Claudia Calvelo: «Yo siempre quise jugar en el Ensino, quería ser como
Cata Pollini»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO

Claudia Calvelo trabaja como enfermera tras haber realizado esos estudios durante su etapa como jugadora de baloncesto
Claudia Calvelo trabaja como enfermera tras haber realizado esos estudios durante su etapa como jugadora de baloncesto CEDIDA

Llegar al club fue una aspiración de juventud que le dejó grandes recuerdos

26 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Claudia Calvelo no nació ni vive en Lugo ciudad. Sin embargo, su vínculo lucense surgió pronto y creció con gran determinación hasta hacerse realidad. Sus inicios en el baloncesto tienen una explicación familiar que no solo reconoce sino que muestra con sincero entusiasmo: su padre, José Manuel Calvelo, fue un baloncestista que pasó por equipos como el Obradoiro el Gijón y el Girona.

La hija siguió sus pasos y pronto tuvo claro cuáles eran sus prioridades, como recuerda ahora: «Siempre quise jugar en el Ensino, quería ser como Cata Pollini». La determinación se hizo evidente siendo una adolescente: «A los diecisiete años me dije ‘me voy a Lugo’». Consiguió sus propósito, aunque Lugo no fue su destino definitivo sino una parada —que, eso sí, recuerda con gran cariño— en una trayectoria que la llevó incluso fuera de España.

—¿Cuánto influyó su padre en el hecho de que usted decidiese ser jugadora de baloncesto?

—Todo, absolutamente todo. Yo era un yogurín e iba ya por las gradas pidiendo autógrafos a los jugadores. Cuando empecé a crecer, mi padre era entrenador del Valle Inclán. Eso me hacía más ilusión incluso que jugar con él, porque era mi ejemplo.

—¿Tener como entrenador a su padre le causó problemas o le supuso una ventaja?

—Para mí fue una ventaja, lo pasé bien. Mi padre era la persona más exigente que te puedas imaginar. Verlo a veces era para pensar ‘estoy fallando’.

—Usted fue una trotamundos del baloncesto, jugando en muchos sitios que además no siempre estaban cerca unos de otros. ¿No se cansó?

—No. No se dio la situación de jugar siempre en Galicia y tuve que buscarme la vida fuera. Me fui a Gijón, y aunque me siento muy gallega, la experiencia fue muy gratificante. Dejé el equipo a mitad de temporada, me vine al Ensino... Esa temporada fue de agradecimiento al Gijón y al Ensino.

—Cuando usted jugaba, el baloncesto y el deporte femenino en general tenían menos visibilidad que ahora. ¿No le da un poco de rabia no haber disfrutado de esa situación?

—Mis partidos con la selección no se televisaban. La víspera del partido contra Rusia que era la final del europeo sub-20, nos dijeron que lo iban a dar por Teledeporte; al final dieron uno de fútbol. La sensación que me quedó en el cuerpo fue ‘el baloncesto femenino no interesa a nadie o no conseguimos visibilidad’. Nada me emociona más que ver [el pabellón de] A Malata lleno. [El Baxi Ferrol jugó esta temporada la final de la Eurocopa, que perdió contra un equipo francés, el Villeneuve d´Ascq]. Tampoco entiendo por qué la afición de Lugo es tan dura con el deporte femenino. Es un tema cultural que, espero, poco a poco irá cambiando.

—El nivel del baloncesto femenino en Lugo es de lo más interesante. El Ensino está en la élite, y el Xuncas ya consiguió esa situación en los años ochenta. ¿Cuál cree que es la razón?

—Detrás hay gente que hace un gran trabajo. Ahí tenemos a [Manuel] Durán, [presidente del club], que consigue que el baloncesto [femenino] tenga un hueco en la ciudad.

—¿Le costó salir de casa para irse a jugar fuera?

—No me costó porque el núcleo familiar no se alejó de mí; siempre intenté aprovechar los fines de semana libres para hacer reuniones. Hoy tengo cerca a mi grupo de amistades, y me sentí arropada por ellos hasta cuando jugaba en Alemania. Yo tenía claro que quería estudiar Enfermería, porque la vida del deportista es corta y quería tener un plan B. Gracias al Ensino lo conseguí.

—¿Si tuviese hijos, le gustaría que también se dedicasen al baloncesto?

—Sí. Lo importante es que estén a gusto con lo que hacen. Si algún día tengo [hijos], ojalá les haga la misma ilusión que a mí. Quién sabe...

—¿Volvería a hacer la vida que hizo como deportista?

—¡Hombre...! Por supuesto. Aún no me creo del todo que me haya retirado. Me retiré sin hacer mucho ruido, porque pensaba ‘no sé, ya veremos...’. El baloncesto ha sido mi ilusión.

—En el deporte femenino no se gana dinero como en el masculino. ¿Qué queda cuando llega la retirada?

—Quedan los buenos ejemplos, las compañías. Te encariñas con gente que practica este deporte porque lo ama.

Inicio. Claudia Calvelo nació en Gijón en 1992. El Valle Inclán, de Perillo (Oleiros), fue su primer equipo. Luego jugó en el María Pita, de A Coruña.

Evolución. El CD Ensino (en dos etapas), el Burgos, el Wassenburg (Alemania), el Rivas Vaciamadrid, el Promete (Logroño), el Gijón, el Granada, el Estepona y el Barcelona fueron equipos de su carrera, que terminó en un club navarro —el Ardoi, de Zizur Mayor—.

Actualidad. Es enfermera y vive en A Coruña.

«Jamás podría ser entrenadora o arbitrar»

Claudia Calvelo confiesa que formar parte de un equipo equivale a entrar en un ecosistema. «¿Qué vida te puedes plantear? No puedes ahorrar... Es difícil», dice. Pero hay un factor humano que cubre esas y otras dificultades: «Las experiencias con compañeras quedan para toda la vida. Las compañeras del deporte son amigas para toda la vida. ¿Con qué te quedas al final? Con las compañeras», explica.

Ahora, ya retirada, muestra una curiosa diferencia cuando se convierte en espectadora. Admite que no es lo mismo ver un partido de baloncesto en directo que en casa, por la televisión: en el pabellón se comporta como una espectadora; en casa, en cambio, la jugadora reaparece y el sentido analítico se impone: «En casa me relajo más», afirma. Por otro lado, reconoce que no sigue de cerca la trayectoria del Ensino, pero no le ha pasado inadvertida la permanencia: «Me alegró que no descendiera», dice.

—¿Ha pensado en ser entrenadora algún día?

—No. Jamás podría ser entrenadora o arbitrar. Respeto mucho la figura del entrenador. Podría ser ayudante y transmitirle al equipo las sensaciones. La cuestiones técnicas están para las bases, no para las pívots como yo.