incidencia de demencia por todas las causas. 

Además, los autores aseguran que el exceso de colesterol en el cerebro se asocia con un mayor riesgo de ictus y el depósito de las proteínas tau y beta amiloide, que guardan mucha relación con el desarrollo de alzhéimer. Asimismo, apuntan al papel beneficioso que pueden tener las estatinas en reducir ese riesgo de demencia. 

8. Inactividad física 

La actividad física se relaciona con un menor riesgo de demencia por todas las causas y enfermedad de Alzhéimer. Así, el ejercicio a cualquier edad «parece ser útil para la cognición, posiblemente a través de cambios en el flujo sanguíneo y la función de derivados de la reducción de la hipertensión y aumento del óxido nítrico, que culminan en una mayor plasticidad cerebral y una menor neuroinflamación». Además, las personas que realizan ejercicio moderado a vigoroso de forma habitual cuentan con volúmenes cerebrales relativamente mayores que aquellos que hacen menos ejercicio o ninguno. 

9. Diabetes 

Aunque la diabetes tipo 2 ya se consideraba un factor de riesgo en la vejez para el desarrollo de demencia, esta nueva revisión apunta otra variable a tener en cuenta: la edad en la que esta se presenta. «Nuestras evidencias sugieren que la edad de aparición marca una diferencia, ya que cuando lo hace a la mediana edad, pero no necesariamente en la vejez, es cuando aumenta el riesgo de demencia», indican. 

Los investigadores expresan no conocer aún qué mecanismo hace que esto suceda, pero «las complicaciones microvasculares y macrovasculares a largo plazo están bien establecidas en la diabetes, y es probable que el mecanismo causal incorpore un un fuerte componente vascular, incluido el riesgo de accidente cerebrovascular». 

10. Obesidad y sobrepeso 

Padecer obesidad en la mediana edad es un factor de riesgo para la demencia. Cabe tener en cuenta que esta es más común en personas que hacen ejercicio con poca frecuencia y que está muy asociada con la diabetes y la hipertensión, que también causan enfermedades cardiovasculares; por lo que es posible que esta relación también esté mediada por otros factores de riesgo de demencia. «Además, el estigma en personas con IMC alto se asocia con mayores concentraciones de cortisol, inflamación y consecuencias negativas para la salud, lo que a su vez podía contribuir a la asociación con la demencia», señalan. Por todo esto, la Comisión aconseja mantener un peso saludable y tratar la obesidad lo antes posible, lo que también ayuda a prevenir la diabetes. 

11. Consumo excesivo de alcohol 

Se ha concluido que el consumo excesivo de alcohol se asocia con un mayor riesgo de demencia por todas las causas y una reducción del volumen de materia gris (responsable de muchas funciones cognitivas superiores) en los estudios de imagen. También la pérdida de conciencia inducida por el alcohol aumentó el riesgo de demencia en personas con un consumo moderado o intenso de esta sustancia. La buena noticia es que la reducción de su ingesta, ya sea de forma esporádica y excesiva (el bebedor de fin de semana) o de manera leve y sostenida (una copita de vino acompañando la comida), se asocia con un menor riesgo de demencia. 

12. Aislamiento social 

El riesgo de demencia es mayor en aquellas personas más aisladas socialmente. Se englobarían dentro de ellas aquellas personas que cumplen al menos dos de estos tres criterios: vivir solas, ver a familiares o amigos menos de una vez al mes y no participar en actividades grupales semanales. 

Las probabilidades de padecer demencia también se incrementan si la persona sufre soledad. Aunque esta está vinculada al aislamiento social, no son lo mismo, ya que el primer término hace referencia a los sentimientos de aquellas personas cuyo contacto social es inadecuado. Es decir, una persona puede no estar aislada socialmente y sentir soledad. 

Los autores explican que el contacto social es beneficioso porque desarrolla una reserva cognitiva, promueve comportamientos saludables, reduce el estrés y la inflamación. 

13. Contaminación del aire

La contaminación del aire por partículas en suspensión, PM 2,5 (partículas muy pequeñas en el aire que tiene un diámetro de 2.5 micrómetros) y PM 10, son factores de riesgo de sufrir demencia y deterioro cognitivo. Si bien existe heterogeneidad entre estudios a la hora de establecer la duración de esa exposición. Los autores aclaran que no se trata de un problema externo y que también se da en el interior de los hogares, pero confiesan que «se sabe poco sobre el riesgo en relación con los subtipos de demencia y si los componentes individuales de las partículas (por ejemplo, carbono negro, sulfatos, nitratos y amonio) son importantes». 

14. Pérdida de visión no tratada

Se estima que la prevalencia mundial de pérdida de visión y ceguera evitables, incluidos problemas visuales comunes para los que se prescribe el uso de gafas en adultos de 50 años o más, es del 12,6 %. Los autores confirman que cada vez hay más pruebas que respaldan la asociación entre la pérdida de visión no tratada y el riesgo de demencia, al igual que su posible modificación mediante el tratamiento.

Tara Spires-Jones, presidenta de la Asociación Británica de Neurociencia y jefa de Grupo del Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido en Edimburgo (Reino Unido) señala a Science Media Centre (SMC) que «este estudio de Livingston y sus compañeros es un excelente análisis actualizado de las investigaciones realizadas en todo el mundo sobre los factores de riesgo de desarrollar demencia». Y añade: «Este tipo de investigación no puede vincular de forma concluyente ninguno de estos factores directamente con la demencia, pero contribuye a la creciente evidencia de que un estilo de vida saludable puede aumentar la capacidad de recuperación del cerebro y prevenir la demencia». 

La experta subraya que «aunque este excelente estudio estima que hasta la mitad de los casos de demencia podrían prevenirse cambiando los factores de riesgo modificables, es importante que tengamos en cuenta que la otra mitad de las personas con demencia probablemente desarrollaron la enfermedad cerebral por razones inevitables relacionadas con factores que escapan a su control, como la genética». 

Por su parte, Inés Moreno, investigadora Ramón y Cajal en el departamento de Biología Celular de la Universidad de Málaga, expone a SMC que se recomienda realizar cambios en los hábitos de vida lo antes posible «para prevenir o incluso mejorar los síntomas clínicos del alzhéimer, ya que estas acciones también benefician la salud general». Sin embargo, amplías: «Es necesario tener en cuenta que la prevención y las intervenciones no solo deben realizarse por el propio individuo, sino que también deben ser apoyadas por políticas gubernamentales a nivel local e internacional, focalizadas en los grupos de alto riesgo».

Cinthya Martínez Lorenzo
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Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.