Alejandra y Uxía, las colegialas expulsadas de Fonseca: «No rompimos ninguna regla, podrían haber echado a cualquiera»
VIVIR SANTIAGO
Desde el piso de unos amigos, adonde se han tenido que mudar de urgencia, critican a la USC que no les haya dado tiempo ni a apelar su sanción. La Universidade incide en el notable y prolongado mal comportamiento de las colegialas
09 may 2023 . Actualizado a las 08:41 h.A penas una semana después de su expulsión del colegio mayor Fonseca, Alejandra Nielfa y Uxía Martínez se rebelan contra lo que ellas consideran, ante todo, «una actuación muy injusta» por parte de la Universidade de Santiago (USC). «No rompimos ni una sola regla, por lo que le podría haber pasado a cualquiera, y además no pudimos ni apelar la sanción, que cuando nos dimos cuenta ya estábamos fuera», lamentan.
Desde el pasado jueves tienen que hacer vida fuera de la que había sido su casa, el colegio mayor Fonseca, donde llevan viviendo ya dos años. Exponen que es la primera vez que tienen algún tipo de problema con la dirección o con el sistema en general, pues Uxía ya pasó dos años más en el clausurado colegio mayor San Clemente y Alejandra otro más también en esa residencia. Sus parejas, que según la USC hacían vida con ellas en Fonseca y por eso han sido expulsadas, también tienen pasado en San Clemente.
Producida la expulsión, una parte del colectivo estudiantil residente en Fonseca salió a protestar contra la actuación de la USC. Esta se defendió tirando del reglamento del servicio universitario de residencias y lo paradójico es que Alejandra y Uxía también. La institución apeló a que las dos colegialas mantenían de manera regular a sus parejas en los mismos cuartos que ellas usaban para vivir hasta el momento del cese de su estancia. Mientras, las jóvenes y el resto de alumnos de la Universidade que las apoyan sostienen que la norma por la cual han sido expulsadas no existe, «pues fue tan solo una medida excepcional que estuvo vigente durante la pandemia pero que no aparece por ningún otro lado». En aquellos meses se prohibió «pernoctar no colexio aos non residentes», según se lee en un acta de noviembre del 2021, «pero nada queda ya en vigor», por lo que dicen las jóvenes.
No solo eso, exponen además que el procedimiento de expulsión de Alejandra se ejecutó en menos de una semana, «de modo que no pude ni apelar». Cuenta la muchacha, originaria de Tui y estudiante de Economía, que en un primer momento le abrieron expediente por no responder a las llamadas a su puerta del personal administrador del colegio que le pedían que abandonase el cuarto «debido a una inundación en mi planta».
Los golpes, por lo que cuenta, comenzaron a eso de las siete de la madrugada, pero ella no los escuchó porque dice dormir con cascos y música. «Partamos de la base de que no se puede hacer ruido hasta las ocho, pero bueno, era una emergencia, supuestamente». La sorpresa de la residente fue mayúscula cuando salió al pasillo a las nueve y no encontró ni un solo charco, «eso sí, en cuanto salió mi pareja también a esa hora porque tenía clase, lo estaba esperando el personal». Y a ella también porque, relata Alejandra Nielfa, en ese momento la informaron de que le abrirían expediente por no responder a las llamadas: «Una situación surrealista».
El giro final llegaría cuando a la semana ya estaba de patitas en la calle: «Yo estimaba que el proceso duraría al menos un mes y medio, para que contase con todas las garantías, pero a los pocos días me llegó un correo estando en la biblioteca informándome de que debía recoger mis cosas y marcharme en las próximas veinticuatro horas». Esta estudiante de de Economía denuncia además que no pudo ni expresarse, pues tan solo la emplazaron a una reunión que tildó como «un paripé».
La experiencia de Uxía Martínez fue similar «en cuanto a las nulas garantías que tuvo, aunque el proceso haya sido más lento». Relata la estudiante, que cursa Filología Alemana y procede de Sanxenxo, que ella el día que la expedientaron comenzó la mañana con su pareja en la cafetería del colegio, justo antes de irse a clase. En ese momento lo envió a él a por su mochila a la habitación, para que luego se marchase también. «Lo siguió alguien de la administración, que se metió justo detrás de él en mi cuarto y lo echó de allí. Yo pensé que quizás me daban un toque de atención, pero desde el colegio ascendieron una falta muy grave directamente al vicerrectorado y ya no tuve posibilidades ni de defenderme», expone la muchacha.
Ante este comportamiento, Uxía se pregunta qué hubiese pasado si, por ejemplo, ella estuviese dentro «desnuda, por ejemplo». Es por ello que para el personal también tienen malas palabras, pues indican que siempre han hecho «lo que les ha dado la gana» con los colegiales, hasta el punto de entrar siempre que quieren en sus habitaciones, «algo que no puede hacer ni la policía». Lo saben bien porque estas dos jóvenes dicen haber ido a informarse a la propia comisaría de Santiago.
Justo por ello solicitan que sus cuartos sean considerados como domicilios, inviolables por nadie, además de mayor poder de maniobra en la escritura de las normativas del sistema de residencias y de un sistema que los defienda realmente, «dado que todos los órganos que la USC dice poner a nuestra disposición para ello no funcionan».
Las dos jóvenes arguyen, además, que sus parejas ni han sido expulsadas de otras residencias (una de hecho lo estuvo, pero tan solo cautelarmente) ni tampoco que hacían vida todos los días en Fonseca. Es más, niegan rotundamente el supuesto mal ambiente que ponían sobre la mesa desde la USC: «Nos llevamos todos muy bien y eso es justo lo que no soporta la dirección».
Mientras pelean por ser readmitidas, Alejandra y Uxía están viviendo en pisos de amigos suyos, en el centro. «Tuvimos que mudarnos sin previo aviso, hasta el punto de que tuve que llevarme mis cosas con un carrito por todo el Ensanche», relata Alejandra, que espera regresar a Fonseca cuanto antes.
Choque de versiones
La Universidade de Santiago dejó claro el día de los hechos que se fue todo lo escrupuloso posible en los procesos de expulsión de estas dos jóvenes. Desde la institución subrayaron el notable y prolongado mal comportamiento de estas colegialas y de sus acompañantes, que dificultaban la convivencia al resto del alumnado que habita Fonseca. Del mismo modo, según ha manifestado la USC, las parejas de estas dos residentes sí han sido expulsadas del sistema universitario de residencias públicas.
A mayores de lo expuesto, la Universidade ha querido dejar claro que no ha registrado ninguna queja por parte de los colegiales de Fonseca con respecto al trato que reciben por parte de la administración de la residencia. En ese caso, afirman, comenzarían a moverse los mecanismos necesarios para investigar el caso y llegar a alguna conclusión.
Además de lo expuesto por Uxía Martínez y Alejandra Nielfa, el colectivo de estudiantes que las defiende con concentraciones, manifiestos y caceroladas, ha solicitado de nuevo la dimisión el bloque de toda la dirección de la residencia por el nulo entendimiento que está habiendo entre las partes, pues dicen que el diálogo es mínimo en estos momentos.