No se trata de aplicar el refrán de cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas… pero sí de tomar nota, sentarse y reflexionar para no llegar al extremo de lo que ocurre en Ibiza y en Formentera. En esas islas se ha limitado la entrada de coches, algo que ha provocado que las navieras pongan el grito en el cielo asegurando que los que ellas desembarcan significa un magro tres por ciento. «El diagnóstico de partida es erróneo», ha asegurado una de las operadoras, Trasmed. Lo cierto es que la presión humana en el archipiélago (la cual mide la población presente en él en un momento dado, sea visitante o residente) se redujo en el mes de agosto con relación al año anterior: 2.005.000 frente a los 2.016.521 del 2024. Poco, pero un índice de que se está llegando a la saturación.
En otros lugares parece que no va tan mal, según el punto de vista: puede ser una buena noticia o un aviso del peligro que viene cuando en este mes la ocupación hotelera de Benidorm está en el 96,8 % (con la salvedad de que esta cifra, proporcionada por la Asociación Empresarial, Hotelera y Turística de la Comunidad Valenciana, se refiere a los días de las fiestas patronales).
No se trata de ponerle puertas al campo, pero el sector turístico tendrá no que reestructurarse, pero sí modificar el rumbo que lleva. En la World Travel Market de Londres, celebrada la semana pasada, se presentó el Informe Global de Viajes, tras la correspondiente prospección sobre si los ciudadanos tienen previsto viajar más o menos. La respuesta puede parecer obvia, pero hay que recordar la pandemia del covid 19. Ese informe asegura que en los próximos diez años el turismo crecerá a un ritmo promedio del 3,5 % anual.
Volviendo al inicio, sea errónea o no la medida de ir a menos coches, lo cierto es que hay un problema. Y es en torno a ese problema que Galicia tiene que reflexionar. No porque lo sufra, sino precisamente para que no lo sufra. Canalizar los flujos se ha convertido en algo absolutamente fundamental si se quiere mantener el sector en los niveles de beneficio de ahora mismo. Porque lo que está claro es que las arcas privadas (y por rebote, públicas) de Ibiza y Formentera van a sufrir.