Una santiaguesa y tres amigos recaudan 10.000 euros para afectados por la dana: «Es increíble que una semana después todo siga igual»
VIVIR SANTIAGO
Justifican cada euro que ingresan presentando los tickets de las compras realizadas en el perfil de Instagram de la iniciativa. Además de transportar el material, llevan tres días colaborando con los vecinos de Catarroja en labores de desescombro
08 nov 2024 . Actualizado a las 21:42 h.La misión del valenciano Pablo Sentís, los hermanos barceloneses Eugenia y Álvaro Puig y la compostelana Andrea Enríquez, nace en la ciudad Condal poco después de que la tarde-noche del martes 29 de octubre la peor gota fría del siglo descargase su furia en forma de intensísimas precipitaciones. A Pablo, por ser de la provincia, lógicamente las imágenes le afectaron más. Aunque afortunadamente él y su familia son de la capital valenciana y no de los municipios que en la comarca de Huerta Sur resultaron más afectados por las inundaciones.
A Pau, como le llama su novia Eugenia y otros familiares y amigos, le estaba naciendo la necesidad, al ver las consecuencias de la catástrofe, de hacer algo por sus vecinos aunque su vida estuviera ya hecha en Barcelona desde hace años. Y no iba a estar solo en su propósito. Eugenia, diseñadora de moda y creadora de la marca GN0 se lo comentó a su hermano Álvaro y la unión iba a acabar haciendo la fuerza. La experiencia de Andrea, novia de Álvaro, en el mundo de las redes sociales fue determinante para crear el perfil @sosdanavalencia en Instagram y, a través de él, dar a conocer la iniciativa y empezar a recibir donaciones a través de Bizum con la idea de ser ellos mismos los que las gestionasen, comprando y transportando aquello que más se necesitaba.
«Estuvimos en contacto con asociaciones locales para asegurarnos de llevar exactamente lo necesario. Compramos palas, mascarillas, escobas, cubos y otros elementos esenciales. Comida para niños, animales… la gente está siendo muy solidaria y aportando, pero sigue faltando mucho de todo», comenta Andrea, conocida también como Azafata Hipóxica, un perfil en el que muestra la realidad del trabajo de tripulante de cabina en Tik Tok e Instagram con 200.000 seguidores sumando ambas plataformas.
Viaje a la zona cero
Con más de 10.000 euros recaudados y más de 6.000 de ellos gastados y justificados con tickets a los seguidores en Instagram de este proyecto solidario, estos amigos antepusieron echar una mano a sus profesiones, que pausaron por unos días. Primero partieron rumbo a la capital de la comarca afectada, Catarroja, ellos. Fue el pasado lunes cuando alquilaron una furgoneta. «De camino llovió de forma abundante en tres ocasiones y en la carretera Barcelona - Valencia cayeron chaparrones de ir a 50 por hora como mucho y eso ya nos asustó de primeras, porque habíamos visto que la zona ya estaba devastada», explica Pau, consultor inmobiliario en la capital catalana y quien fue al volante durante el trayecto.
«Como llegamos por la noche, realmente no fuimos conscientes hasta el amanecer al día siguiente de la magnitud de lo ocurrido. Esa mañana, verlo todo por primera vez tan de cerca fue horrible, mucho peor que por la tele. Impactante, desolador, desorganizado, caos y sobre todo indignación al descubrirlo», son algunos de los sentimientos que traslada Pau desde el corazón de la tragedia.
Ya in situ, la «piña», como se refieren estos amigos a la expedición, fue creciendo tras entregar las palas, cubos, capazos, carretillas, prendas de protección e hidrolimpiadoras que llenaban por completo la parte trasera de la furgoneta. Se sumaron los amigos de Pau Juan Aguirre y Jorge Luján y a través de Instagram les contactaron Diego Pantoja, bombero en Valencia que en las últimas jornadas si no está de turno les echa una mano y Tomás Marco, otro valenciano tripulante de cabina que ya era seguidor de Andrea por compartir profesión con ella.
Lodo, lodo y más lodo
«Creo que lo que no se nos va a olvidar a todos son los testimonios de supervivencia de las personas y sus agradecimientos. No es fácil de explicar, pero es gente que lo ha perdido todo y te reciben con un cariño impresionante al mismo tiempo que están en un entorno que parece sacado de una película de terror», comparten mientras comen un bocadillo durante una pausa en las labores de desescombro que han realizado durante ya tres jornadas consecutivas.
«Para mí fue un shock ver zonas que conocí estando perfectas en ese estado», describe Pau, al tiempo que se suma a lo que tantos otros vecinos de la zona y voluntarios llevan reclamando más de diez días: «metiéndonos en casas que estaban aún de lodo hasta arriba, en párkings con mucha agua ¿Cómo es posible que después de una semana estuviera así?».
Un proyecto de largo recorrido
Este viernes, Andrea y Eugenia ya se encontraban sobre el terreno a primera hora. Por fin pudieron sumarse al resto del grupo, no sin antes llenar el maletero con más material comprado con las donaciones recibidas. En la cesta de la compra había en esta ocasión muchos pañales y productos de limpieza. El domingo todos tendrán que volver a retomar sus quehaceres en Barcelona, pero les quedan muchas horas por delante aún en Catarroja para que el color marrón siga desapareciendo progresivamente de sus calles.
En todo caso, será un punto y seguido en la ayuda. El remanente que aún tienen pendiente de gastar, de algo más de 2.000 euros y lo que sigan recibiendo, continuará llegando a Huerta Sur.
«Ayer hablamos durante la cena que Pau, que es de aquí, va a seguir viniendo y por lo que estamos viendo esto va para largo, para muchos meses, pero lo más cercano en el tiempo es Navidad», reflexiona Andrea sobre el futuro de este proyecto, que ha unido aún más a estas dos parejas de amigos, de edades semejantes y ya familia entre sí.
«Vamos a mantener la iniciativa en marcha, porque hay gente que desconfía de otros organismos y entidades. Los ven como intermediarios y no saben si la ayuda está llegando. En nuestro caso, gracias al perfil de Instagram se justifica cada gasto y se ve que lo que hacemos es todo de verdad», asegura desde el otro lado del teléfono la santiaguesa con la vista puesta ya en Nochebuena: «creemos que van a ser fechas muy duras, sobre todo para los más pequeños, así que gastaremos en juguetes y en alguna comida especial lo que hayamos recibido».
Esta gratificante experiencia que a los no valencianos les ha permitido contactar con una zona y unas gentes que desconocían no tiene, de momento, fecha de caducidad. «Van a pasar muchos meses, yo diría que años hasta que estos sitios se recuperen. Si en un colegio necesitan una inversión o una biblioteca quiere libros, nosotros vamos a mantener el contacto y las donaciones van a seguir yendo directamente a donde sean necesarias», concluye Andrea mientras se escuchan de fondo pitidos de maquinaria pesada y el metálico sonido de las palas rozando con las aceras.