No te querrás ir de estos locales de Santiago sin sacarte un «selfie» en el baño

VIVIR SANTIAGO

Los baños del Oliveira, diseñados por Teresa Abalde, son unos de los más compartidos en Instagram.
Los baños del Oliveira, diseñados por Teresa Abalde, son unos de los más compartidos en Instagram. CEDIDA

Más allá de la comida, algunos bares, restaurantes y cafeterías de la ciudad esconden en sus inodoros verdaderas joyas del interiorismo

02 mar 2025 . Actualizado a las 10:35 h.

¿Quién no ha entrado alguna vez al baño de un restaurante y ha visto, mientras esperaba por su turno, a alguien posando delante del espejo con el móvil en la mano? O, reformulando la pregunta, ¿cuántas veces ha sido uno mismo ese ejemplo de persona? La función de los servicios en los locales de hostelería, oasis para la creación de contenido de cara a las redes sociales, va más allá de la que siempre se ha entendido como primordial. Si treinta años atrás la película Trainspotting rompía los límites de lo soluble con su memorable escena en «los peores baños de Escocia», las imágenes que llegan hoy a las pantallas de los smartphones con el inodoro como protagonista se encuentran en el extremo opuesto. Los espacios cuidados y mimados, ya sigan en la estela de lo cuqui o busquen romper moldes con un diseño arriesgado, acaparan la atención de los selfies. Y, en Santiago, no hay local de moda ajeno a la espiración de albergar en su WC ese preciado bodegón de la monería.

La interiorista compostelana Teresa Abalde marca unos tips básicos para convertir cualquier aseo en un espacio instagrammeable. Hace falta, primero, una buena iluminación. Después, algún elemento diferenciador con el que jugar, ya sea un papel pintado o una silla que focalice la atención. Unir estas dos variantes desemboca, en sus propias palabras, en «el selfie perfecto». Ella, que busca plasmar su experiencia como fotógrafa en los proyectos en los que trabaja como decoradora, incide en la importancia del alumbrado. «Lo que hago para conseguir una iluminación favorecedora es jugar con la luz frontal. Es la que utilizan en los camerinos de las actrices, con esas míticas bombillas. Favorece mucho porque ilumina la cara de manera uniforme, sin marcar las sombras como hace la cenital», explica Abalde, en referencia a esa luz tan común en los espejos de los baños que atraviesa al sujeto desde arriba.

Abalde es la mente detrás de los baños del Oliveira, escenario ya conocido para los compostelanos que deslizan su dedo a diario —y más durante los fines de semana— por su feed y por sus historias de Instagram. No hay cliente que se resista a compartir con sus seguidores el selfie de rigor. Del espacio sorprende el contraste en el color, que mezcla el blanco y el negro con tonos rosas, azules, verdes y rojos. También el estampado, que combina la geometría de la línea recta con formas de carácter serpenteante. «Lo que hicimos fue darle vueltas a la cabeza para sacar un proyecto que llamara la atención teniendo un presupuesto más ajustado. Por eso jugamos con la pintura, que me parece un recurso maravilloso, para hacer algo impactante. Accedes mediante un pasillo colorido, una cosa muy psicodélica, pero cuando abres la puerta del baño tienes la sorpresa de que están pintados con blanco y negro. Cada uno tiene su personalidad, el de chicos con dibujos de rayas y el de chicas con círculos. Todo eso funciona muy bien y a la gente le gusta mucho. Hicimos de un sitio pequeñito y con poca luz algo colorfull a tope», explica la diseñadora. 

El interiorista compostelano Rafa Espiña, que desde Estudiotreintaiuno ha firmado, entre otros, los diseños de La Central y de Cacao, menciona otro elemento clave de cara a los carruseles de imágenes en las redes sociales: el neón. «Lo tenemos en el baño de Cacao. Hay dos zonas con cabinas separadas por sexos y un lavabo único central, que es como un abrevadero de metal. Justo detrás, un neón que pone: «Mi corazón 'chocolate' por ti». Lo estás viendo reflejado en el espejo. Fue por ese rollo de que se pudiera compartir en las redes», explica Espiña, que asegura que, para trabajar, les gusta tener un servicio amplio y libertad para ser creativos con los acabados. «A mí me parece un elemento diferenciador y que habla muy bien del local. Yo, en cada sitio que entro y veo que tiene un interiorismo cuidado, lo primero que hago es ir al baño. Siempre te puede sorprender, a parte de la luz y de los revestimientos, un lavabo original o algún elemento con el que digas: “Mira cómo han solucionado”. Es una llamada de atención, algo que dices: “¡bum!”. Cuando una persona lo sube, muchas otras quieren ir para decir: “Yo estuve ahí”. Eso para el local es buenísimo», reflexiona el interiorista.

Defiende unos servicios en los que, al menos en la zona del lavamanos, no se diferencie por género. Permite, primero, articular un espacio más amplio, Segundo, jugar con características como las de La Central, con unas jardineras a modo de lavabos que no pasan desapercibidas para los que, al enjuagarse las manos, se animan a sacar su móvil y a plasmar el rompedor elemento con el selfie de rigor. «Al estar centrado, genera una interacción entre las personas que están ahí», continúa Espiño, que vuelve a ejemplificar con el concepto del local gastronómico de O Milladoiro. Buscaban trasladar la fluidez del comedor al espacio del excusado, algo para lo que no correspondía ni hacer zonas diferenciadas ni dividir en compartimentos. «Queríamos que, aunque quedara la puerta del baño abierta, la gente de las mesas viera un espacio chulo y limpio, que es el de lavarse las manos. También que si hay mucha afluencia y quedan personas esperando, pudieran charlar. Queríamos darle un aire muy cosmopolita a un local que, en realidad, está en un polígono industrial», explica. 

Detrás de la practicidad salen diseños como los de La Morena. Sus acabados neutros en blanco y en negro, contrastados con la calidez que aportan los elementos decorativos, que son velas y flores, despiertan el instinto instagrammer de los clientes que, en medio de un brunch o de una merienda, se excusan para ir al baño. «Fue una cuestión práctica. Los techos son bajos y, contra lo que todo el mundo pensaba, me arriesgué a pintar todo de negro. La idea era conseguir que no se percibiera esa altura, intentar disimularla. Realmente, si estiras la mano, ya lo tocas», explica Esperanza, responsable del café. Aprovecharon los estantes de la cocina como encimeras, buscaron unos lavabos que fueran un poco diferentes, añadieron otro cambiador de bebés en el baño de hombres y culminaron con detalles en dorado. Para ella, lo fundamental en un inodoro es que se perciba la limpieza. Por eso decidieron dejar los suelos en blanco, para que se percibiera bien. 

El único inconveniente de los baños de La Morena, bromea, es que todo el mundo se los pasa. «Tienen un cartel, pero nadie repara en que ahí hay un aseo. La gente nos pregunta donde están y eso que están completamente a la vista. Intentamos que estuvieran tan integrados en el local que, por alguna razón, la gente no percibe que están ahí», explica. En las redes, la cosa es distinta. Las fotos en sus espejos, el atractivo de tener poca claridad, son unas de las más compartidas en Compostela. 

¿Quién se acuerda de los baños de Mr. Chu?

Baños hay de muchos tipos y condiciones. Hay, incluso, quienes se quedan con los más costumbristas, compartiendo en sus redes imágenes frente a espejos rotos y pintados con rotulador. De esos, en Compostela, hay también unos cuantos. En contraposición, ¿quién, al llegar hasta estas líneas, no ha recordado la fantasía maximalista de los inodoros de Mr. Chu?. El local en la Rúa das Hortas de Marcelo Tejedor, ya cerrado al público, sorprendía en su apertura con un baño en el que pocos clientes se resistían a sacar el teléfono. En las paredes, decenas de gatos asiáticos dorados daban la bienvenida a quienes los visitaban saludando con la pata móvil. Colocados en estanterías que iban desde el suelo hasta el techo, para muchos compostelanos es el culmen del baño instagrammeable

«Para mí, lo del Mr. Chu fue de decir: “Que ida de pinza, que guay”. Me parece una chulada. Estamos tan acostumbrados a que un baño tiene que tener azulejo, lavabo, espejo e inodoro que, cuando vemos unos bonito y con una forma algo distinta, ya nos llama la atención. Nos quedamos en eso, pero hay elementos que no te esperas, que no estamos acostumbrados a ver, que generan esa sensación», reflexiona Rafa Espiña. Para Teresa Abalde, el espacio del servicio es ideal para atreverse a hacer cosas distintas: «Creo que en los baños es donde a la gente le da menos miedo arriesgar. No es lo mismo hacer algo muy arriesgado ahí, que vas a estar ahí un tiempo limitado, que en un salón, que en un comedor. Yo creo que es súper importante la estética de los restaurantes y no solo lo que se come».