Los «fantasmas» de Varela que darán vida a la churrasquería del dos estrellas Michelin Pepe Vieira en Pontevedra

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El cocinero  abrirá a final de año su restaurante en la centenaria ferretería de Curros Enríquez

06 feb 2024 . Actualizado a las 16:47 h.

Una barandilla centenaria, techos altos, muebles de castaño y amplios ventanales son los protagonistas de una historia que arrancó en 1930 y que esperan impasibles una segunda vida a finales de este año. La esencia de lo que durante años fue la Ferretería Varela se mantendrá en la churrasquería que Pepe Vieira plantea en este antiguo local de la plaza de Curros Enríquez. Ayer abrió las puertas a ese pasado para contar su futuro. «Cuando se hace una restauración los fantasmas tienen que estar cómodos. Queremos que se siga respirando ese ambiente industrial y fuerte, pero va a ser otra cosa, va a tener una nueva vida», reconoce el cocinero, que acompañado del propietario del inmueble, Rafael Varela, enseñó el armazón que sostiene un edificio emblemático.

El esqueleto y el corazón serán los mismos, pero los músculos que le darán vida se están construyendo ahora para poder echar a andar en la campaña de Navidad. La churrasquería ocupará el bajo y tres alturas, pero no todo será de acceso al público. En el bajo, la mitad será una terraza interior que ejercerá de transición entre el interior y la plaza de Curros Enríquez, «una especie de soportales», puntualiza Pepe Vieira, que para esta zona proyecta mesas altas para tapeo. Una gran escalinata junto a la pared conducirá a los clientes a la siguiente planta pasando cerca de la cocina, el eje sobre el que pivota todo el local. Está en una especie de entresuelo que se asoma sobre el bajo, pero que también se podrá observar desde todas las plantas. «Como solemos hacer siempre, son espacios lo más diáfanos posibles», explica Pepe Vieira.

A medida que se suben los escalones, el cliente viajará en el tiempo al corazón de lo que fue Varela y de lo que será el nuevo Varela. Porque conservará este nombre. En ese segundo piso reposan los muebles de la vieja ferretería. Los archivadores en los que se guardaban las facturas, el mostrador en el que se despachaba y las estanterías donde se ordenaban los materiales que mucho antes de venderse ahí al público, ya lo hacían en el edificio donde está ahora el Casino Mercantil. «Aquí hay joyas de madera de castaño que estamos restaurando. Estamos siendo muy cuidadosos para que no se pierda su esencia», explica el cocinero en las antiguas oficinas, un habitáculo que da a la calle y que se convertirá en la vinoteca de la churrasquería. «Va a ser una bodega acorde con el tipo de restaurante que planteamos», subrayó Vieira en la visita a la vieja ferretería.

En esa segunda planta estará también una zona de office, los lavabos y «la mesa del alcalde». ¿Mesa del alcalde? «Es un reservado que tendremos en un extremo, pero aún no sabemos por qué le llamamos así ni si el alcalde querrá venir», bromea el cocinero, mientras explica que antes de acceder a ese enigmático espacio se distribuirán mesas junto a la balconada central sobre la que gira el inmueble. «Es un edificio más propio de Brooklyn que del centro de Pontevedra. Podíamos haber caído en la tentación de hacer un restaurante temático sobre la ferretería, pero no era eso lo que queríamos, sino darle una segunda vida conservando su esqueleto y acomodando a sus fantasmas», apunta el cocinero tras acceder a la última planta abuhardillada y con vigas de madera sobre la que todavía no hay nada escrito.

Rafael Varela, propietario del local, observa cada paso de Pepe Vieira y concluye: «Es una alegría, mi familia vivió mucho aquí dentro y veo que los recuerdos siguen vivos». Le gusta ver como esos muebles en los que trabajó tendrán ahora un futuro tras casi un siglo al pie del cañón.

La churrasquería será el segundo negocio de hostelería del dos estrellas Michelin en la ciudad. A Ultramar, en el Museo, se sumará antes de que acabe el año este restaurante. «Iremos hacia atrás en la cocina, el fuego será lo principal. Trataremos de sublimar la churrasquería, ya tengo un restaurante de nivel, pero me gustan otros conceptos a los que pueda acceder todo el mundo», concluye Pepe Vieira, mientras los albañiles apuran una obra que deben acabar en tan solo cinco meses.