
Esta mirada de suficiencia. Este gesto de saber de memoria por dónde cae el botón de la chaqueta, como si acabara uno de comerse tres platos, postre y sabe Dios qué más en El Ventorro. Ampliando el foco emerge un mobiliario que desmiente que el escenario sea un local de hostelería, no hay copas ni tenedores, aunque tampoco cuchillos, y eso que estamos en uno de esos templos donde se ejerce la soberanía y el navajeo popular: el Parlamento de Valencia. Aquí los diputados mazonianos, presuntos del PP, exhiben fotos y sentencias conocidas por todos los españoles menos por María Jesús Montero, después de todo ella solo es la vicepresidenta primera. Ábalos con Ximo. Ábalos con Donde Dije Pedro. «Lo sabían y lo taparon». La corrupción. Marca España. Capaz de resucitar muertos. Érase una vez un país en el que alguien con la talla moral de Carlos, alias Mazón, puede llegar a ver cómo el ventorro sopla a su favor. Los que hablan del sueño americano es que no conocen este.