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Un antroido de choqueiros y garbanzos

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

OPINIÓN

MARTINA MISER

El carnaval es juego y gastronomía, aunque nos empeñemos en convertirlo en competición

02 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer hubo animación callejera en Vilagarcía a cargo de la comparsa Marajota e Media. El Carnaval en la ría de Arousa es así: muy marinero. Los extravagantes personajes del carnaval meco son choqueiros, en toda la comarca se entierra a sardiña, que en Vilagarcía corre a cargo del pueblo más marinero, Vilaxoán, y cuando dejó de celebrarse algunos años, fue recuperado por el Fogar do… Pescador.

El mar y el antroido unidos desde siempre y llenando las calles de sardiñas, marajotas y choqueiros. El mar y también la tierra porque el Carnaval puede gustarte o no, ¿pero a quién le disgusta un buen cocido o un lacón con grelos, platos tradicionales de estas fechas? Porque fíjense, ayer recorrió las calles de Vilagarcía la comparsa; mañana lunes hay fiesta infantil en A Peixería; el martes partirá de Alexandre Bóveda y finalizará en Ravella el desfile de disfraces y carrozas, que es referencia en la comarca del Carnaval de estética y colorido brasileño, y para acabar, A Peixería volverá a ser el espacio central de la fiesta con La Duendeneta. Pero hoy domingo no hay ninguna actividad fundamental en el programa. El domingo queda libre para comer.

Ya cantaban las plañideras de Vilaxoán hace más de cien años al lacón con grelos. Con música de la marcha fúnebre de Chopin, interpretada por la banda del buque insignia de la Armada británica, entonaban en 1919 esta copla carnavalera durante el entierro oficial de un militar inglés: «Momo murió, suerte fatal, fue a morirse en Carnaval, de comer lacón con grelos, de sabor superior».

Lacón con grelos y cocido como símbolo gastronómico del Carnaval. Excursiones hasta A Estrada o Lalín para los puretas o cocidos en los fogones de la ría para los comodones, lo importante es no faltar al banquete sagrado de antroido.

Y ahí, en el cocido, la gastronomía entronca con la tradición carnavalera secular del disfraz sencillo y del dejar hacer, cada uno a su bola, huyendo de la norma y la competición en una locura transgresora frente al lujo, la pedrería y la disciplina coreográfica y premiada de Tenerife, Las Palmas o Río de Janeiro. El cocido y el garbanzo serían al choqueiro lo que la gyoza y el carpaccio son a los disfraces de lentejuelas y purpurina.

La literatura garbancera

El garbanzo es autenticidad, tradición, simplicidad y sencillez. En literatura, está la prosa garbancera que, según Umbral, caracterizaba el estilo de Galdós y la hacía fácil y accesible. En política, estaba Manuel Fraga y su famosa recurrencia al precio de los garbanzos para referirse a las preocupaciones cotidianas de la gente. Garbanzos pedrosillanos, los de más fama, garbanzos sevillanos pequeñitos y sabrosos, garbanzos extremeños de Valencia del Ventoso, que acaban de conseguir el sello de calidad de Indicación Geográfica Protegida y eran los preferidos de Carlos III de España y Luis XIV de Francia.

Y con el garbanzo, que se siembra en estos días de finales de febrero y principios de marzo en las tierras de la Vía de la Plata y se cosecha a finales de junio, los ingredientes diferenciales del cocido gallego: el cerdo, la ternera, la gallina, las patatas y los grelos. Porque no es lo mismo un cassoulet francés de pato y legumbres que una fabada asturiana, un cocido lebaniego, madrileño o maragato, un puchero andaluz… o un cocido gallego, que, si se sigue la tradición, es de un vuelco frente a los tres vuelcos del extremeño y el madrileño y los dos del valenciano y el catalán.

Nuestro paisano y vecino, Valle-Inclán, apodó a Galdós «Don Benito el Garbancero» en su obra teatral Luces de Bohemia y se decía del escritor canario que tenía un estilo agropecuario. Sin embargo, su obra es monumental y explica España tan lúcidamente como un cocido con grelos y cacheira explica la felicidad que acompaña al antroido gallego, nos disfracemos o no.

El carnaval tradicional arousano es el de cocido y copla, choqueiro y grelos, es ese antroido gallego que pervivió en los pueblos aislados y en las aldeas perdidas, manteniendo su espíritu medieval de crítica ingeniosa y burla espontánea, sin plegarse a las formas italianizantes que hicieron furor en España a partir del siglo XVIII, cuando el carnaval se recluyó en los salones y los reyes lo restringieron y lo prohibieron si salía de los locales cerrados.

Los emigrantes en EE. UU.

Hace 75 años, los choqueiros de O Grove ironizaban sobre los emigrantes mecos en Estados Unidos. «Esta es la canción del holandés, saleu 15 días de O Grove e xa veu falando inglés», decía literalmente una copla de 1950. De esa época viene lo de llamar Calle Catorse a la rúa Castelao, la principal arteria comercial de O Grove. Los emigrantes en Nueva York, al retornar, la veían llena de edificios modernos y decían: «Parese a Catorse».

Y ya que estamos en «A Catorse», este Callejón del Viento quiere dejar por un momento el análisis carnavalero y festivo para recordar a Andrés Rico, comerciante grovense de la calle Castelao, que ha muerto por defender a su nieto árbitro. A la edad de ese joven, también fui árbitro, pero entonces no había violencia en el deporte juvenil. Los padres entendían que era un juego, no una competición. Así era el carnaval, un juego, no lo convirtamos en un campeonato.