
El campus de Lugo acoge una de las mayores plantas piloto de Europa que colabora en desarrollos para firmas como Leche Río y de la que han salido nuevas empresas
02 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«A veces, a la investigación puramente académica le falta tener en cuenta la realidad de lo que necesitan las empresas». Con ese objetivo que relata Ana Álvarez, el de dar una respuesta a las necesidades de tecnología y de formación del sector lácteo, nacía hace casi un cuarto de siglo el Aula de Productos Lácteos y Tecnologías Alimentarias (APLTA) en el campus de la USC en Lugo, que se ha convertido en uno de los referentes en lo que a colaboración entre universidad y tejido productivo se refiere. Durante este tiempo, el aula ha asesorado y colaborado con decenas de empresas, tanto grandes como pequeñas, para hacer desarrollos tecnológicos. Incluso alguna de ellas, como Innolact, ha nacido de los resultados de investigación del APLTA.
Las empresas acuden al aula de productos lácteos con una idea, más o menos definida, o por ejemplo porque tienen un problema productivo. «Lo primero que hacemos es conocerlos bien, saber cuáles son sus necesidades. Y nos adaptamos mucho a lo que ellos tienen», explica la investigadora Ana Álvarez. Todo lo que sale del aula de productos lácteos es escalable a nivel industrial. De hecho, su planta piloto semiindustrial de 2.000 metros cuadrados (una de las más grandes y mejor dotadas de Europa) cumple este 2025 diez años. Pueden prestar servicio a empresas que no tienen departamento de I+D o que sí lo tienen, pero que colaboran con el aula por la escalabilidad, se evitan parar producciones para hacer pruebas y se benefician del conocimiento científico.
Es el ejemplo de Leche Río, que mantiene una larga colaboración con el aula del campus de Lugo. «Tienen personas con muchísima experiencia, muy técnicas, y unas instalaciones punteras. La ventaja y la facilidad de tener un centro de innovación en casa la tenemos que explotar», reconoce Jesús García, consejero del Grupo Leche Río. Optimilk es la gama de productos ricos en proteínas, que se basan en la leche ultrafiltrada, un proceso innovador que permite concentrar los beneficios de la leche y así obtener productos con más proteínas, más calcio y menos azúcar. Además de la leche (desnatada, sin lactosa, rica en vitamina D y con 0 % de grasa), la gama ofrece los batidos optimilk pro (con 27 gramos de proteína) y el último lanzamiento, optimilk go, un snack completo con avena y rico en proteínas naturales de la leche (con 16 gramos de proteína).
Toda la gama ha sido trabajada con el aula de productos lácteos y en el caso del batido de proteínas, el proyecto arrancó hace tres años y hoy es líder en crecimiento tanto en volumen como en cuota de mercado de la marca del fabricante en la categoría de batidos de proteína.
«Queríamos un producto totalmente trazable y por eso utilizamos leche ultrafiltrada. No tiene proteína añadida en polvo», explica García. El papel del aula de productos lácteos se ha centrado en la formulación como en las pruebas a nivel de laboratorio y en la planta piloto.
A veces, las innovaciones dan lugar a proyectos empresariales. Es el caso de Innolact, una empresa radicada en Castro de Ribeiras de Lea que hoy tiene 115 trabajadores, una facturación anual de unos 25 millones de euros y exportan a 42 países, incluyendo China, donde son el primer exportador de queso.
Hace 20 años, el suero de mantequilla, conocido como mazada o buttermilk en inglés, era un coproducto de la industria láctea que tenía una valorización compleja. Innolact usa como materia prima el suero de mantequilla o mazada y, a partir de una tecnología desarrollada en el APTLA, elabora queso crema para el sector industrial y profesional, aunque una parte de su producción se dedica también al retail con su marca Quescrem.
En los 18 años de vida de Innolact, la colaboración con el Aula de Productos Lácteos de la USC ha sido continua. «Nos seguimos apoyando en la universidad para el desarrollo de productos y tecnologías», afirma Martínez. Innolact, ahora mismo, está lanzando otra innovación, el queso crema líquido, que permite llenar contenedores de mil litros, lo que contribuye a la sostenibilidad, el ahorro de envases y favorece la automatización de procesos y la prevención de riesgos laborales.