Nicole Vignola, neurocientífica: «Se piensa que la felicidad llegará cuando alcancemos ciertas cosas, pero ya está presente en el camino»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Nicole Vignola está especializada en acercar la neurociencia al gran público desde una perspectiva práctica y accesible.
Henrique Veldhoen

La experta explica que nuestro cerebro está programado para enfocarse en lo negativo porque forma parte de nuestra supervivencia

01 feb 2025 . Actualizado a las 17:38 h.

Liberarnos de la negatividad, cambiar la narrativa y potenciar lo positivo. Son las tres fases que propone Nicole Vignola para romper el bucle, transformar los pensamientos y crear cambios duraderos. Licenciada en Neurociencias por la Universidad de Bristol, tiene un máster en Psicología Organizacional de la Universidad del Oeste de Inglaterra. Su primer libro, Neurohábitos (Diana, 2025), acaba de llegar a España después de traducirse a más de 21 idiomas.

—En una de las primeras páginas del libro, comenta que la frase «yo soy así», no tiene fundamento. En términos neurocientíficos, ¿una persona nace y muere siendo igual o podemos cambiar a lo largo de la vida?

—Hemos visto que con la neuroplasticidad tenemos la capacidad de cambiar nuestro cerebro. En cualquier momento, hasta una edad muy avanzada. Durante mucho tiempo hemos pensado que hasta los 25 años o así podíamos cambiar el cerebro y que, a partir de ahí, por así decirlo, nos quedábamos fijos. Pero con una investigación más reciente, en los años 90, hemos identificado que podemos cambiar. Nuestro cerebro puede cambiar incluso a una edad más avanzada. La neuroplasticidad es posible e incluso puede actuar frente a la demencia.

—¿Entonces la neuroplasticidad no tiene fecha de caducidad?

—No necesariamente. Sí tenemos neurodegeneración. Es decir, nuestra capacidad de cambiar puede ir disminuyendo a medida que avanzamos. Podemos ejercitar esta generación de neuronas mediante el ejercicio físico y el cognitivo. Es decir, mediante el deporte, pero también con cosas como aprender nuevos hobbys a medida que vamos envejeciendo. 

—Cuando sentimos que las emociones nos desbordan, ¿es cierto que nuestro cerebro tampoco funciona al cien por cien, que también se ve desbordado?

—Nuestro cerebro siempre está al cien por cien, incluso cuando estamos durmiendo. Pero sí que implica que se están asignando más recursos a nuestro cerebro emocional. Por lo tanto, entramos en un modo de supervivencia, de lucha o huida. Tenemos que restablecer o deberíamos ser capaces de restablecer esa función más lógica para poder hacer frente a esa situación y poder contrarrestar esa parte del cerebro que, digamos, se ha sacrificado por esa presencia de las emociones. 

—¿Hasta qué punto el estrés es positivo?

—Necesitamos el estrés para cosas como el deporte o tener estas conversaciones. Necesitamos el estrés para salir a pasear al perro y hacer cosas divertidas porque es un neurotransmisor, una molécula que nos coloca en un estado de acción, de movimiento, por así decirlo. El problema se da cuando el estrés se vuelve crónico. Tienes una experiencia estresante, no te regulas y después le sucede otra experiencia estresante. Por ejemplo, tienes un mal día en el trabajo y al salir, hay mucho tráfico para llegar a casa. Si todo eso se va acumulando, el sistema nervioso central aumenta los niveles de cortisol y a lo largo del tiempo, si no nos regulamos de forma eficaz, esto puede afectar a nuestro cuerpo.

—¿Y cómo podemos regularnos en situaciones así?

—Una de las mejores formas es llevar a cabo el suspiro fisiológico: inspirar dos veces por la nariz, pausar brevemente y después exhalar por la boca, comunicándole a nuestro cerebro que ya ha desaparecido la amenaza en nuestro entorno. Esta práctica se remonta a la evolución del ser humano. Si nos teníamos que enfrentar de repente a un león, el cerebro en esa situación solo es capaz de huir o luchar con el león y, una vez que este ha desaparecido, podremos regularnos. El problema es que vivimos en una época en la que tenemos problemas laborales, económicos, matrimoniales, fiscales continuos, el cerebro vive en un estado crónico de estrés porque siempre percibe que está en un entorno estresante o peligroso.

Por eso, hay que ser capaces de regularse después de esa experiencia estresante. Después podemos hacer frente a otras situaciones estresantes, pero tenemos que volver a regularnos y de esta forma seremos más adaptables al estrés y, por lo tanto, nos convertiremos también en más resilientes. Este tipo de ejercicio nos ayuda a comunicar el cuerpo con el cerebro y decirnos que esa amenaza, por ejemplo, ese correo, ya ha desaparecido de la misma forma en que el león, en épocas anteriores, había desaparecido del entorno.

—De manera coloquial, hablamos del estrés y la ansiedad casi como si fuesen sinónimos. ¿Cómo podemos diferenciarlos?

—Una forma en la que podemos diferenciar entre estrés y ansiedad es, si una vez que has eliminado el problema, todavía está ahí esa sensación o sentimientos incómodos, eso quiere decir que es ansiedad. Muy a menudo, el estrés es un factor externo, mientras que la ansiedad lo es interno. La ansiedad, al fin y al cabo, es la forma en la que el cerebro se estructura o se programa de una forma incorrecta, comunicando que hay una amenaza cuando en realidad esta no existe. 

—Afirmas que nuestro cerebro está programado para enfocarse en lo negativo. ¿Qué sentido tiene?

—A lo largo de la evolución, hemos aprendido a prestar más atención a las cosas más negativas porque forma parte de nuestra supervivencia. Ahora ya no hay que preocuparse tanto por esta, pero en el mundo en el que vivimos, sí que tendemos a obcecarnos más con las cosas negativas y darle más peso a la información negativa. Eso genera un bucle en el que solamente nos centramos en lo negativo y se ve reforzado ese comportamiento o esa habilidad. Tenemos que aprender a reestructurar nuestra mentalidad, tener otra perspectiva más positiva. 

—Si ahora mismo empiezo a pensar que estoy teniendo un mal día, ¿mi cerebro busca pruebas de que es cierto, una especie de profecía autocumplida?

—Exacto. Si yo ahora mismo te dijera: busca todo lo que hay a tu alrededor que sea verde. Empiezas a buscar cosas verdes. Y de repente te digo: ¿cuántas cosas azules había en la sala? Me vas a decir que no lo sabes, porque solamente estabas buscando las verdes. Pues así funciona el cerebro. Si solamente buscas las cosas negativas en la vida, vas a perder la oportunidad de ver lo positivo. Haciendo lo contrario, buscando las cosas buenas, practicando la gratitud, empiezas a buscar otras cosas por las que debes estar agradecida. Ayuda a salir de ese ciclo de negatividad.

—¿Por qué debemos practicar la gratitud?

—Cuando empezamos a prestar atención a cosas positivas y la gratitud es una de ellas, al final somos capaces de ir identificando cada vez cosas más grandes que nos aportan esa sensación positiva y entrenar así esa capacidad.

—Puede haber gente que vea esta práctica como insignificante. 

—Pues es muy útil, porque nos saca de ese sesgo de negatividad en el que caemos tan fácilmente y reestructura la plasticidad del cerebro para poder ver las cosas de forma más positiva. Nos ayuda a liberar neurotransmisores positivos como la oxitocina o la serotonina, que se van perpetuando porque se van reforzando a sí mismas como un patrón. Si nos sentimos bien, la oxitocina también emite señales positivas y seguimos sintiéndonos cada vez mejor. Nos ayuda a mejorar esa visión panorámica de la vida y verla de una forma más positiva.

—¿Qué es la mentalidad de crecimiento?

—Tenemos una mentalidad de crecimiento y lo contrario, la mentalidad fija. La primera separa la identidad de la persona de los resultados, mientras que la fija hace lo contrario. ¿Qué significa? Que si tenemos un fracaso en la vida, una persona con una mentalidad fija va a pensar que ella o él es un fracaso, mientras que la persona con una mentalidad de crecimiento va a saber que eso ha sido un momento puntual, pero que no tiene nada que ver con él o ella como persona. Cambiar a esa mentalidad de crecimiento nos permite despegar nuestra valía, autoestima, o desvincularla de cosas externas que muchas veces no podemos controlar.

—¿La dopamina nos impide llegar a la felicidad?

—Normalmente la dopamina se libera ante la anticipación de una recompensa. Nos pone en modo de motivación para alcanzar algo. El problema es que si estamos trabajando en nuestros objetivos y siempre estamos esperando alcanzar la felicidad a cuando nos asciendan, cuando consigamos un coche o una casa, un trabajo o una relación, siempre vamos a estar persiguiendo esa felicidad. La gente cree que será feliz cuando llegue a eso. Y esa es la falacia de la llegada: se piensa que la felicidad llegará cuando alcancemos ciertas cosas, cuando esta ya está presente en el camino a estas.

—Entonces, cuando llegamos a ese punto X, la dopamina baja. 

—Exacto. Siempre que hemos anticipado el resultado o la recompensa, una vez que la alcanzamos, la dopamina cae. Lo único que tenemos que hacer es vivir un poco más el presente y estar agradecidos por haber alcanzado ese objetivo, en vez de estar siempre buscando algo más sin apreciar el momento actual y lo que hemos conseguido.

—Todo esto que hemos hablado, ¿también lo pueden poner en práctica personas neurodivergentes?

—Sí. Hay distintos factores involucrados, pero esencialmente, tanto el cerebro neurodivergente como el neurotípico tienen la capacidad de neuroplasticidad. La gente con TDAH o autismo puede presentar ciertas diferencias, como que pueden preferir adoptar intervenciones distintas que les funcionen mejor. Por ejemplo, una persona con TDAH a lo mejor no va a encontrar una recompensa en determinadas tareas, como cocinar, y por lo tanto tendrán que buscar otro tipo de recompensa. Cada persona necesitará algo diferente, pero sí, esencialmente, todos los cerebros son capaces de cambiar.

—¿Cuánto podemos tardar en instaurar un neurohábito?

—Todo depende de la persona. Se ha concluido que se necesitan entre 18 y 240 y pico días. Parece un período muy amplio, pero es que al fin y al cabo depende de la persona, de su situación y del tiempo que tiene. Puedes adoptar un nuevo hábito en un mes y te vas, por ejemplo, a un retiro y solamente te centras en eso, pero si tienes un trabajo a jornada completa y solamente te quedan 30 minutos al día para un nuevo hobby, te va a llevar más tiempo. Pero lo importante, lo clave para el cambio, es la perseverancia, la consistencia y la repetición. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.