El calzado respetuoso o barefoot, a análisis: ¿se recomienda para todo el mundo?

VIDA SALUDABLE

Se considera que es el más adecuado para los niños y, si se cumplen algunos aspectos, también en adultos
28 may 2025 . Actualizado a las 13:44 h.Cuando uno busca «calzado respetuoso» o «barefoot» en redes sociales, los resultados son miles de vídeos hablando sobre ellos y sus beneficios. Se le conoce como minimalista o de «piso cero» y busca imitar la sensación de andar descalzo. En los últimos años, este tipo de zapatos no paran de ganar popularidad. La gente los demanda y cada vez más tiendas también los ofertan. Pero ¿es simplemente una moda? ¿Qué características tienen y en qué se diferencian del convencional?
Las principales diferencias del calzado respetuoso
El calzado respetuoso es aquel que permite el libre movimiento del pie y de su función. «No solo respeta el espacio que requiere el pie, también permite que ejerza todos sus movimientos y funciones naturales», explica Neus Moya, diplomada en Podología y Enfermería. Así, «no interfiere para bien, que en niños pequeños hasta ahora la tendencia era favorecer o acelerar el proceso de aprendizaje de la marcha, ni perjudica, por supuesto».
Miguel Blanco, miembro del Colexio de Podólogos de Galicia, asegura que «la principal diferencia con respecto al calzado convencional es la puntera: es cuadrada o incluso tiene la forma de los dedos, para que estos se puedan mover libremente», apunta el especialista. En cuanto a la suela, «suele ser muy bajita y flexible, con muy poca amortiguación; es un calzado bastante ligero».
Unas características que, en opinión de Jesús Serrano, diplomado en Fisioterapia y conocido por su amplio conocimiento sobre los pies, resultan importantes por el tipo de calzado que a veces nos propone la moda, el cual puede acabar dañando nuestros pies: «Al final, se nos ha impuesto una puntera estrecha que provoca lesiones en el pie. Además, pueden tener una suela con el talón elevado o contrafuerte. Suelo decir que parecen escayolas con cordones». El experto se muestra bastante crítico con no utilizar un zapato con forma de pie (respetuoso) porque «primero, los dedos de los pies se desvían y después, que las suelas muy duras o acolchadas hacen que la musculatura del pie se atrofie, perdamos sensibilidad o que no trabaje bien».
Para quién se recomienda este tipo de calzado
No existen grandes contraindicaciones para este tipo de calzado, si bien se debe de tener en cuenta el tipo de pie, la actividad que realiza y la edad de la persona. «¿Para quién se recomienda? Sería como preguntar quién debe hacer ejercicio... Todo el mundo», opina Moya. Con todo, sí enumera particularidades: «El adulto tiene un bagaje previo que hay que tener en cuenta para no sufrir las contraindicaciones o consecuencias de un calzado barefoot. El problema es de dónde venimos: pies dormidos que no están ejercitados». La experta considera que «el cambio» hay que hacerlo con «prudencia y cautela, acompañado por un profesional».
Al tener una suela mucho más plana con poca amortiguación, algunas personas tienen molestias al utilizarlos por primera vez. «La mayoría de las lesiones que se dan son provocadas por la inexistencia de esa adaptación, que es imprescindible», concuerda Serrano.
Esa transición que tiene que hacer el adulto no es necesaria cuando se trata de pies que todavía están en desarrollo. «Están empezando a fortalecer la musculatura, necesitan estímulos y lo que queremos es que reciban la información del suelo sin suelas rígidas ni gruesas, que tengan estimulación a nivel neurológico. Que sufran un poco para que el músculo empiece a trabajar», explica Blanco. Además, añade que es ideal para aquellas personas que sufren juanetes o dedos en garra, «ya que los dedos se pueden mover libremente y no van comprimidos».
Con todo, se desaconseja el calzado respetuoso en aquellas personas con obesidad, «o que sufren enfermedades reumáticas que cursan con deformidad en un pie», alerta Moya. A lo que añade: «Hay patologías o casos concretos en los que no se recomienda su uso o, por lo menos, sin una actuación previa de un podólogo».
Cómo elegir un buen calzado respetuoso
No existe una marca concreta y cada fabricante puede añadir características adicionales, pero este tipo de calzado puede comprarse por internet y en tiendas físicas. De hecho, cada vez más marcas de calzado y textil incluyen una línea específica de productos de este tipo. Pero Moya, alerta: «No todo lo que se nos vende como calzado respetuoso lo es. Creo que está empezando una picaresca de poner barefoot en zapatos que no lo son. El problema es que no es fácil discernirlo cuando lo compramos online».
Ella recomienda, una vez en mano, ver si es flexible o cómo es la suela. «A veces parece plana, pero tiene drop —diferencia de altura entre el talón y el antepié en una plantilla— en su interior. En ese caso, ya no es un zapato respetuoso». No obstante, existen marcas, casas o firmas que solo fabrican este tipo de zapatos. «Y ahí podemos comprar sin miedo», dice la podóloga.
Precauciones a la hora de comprar zapatos
El problema recae en que, más allá del barefoot, no siempre compramos el calzado adecuado. «Las modas influyen y perjudican un montón porque muchas no respetan el pie», remarca Blanco.
Aunque muchas personas se han acostumbrado a que el dedo gordo del pie se encuentre torcido, los expertos recalcan que esta no es la forma natural del pie. «Los zapatos convencionales nos lo tuercen cuando acaban en punta y cuando esto sucede, la marcha es más inestable», sostiene Moya. Apunta a circunstancias morfológicas y genéticas, pero también a una causa patomecánica: «Un mal funcionamiento del pie que casi siempre conlleva la aparición de juanetes. Está claro que no nacemos con ellos y que existe cierta predisposición, pero hay que evitarlo al máximo».
Con lo cual, se debe buscar una puntera que sea lo más recta posible para dar más estabilidad a la marcha. «Lo ideal sería que tenga una forma que respete que los dedos puedan moverse libremente y no vayan comprimidos», recomienda Blanco. En cuanto a la suela, esta debe de «tener algo de altura atrás, un centímetro o dos, para no ir todo planos; que tenga cierta amortiguación para no estar en contacto con el suelo». Otro aspecto importante es la sujeción. «Tanto en el talón, por los bordes, como la parte de dentro y de fuera para que no se caiga el pie. Contar con algunos refuerzos», sostiene el miembro del Colexio Oficial de Podólogos de Galicia.
En esta época del año en la que se empieza a utilizar calzado más plano y descalzo, Blanco alerta: «Hay que tener precaución, sobre todo, si el pie no va agarrado por detrás». En este caso, aconseja sandalias con forma de arco, «que son más altas atrás que adelante y que cuentan con dos tiras en el empeine y otra por detrás». El experto señala que son buena opción porque siguen respetando el pie: «Y más si tienen la puntera un poco elevada hacia arriba para favorecer el avance».