Cuando la vajilla de Sargadelos cabe en el lienzo de una uña: «Trátase de ter visión para o detalle»
VIVIR SANTIAGO
Desde su estudio en Santiago de Compostela, Mariana Senín aborda la manicura desde una perspectiva creativa. Trabaja sobre la base natural de la uña, sin utilizar extensiones: «Paréceme algo a reivindicar. Non fai falla ter unha estructura longa para facer debuxos»
24 ago 2024 . Actualizado a las 21:44 h.Las uñas que diseña Mariana Senín se despliegan en las manos de sus clientas como cuadros en las paredes de un museo. Desde su estudio en Compostela ha interpretado los paisajes naturales que caracterizan el impresionismo de Monet y la geometría que determina el neoplasticismo de Mondrian. También ha navegado por los mundos del cómic, adaptando páginas de autoras como Roberta Vázquez o María Médem a los diez microlienzos que son para ella los dedos de una mano. Recuerda algunas de sus creaciones, como una manicura basada en las pinturas de Laxeiro y otras dos inspiradas en piezas de Sargadelos. Sus diseños son, además, una oda a las uñas cortas: «Paréceme algo a reivindicar. Interésame as uñas como formato, pero a cuestión estética provócame conflicto. Nunca quixen facer estruturas longas e perfectas que se pudieran relacionar cos conceptos mais clásicos da beleza».
Aborda la manicura desde una perspectiva creativa. Estudió Historia da Arte en Santiago y, aunque al terminar la carrera veía su futuro en la investigación, algo cambió en su cabeza cuando se mudó a Barcelona para cursar los estudios de máster. Como ella misma cuenta, fue ahí cuando entró por primera vez en contacto con una serie de personas que enfocaban las técnicas del nail art desde un punto de vista artístico. «Pensei que non me apetecía seguir co plano teórico, que prefería algo aplicado. Nalgún momento dixen: "Pode ser unha boa idea xuntar as dúas cousas, a bagaxe de referencias visuais que xa teño con este novo formato"», recuerda. Volvió a Santiago y, «de maneira bastante orgánica», empezó con Nails Out, su proyecto: «Antes non me facía as uñas e a verdade e que agora tampouco. En realidade, aplicar a técnica a unha mesma é moi complicado», bromea.
Sobre las herramientas y las formas de proceder, explica que cada diseño necesita unas diferentes. «É un camiño de exploración total», reflexiona Mariana. Cuenta que la acuarela —método con el que recrea, por ejemplo, los paisajes impresionistas de Monet— hay que trabajarla con velocidad, mientras que los diseños figurativos son una labor de capas: «Como quen emprega photoshop, trátase de facer un fondo, de sellar coa lámpada e de engadir os detalles sobre iso», resume. Con los diseños más complejos utiliza hasta tres pinceles diferentes, algunos de ellos muy finos —«de dous ou tres peliños»— y adaptados a zonas curvas. «Non deixa de ser un traballo de miniaturas. Trátase de ter visión de detalle e de comprender que, ademáis de ser estéticos e bonitos, os elementos teñen que adaptarse para que se comprendan a certa distancia», explica.
Mirando su catálogo de diseños, llama la atención que la gran mayoría de las manos tengan las uñas cortas. Trabaja sobre la base natural, sin ningún tipo de extensión. Por una parte, es gusto personal. Por otra, reivindicación. «Paréceme moi necesario comprender que non fai falla ter unha estructura longa para facer debuxos. Para min, esa non é unha limitación», explica. Lo imprescindible, dice, es saber adaptar el formato a los diferentes tipos de uña. «É diferente traballar sobre unha superficie rectangular que sobre una circular», continúa. Por eso, el proceso con las clientas lo planea en el mismo momento de la manicura. No afronta las citas con un diseño ya preparado, si no que improvisa mientras pinta: «Eu sempre pregunto por referencias e inspiracións. Hai xente que ven e di: ‘Quero unhas uñas con La Noche Estrellada, de Van Gogh'. É nese momento cando vemos como o adaptamos».
Recuerda, por ejemplo, unas de las manicuras que hizo sobre Sargadelos. A ella le gustaba una pieza que tenía la cara de una mujer y las uñas de la clienta, redondas, se adaptaban a la forma. Cuenta que, dentro de la complejidad, los patrones geométricas y los colores planos que caracterizan la marca facilitan el proceso. «Hai veces nas que, atendendo ao detalle, dunha cousa sacas as dez uñas. Outras, é un proceso de selección entre unha multitude de referencias», explica. Para ejemplificar, habla de una manicura inspirada en el cómic Por culpa de una flor (Blackie Books, 2023), de la ilustradora María Médem. «A rapaza veu co libro de referencia e estivemos moito tempo seleccionando que coller e que non, vendo o que podía quedar ben ao adaptarse á uña», recuerda.
Salvo cuando el proceso de selección se alarga, como en esa ocasión, tarda unas dos o tres horas en completar la manicura. Para ella, el proceso tiene algo que no encuentra en otras disciplinas artísticas. «Creo que ver como se fan os debuxos tamén é desfrutable. Se encargas unha lámina, esa parte non a tes. Aquí, si», reflexiona Mariana. Resulta paradójico contraponer el tiempo que tarda en terminar un trabajo con lo que dura en las uñas de la clienta, unas tres o cuatro semanas. Explica que es en lo efímero donde encuentra parte del atractivo de la disciplina: «Escollín o tema das uñas porque resultábame interesante o feito de poder levalas enriba, que non foran un lienzo na parede. Por que foi isto e non a xoieria? Pois non o sei. É unha cousas que ainda que estea moi coidada e teña moitos detalles, sabes que nalgún momento vai rematar. Da moita pena, pero forma parte do encanto. Esta cousa efímera…».