España recupera la riqueza previa a la crisis trabajando un 10 % menos

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

juan. s. g

El auge de las exportaciones ha compensado el desplome de la construcción, pero los expertos advierten: la solidez del modelo de crecimiento requiere mejoras en la competitividad

12 mar 2017 . Actualizado a las 16:54 h.

Si nada se tuerce, la economía española recuperará este año (puede que ya lo haya hecho a estas alturas) el nivel de riqueza previo a la crisis. Solo hace falta que el producto interior bruto engorde en 2.300 millones de euros para dar por superada la doble recesión que azotó la economía española desde el año 2008 y, según la contabilidad nacional que el INE publicó la semana pasada, la cosa está casi hecha. Pero, ¿qué ha cambiado en estos ocho años? ¿Salimos de la crisis con un modelo de crecimiento más sólido?

«El modelo productivo ha cambiado a la fuerza», señala Xosé Carlos Arias, catedrático de Economía en la Universidade de Vigo. No hay más que pensar en lo que ha pasado con el sector de la construcción, que en el 2008 generaba uno de cada diez euros producidos en el país y que tras el pinchazo de la burbuja de crédito ha disminuido su peso a menos de la mitad. La economía del ladrillo ha dado paso a otra volcada en el sector exterior, en la que el peso de las exportaciones en el PIB ha pasado de poco más del 20 % al inicio de la crisis a representar un tercio de la riqueza nacional en la actualidad.

Y esa búsqueda de nuevos mercados ha permitido compensar la profunda caída en la inversión, todavía muy por debajo de los niveles del 2008 y el menor empuje del consumo interno, que crece (de forma más acusada en los últimos meses), pero no lo suficiente para compensar el resto de desequilibrios.

Sin embargo, aunque la apuesta por la exportación ha servido como solución coyuntural, los expertos no tienen tan clara la solidez del modelo de crecimiento a largo plazo. «Lo que no han cambiado son los fundamentos a largo plazo», apunta Arias, que se remite a la evolución del índice de competitividad global, que pondera aspectos como la innovación, el sistema educativo, la estabilidad institucional y macroeconómica o la eficiencia del mercado laboral. Un indicador que señala que España todavía tiene muchas asignaturas pendientes, porque las grandes variables «no han cambiado o, si lo han hecho, no ha sido para bien».

En concreto, el catedrático apunta a la caída en la inversión en innovación durante la crisis y señala que, aunque el repunte de las exportaciones «habla bien de la economía y de la sociedad española», falta una perspectiva sólida a largo plazo.

Más industria

En la necesidad de mejorar los factores de la competitividad incide también José Francisco Armesto, economista y colaborador del Foro Económico de Galicia, que apunta a otra clave: para crecer en una economía global cada vez más competitiva es preciso potenciar el sector industrial. De hecho, uno de los pilares de Europa 2020, la agenda de crecimiento de la Unión Europea, pasa por elevar el peso de la industria hasta alcanzar el 20 % del PIB, un objetivo que se debería alcanzar antes del cambio de década. Y no pinta fácil. Porque, en vez de crecer, la industria manufacturera ha perdido pie en los últimos años, pasando de representar el 16 % de la riqueza española al 13 % actual. Sí llegaría al objetivo marcado sumando los servicios asociados a la industria, entre las que se incluyen actividades vinculadas a la I+D que son claves para el desarrollo del sector y su competitividad. Añadiéndolas al cómputo, el peso se elevaría al 21 %.

¿Y por qué es clave potenciar la industria? «Por el efecto arrastre sobre el resto de sectores», explica Armesto, que cita informes como los realizados en los últimos años por la consultora PwC, que estima que por cada euro de PIB producido de forma directa por la industria española se generan 1,14 euros adicionales de forma indirecta (en la cadena de proveedores), y 0,47 de forma inducida. Con esos datos, concluye que una mejora de la productividad del sector facilitaría un incremento del producto interior bruto de hasta el 2,3 %.

Menos empleo y salarios

Si la recuperación de la economía es casi total en términos de PIB, donde todavía queda mucho por recorrer es en materia de empleo. No es solo que todavía haya dos millones menos de ocupados que en el pico de la burbuja, sino que España ha conseguido generar la misma riqueza que en el año 2008 con muchas menos horas de trabajo efectivas. En concreto, el año pasado se hicieron 4.300 millones de horas menos que en el primer año de la crisis, una caída del 12 %.

Armesto justifica lo que puede parecer una paradoja desde una doble perspectiva. Por un lado, no se puede olvidar que las empresas españolas acometieron profundos recortes de plantilla durante la crisis, y que esta se llevó por delante a las compañías menos eficientes, lo que ya explicaría esa caída en el peso del factor trabajo, que también está influida por la creciente mecanización de procesos productivos. En cualquier caso, recuerda que tradicionalmente el empleo se ha recuperado más lentamente que el PIB, y cree que ahora que el panorama económico empieza a despejarse y aumenta la confianza empresarial, la contratación repuntará con más brío.

Pero no solo se recortan plantillas y se hacen menos horas, también se resienten los salarios, con un peso cada vez menor en la economía. La nómina total de los trabajadores por cuenta ajena fue el año pasado más de 33.600 millones de euros inferior a la percibida en el 2008. No pasa lo mismo con el beneficio empresarial, que no solo no cae, sino que se incrementa en 7.850 millones. Otra que gana es la Hacienda pública, ya que el peso de los impuestos en el PIB se ha elevado en casi 23.500 millones al año, un repunte del 25 %.

El país pierde pie entre las grandes potencias económicas

De la agenda de reformas para la competitividad que se aplique en España dependerá, en buena medida, la posición que el país ocupe en los próximos años en el nuevo orden económico mundial que se está conformando. En ausencia de cambios, los estudios apuntan a que España irá poco a poco perdiendo peso, relegada por los países emergentes. Es el análisis que hace en uno de sus últimos informes la consultora PwC, que estima que en el 2050 la española ya no estará entre las veinte mayores economías del mundo, cayendo del puesto 16º. que ocupa ahora al 26º. Según el modelo que aplica el estudio, que tiene en cuenta variables como la demografía, la calidad del mercado laboral o el desarrollo tecnológico, España solo será capaz de mantener una posición similar hasta el 2030, para a partir de ahí verse superada por la pujanza de los países emergentes. El de España no será un caso aislado, ya que si en el 2015 las economías de los países que integran el G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y el E-7 (Brasil, China, India, Indonesia, México, Rusia y Turquía) tenían prácticamente el mismo tamaño; en el 2040, el PIB de las 7 emergentes duplicará al de los actualmente más desarrollados.