Magdalena Perelló, cardióloga: «Un mito muy extendido es pensar que el colesterol solo depende de lo que comemos»

VIDA SALUDABLE

La experta remarca que «el corazón no enferma de un día para otro, sino tras años de "descuidos" acumulados»
01 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El corazón es el lugar de donde sale nuestra fuerza, el centro de nuestra salud y el indicador más claro de una vida sana. Así lo defiende Magdalena Perelló, cardióloga y divulgadora. Ha participado como investigadora asociada en varios estudios clínicos y ha sido ponente en cursos de actualización cardiológica para médicos de atención primaria y residentes. Acaba de publicar Corazón sano (Vergara, 2025), una guía para entender cómo funciona nuestro corazón, qué lo enferma y, sobre todo, cómo protegerlo.
—¿Son evitables las enfermedades cardiovasculares?
—En gran parte sí. Hasta un 80% de los infartos e ictus se podrían prevenir con hábitos saludables: dejar de fumar, moverse más, controlar la presión arterial, el colesterol y la diabetes. También la genética, nuestro legado familiar, influye, pero el estilo de vida decide si esos genes se activan o no. El corazón no enferma de un día para otro, sino tras años de 'descuidos' acumulados.
—¿Cómo es el proceso por el que se acaba desarrollando un infarto o un ictus?
—El proceso suele durar años y pasa desapercibido: pequeñas lesiones en la pared de las arterias inician una inflamación silenciosa. El colesterol LDL alto, el tabaco, la hipertensión y el azúcar elevado dañan el endotelio (es decir, el revestimiento interno de nuestras arterias). Se forma una placa de ateroma, formada por grasa y detritus inflamatorios, que va agrandándose con el tiempo y si se rompe, desencadena un coágulo que tapa la arteria. Ahí ocurre el infarto o el ictus. Es un proceso silencioso, pero la mayoría son prevenibles.
—¿Cuáles son los principales factores de riesgo cardiovascular?
—Los clásicos son la hipertensión, tener colesterol elevado, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo y el sedentarismo. Además, la edad, los antecedentes familiares y el sexo, concretamente ser hombre, también influyen. Pero hoy sabemos que otros factores como el estrés crónico, la contaminación ambiental, una microbiota alterada, la inflamación crónica o la homocisteína elevada también juegan un papel clave. Por eso la prevención debe ser integral.
—¿Por qué la hipertensión arterial se puede considerar un «asesino silencioso»?
—Porque no duele y muchas veces pasa desapercibida hasta que da un susto grave. Puede dañar órganos vitales como el corazón, el cerebro y los riñones durante años, sin síntomas claros. Muchas personas creen que si no tienen dolor de cabeza o mareos no tienen tensión alta, pero la mayoría de hipertensos no sienten nada. Solo cuando aparece un infarto, un ictus, un fallo renal o una pérdida de visión o hemorragia ocular la detectamos. Por eso es vital tomarse la tensión de forma regular, incluso en personas jóvenes y aparentemente sanas, ya que es la forma más sencilla de prevenir sustos.
—Comentas en el libro que la hipertensión es cada vez más frecuente entre personas jóvenes y adolescentes, ¿por qué?
—Cada vez vemos más obesidad infantil, sedentarismo y consumo excesivo de sal, ultraprocesados y bebidas azucaradas. Además, los adolescentes duermen menos y viven con más estrés. Todo esto dispara la presión arterial a edades cada vez más tempranas. Prevenir la hipertensión empieza en casa, con hábitos familiares que favorezcan una vida activa y una dieta basada en alimentos frescos y naturales.
—¿Qué mitos crees que existen sobre el colesterol?
—Uno muy extendido es pensar que el colesterol solo depende de lo que comemos. En realidad, nuestro hígado fabrica la mayor parte del colesterol. Y también la genética tiene un papel relevante. Otro mito es pensar que todas las grasas son iguales, cuando en realidad hay varios tipos y las de peor calidad son las trans, esas que se encuentran en ultraprocesados y bollería industrial, y que son las que deberíamos evitar. Además, en algunos países están prohibidas, ya que se relacionan hasta con un 30% de la enfermedad cardiovascular.
—¿Qué papel juega el consumo de huevos cuando hablamos de colesterol?
—Es otro mito muy extendido: demonizar alimentos como el huevo, cuando lo importante es el tipo de grasas, la matriz del alimento y la inflamación que favorece la oxidación del colesterol LDL. Además, no todo el colesterol es «malo». El HDL nos protege de las enfermedades cardiovasculares. También se cree que si tenemos colesterol alto y nos sentimos bien, no pasa nada: gran error, porque el daño es silencioso.
—Se calcula que más de la mitad de las personas que padecen diabetes no lo saben. ¿Cómo se explica?
—Porque la diabetes tipo 2 se desarrolla de forma silenciosa, puede estar presente durante años antes de diagnosticarse. Al principio no duele ni avisa, pero poco a poco daña vasos sanguíneos, nervios y órganos clave. Muchos descubren que la tienen cuando aparecen complicaciones como infartos, pérdida de visión o problemas renales. Por eso es vital hacerse chequeos periódicos y análisis, sobre todo si hay factores de riesgo o antecedentes familiares.
—¿Qué consejo daría a una persona totalmente sedentaria?
—Que empiece poco a poco, sin agobiarse. Caminar 30 minutos al día ya reduce el riesgo cardiovascular. Moverse es el fármaco más barato y efectivo: mejora la presión arterial, el azúcar, el colesterol, controla el peso y reduce el estrés. No hace falta ser atleta, sino crear el hábito. Lo difícil no es empezar, sino no parar.
—¿Cómo de grave es padecer estrés crónico? ¿Le damos la importancia que merece?
—El estrés crónico es como un «veneno» lento: mantiene activa la respuesta de alerta, eleva la presión arterial y la inflamación, y favorece arritmias o infartos. Muchas veces lo normalizamos porque vivimos acelerados, pero no deberíamos. Gestionar el estrés, descansando mejor, poniendo límites y desconectando, es un pilar tan importante como comer sano o dejar de fumar.
—¿Cuáles son las claves de una dieta cardioprotectora?
—Basarse en alimentos frescos y poco procesados: frutas, verduras y hortalizas, legumbres, pescado azul, aceite de oliva virgen extra y frutos secos. Limitar azúcar, grasas trans y productos ultraprocesados. Beber suficiente agua y evitar el alcohol. Más que prohibir, se trata de priorizar alimentos que sumen y nutran el corazón. No hay superalimentos milagrosos, lo que protege el corazón es la coherencia diaria.
—¿Qué le diría a esos pacientes que ya padecen una enfermedad cardiovascular?
—Que nunca es tarde para cambiar hábitos y mejorarlos. Incluso con una enfermedad ya diagnosticada, podemos frenar el daño y mejorar la calidad y la esperanzza de vida. Alimentarse bien, moverse más, tomar la medicación pautada, rodearse de familiares y sanitarios que te apoyen, controlar los factores de riesgo y reducir el estrés son armas poderosas que marcan la diferencia. Se trata de cuidar el corazón día a día, y todos los días. Al final, cuidarlo es una decisión diaria, que depende más de nuestros hábitos que de nuestra suerte.