¿Tiene razón Clara Lago? «Nun restaurante os veganos moitas veces teñen que limitarse a ensaladas e pementos, pero non é só algo de Galicia»

O.S. SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Hosteleros, nutricionistas, peregrinos y veganos gallegos se pronuncian sobre el «pero» que puso la intérprete a la oferta gastronómica gallega. Varios ponen en valor que en ciudades como Santiago, situada en ránkings como la tercera de España por número de restaurantes «veggies», se avanzó mucho

07 ago 2024 . Actualizado a las 13:56 h.

Las declaraciones de la actriz Clara Lago, en las que anhelaba haber encontrado durante su estancia en Galicia más oferta gastronómica vegana —«La gastronomía, siendo vegana, es un poco complicada en Galicia. Me hinché de pimientos del Padrón durante cuatro meses»— no han pasado desapercibidas.

De hecho, en las redes sociales se suceden los comentarios de usuarios que o bien las critican o, al contrario, las ponen en valor, dándole la razón, y relatando, en el caso de gente vegana, su propia experiencia.

«Lo mal que lo pasé comiendo en el Camino de Santiago de Invierno, donde había pueblos en los que lo único vegano que había en la carta eran los pimientos de Padrón y patatas», apuntaba en X (la antigua Twitter) el escritor Quike D-B, antes de incidir en ello para La Voz. «Durante la ruta hacia Santiago mi experiencia fue que en alguno de los pueblos no eran capaces ni de adaptarme un plato para comer o cenar vegano. Hubo un par de sitios donde sí me adaptaron un plato combinado, pero en varias ocasiones fue imposible, tanto que solo comía pimientos de Padrón y patatas fritas o dejaba de lado el veganismo para comer unos huevos fritos. Una camarera me ofreció atún, y se quedó sorprendida cuando le dije que era un animal», señala, insistiendo en uno de los argumentos que echan en falta muchos veganos, el de un mayor conocimiento dentro de la restauración de lo que implica el veganismo —que, según según la Asociación Vegana Española, se define como un estilo de vida que se centra en la exclusión de toda forma de explotación y crueldad hacia el uso de los animales como alimento, ropa o cualquier otro tipo de empleo—.

El conocido nutricionista y divulgador Aitor Sánchez, autor, entre otros libros, de Mi dieta cojea, no dudó también en pronunciarse sobre el debate abierto. «Dejemos de poner el foco en quienes elegimos no comer animales, y centrémonos más en una restauración sin ideas que tiene que zampar queso, jamón y leche en todo», apuntaba en X, ahondando en ello.

«Creo que no es debatible la dificultad para poder encontrar oferta gastronómica vegana. Es algo que ocurre en toda España y, por una cuestión de tradición gastronómica, creo que más en las regiones del norte. En las del sur, como en Andalucía o Murcia, puede haber gamas de productos o platos más disponibles todo el año, como el salmorejo», razona, lamentando que en las redes sociales el revuelo creado a raíz de las declaraciones de la intérprete haya infantilizado el debate. «No se trata de que cada pueblo tenga un restaurante vegano, sino que restaurantes y bares puedan ofrecer una carta adaptada al año 2024, con, al menos, dos o tres platos para veganos», apunta, insistiendo en el «desconocimiento» que, defiende, existe sobre el veganismo en la restauración. «En muchos restaurantes se relaciona vegano solo con comer verduras, sin darse cuenta que la oferta incluye arroces, platos de legumbres, frutos secos...», sostiene.

Loli González, una vegana gallega que trabaja en Portugal, profundiza en la diferencia que aún ve entre países. «Aquí muchos restaurantes incluyen platos veganos y, sobre todo, te presentan alternativas. Por ejemplo, ante una ensalada con queso te ofrecen cambiar este producto por otro. Eso, cuando vengo a Galicia, no lo encuentro, o me es más difícil. Aquí o vas a restaurantes veganos o cuando vas a uno general muchas veces acabas comiendo pan, tomate y pimientos. Muchas veces, y aún habiendo pedido un plato vegano, si veo algo que no lo es, no digo nada, para no complicar la situación», admite, y reconoce que en su último Camino de Santiago hubo algún día en que tuvo que acabar comiendo huevos fritos. «Algo que también noto de diferencia es que en Portugal hay una mayor comprensión de lo que significa ser vegano», asiente.

Un vegano santiagués, Andrés, por el contrario, sí se muestra optimista, insistiendo en que en los últimos años se avanzó mucho. «Yo en Compostela nunca tuve problema. Además de haber bastante oferta de restaurantes 100 % veganos, en otros, como en asiáticos o en un telekebab, también encuentras platos veganos. En locales más genéricos, y a pesar de que en la carta no aparecen platos veganos, sí hay voluntad de ofrecerlos. Cuando dices que eres vegano o preguntas por ello, te presentan alternativas. Creo que se avanzó», defiende, ratificando que Santiago se confirma como un paraíso vegano en alza.

En los últimos años la capital gallega no cesa de situarse en lo alto de los ránkings entre las ciudades españolas con más restaurantes veganos. El pasado enero, un nuevo estudio, la situaba, por detrás de Barcelona y de Santa Cruz de Tenerife, como la tercera, con 7.2 restaurantes veggies por cada 100.000 habitantes.

Carmen Pereiras, la hostelera que está detrás de uno de los restaurantes veganos más conocidos en Santiago, A Corre Vexeta! —situado en la rúa das Rodas—, también se pronuncia sobre el debate abierto. «Eu creo que é certo que, máis alá de locais veganos, moitas veces nun restaurante tes que limitarte a tomar ensaladas e pimientos, pero non é só algo de Galicia. A min pásame cando vou de vacacións. A pesar diso, si vexo que cada vez hai máis locais xenéricos que intentan ter algunha opción vegana, ao menos en Santiago», afirma, reflexionando sobre la razón de este auge local.

«Ao mellor no noso caso influíu que Santiago sexa unha cidade con moita xente moza, sector no que é onde crece a opción vegana. Algo tamén a valorar é o Camiño. En Europa o veganismo está moito más estendido que aquí. Entre os peregrinos, moitos de fóra, atopamos moita xente maior vegana. Temos visto incluso familias enteiras veganas, algo que aquí aínda é compricado atopar», reflexiona.