Nada como un político en el alambre para mostrar que todo está bajo control. He aquí a la vice María Jesús Montero, chaqueta color hueso, un día después de que el Gobierno se llevase un bofetón de realidad, incapaz de sacar adelante su decreto ómnibus. La mujer aparenta como unas castañuelas, claro que a lo mejor el escenario, estand de Andalucía en Fitur, ayuda un poco. He aquí su reluciente sonrisa. Bien podría ser síntoma de que en la mano de Pedro comen 176 diputados. Pero la aritmética, materia en la que su jefe tiene un doctorado y algún máster por la universidad de Waterloo, no engaña. Son 171, y gracias. Mientras Montero disimula y saca pecho y se presta a selfis en Fitur, Sánchez —«esa oposición destructiva que causa dolor social»— y Feijoo —«utilizar a los pensionistas de rehenes es inadmisible»— siguen con su goyesco Duelo a garrotazos. Normal que el turismo vaya como un tiro. Que a la gente le entren unas ganas locas de viajar. Muy lejos.