
Especialista en motivar, Valdano ha seducido dentro y fuera del vestuario por persuasión y nunca por percusión. «El golpe en la mesa sirve de poco», dice. Su último libro es un canto al fútbol como escuela de vida
17 nov 2013 . Actualizado a las 12:18 h.A Jorge Valdano el fútbol le dio la vida, un modo único de relacionarse con los demás que le ha permitido desde niño entender la complejidad del ser humano desde una perspectiva amplia, condicionada por la presión de un deporte capaz de transformar en un segundo a un hombre en un dios y a un héroe en un villano. Con esa experiencia dibuja en su último libro un paralelismo entre el mundo del fútbol y la empresa para descubrir, con un anecdotario entretenidísimo, las claves del éxito en la dirección de equipos humanos.
-Usted cuenta que jamás se sintió tan importante como cuando a los 11 años lo escogían para jugar en el «campito de la iglesia», eso me recuerda a aquella cita de Albert Camus «Todo lo que sé con respecto a la moral de los hombres...
-...se lo debo al fútbol». Sí, es así, cuando uno es pequeño juega sin pensar, solo se disfruta. Pero ahí aprendiste solidaridad, reparto de roles, empiezas a conocer al otro, el fútbol tiene algo de laboratorio, no va a mejorar al hombre, pero puede implicarlo, es lo que yo llamo «escuela de vida» .
-De las 11 cualidades que dice que debe tener un líder (credibilidad, humildad, talento, palabra...), ¿con cuál se identifica?
-Los que me conocen dirán que el estilo, la coherencia en el discurso.
-En su libro explica que hay líderes para hacer ruido y líderes para la historia. ¿Uno es Mourinho y el otro Guardiola?
-[Risas] Que sea el lector el que le ponga cara a cada uno, pero si no cito a Mourinho será por algo. Pep es un innovador, alguien obsesionado por un estilo particular, apasionado, un ejemplo de profesionalidad. En la primera rueda de prensa en el Bayern habló en un más que decente alemán, eso define a un hombre inquieto, conectado, consciente de sus responsabilidades, eso construye al líder.
-¿Pero para pasión la de Camacho?
-[Risas] Camacho es apasionado expresivo, gritón, visible. Por eso cuento que él era de los que te levantaba de la cama en las concentraciones para que le hicieses exactamente cómo ibas a tirar el córner. Camacho lo que no gana por ingenio lo gana por la insistencia. Porque si hay algo que distinga a los verdaderos líderes es su autenticidad. Del Bosque lo hará siendo amable, Camacho a gritos, Guardiola con un traje de última moda, Menotti seduciendo, Bilardo tartamudeando, Bielsa con su obsesión ética...
-¿Quién combina más cualidades?
-Hubo un momento que yo veía en -Menotti la mayor parte de esas virtudes, pero hay que tener en cuenta que yo lo conocí con 18 años y me marcó. En estos días me quedo con Pep.
-¿Y en el vestuario del Madrid quién manda?
-Sin tener detrás una cultura madridista, Xabi Alonso refleja los valores de la esencialidad. Un tipo discreto que no le pone acento a nada, un vasco sin ningún adorno, sin afán demagógico, representa al futbolista de hoy, «un héroe de nuestro tiempo». Y Casillas, porque al líder hay que esperarlo y ver cómo responde en malos momentos y él está a la altura de su responsabilidad.
-Es genial esa anécdota de la primera vez que su selección argentina vino a jugar con los alemanes.
-Menotti tenía frases geniales para todo. Nosotros quedamos impactados por el físico de los alemanes, y alguien se atrevió a susurrar: «Son muy fuertes». Entonces Menotti le espetó: «No digás bobadas, fuerte sos vos, si metés a un alemán en tu casa a los tres días no aguanta». Era su manera de motivarnos y revertir nuestras carencias.
-Porque si algo le ha enseñado el vestuario es que hasta los más grandes se sienten débiles.
-Claro, recuerdo cómo Maradona envidiaba a Caniggia porque era muy rápido y él decía «yo tengo que engañar con la pelota al rival y vos solo la tirás adelante y listo». Lo que el resto del mundo veía como una genialidad él lo interpretaba como la defensa de un defecto. Los entrenadores, los líderes, deberían sacar siempre lo mejor de cada uno. Porque como dijo Di Stefano muchas veces: «Yo no jugué solo».
-Con los valores que transmite en el libro, ese no quedarse en ganar, sino en disfrutar del camino, la humildad, el heroísmo de lo popular... ¿Cómo no está en el Atlético y Sabina le hace una canción?
-[Risas] Estuve a punto, pero la vida eligió por mí. El Atlético me gusta ahora, pero no me gusta cuando presume de derrotismo, eso lejos de ser un valor me parece un escondite. Lo que te hace fuerte es la pasión por ganar y no lograrlo.
-El Cholo es el ejemplo de un jugador abroncado que se ha transformado en un finísimo entrenador.
-Sí, digamos que uno es el jugador que puede, pero puede elegir ser la manera de ser entrenador. Le ha pasado a Paco Jémez en el Rayo.
-Otro ejemplo de que se puede estar en la cola y tener un proyecto ilusionante.
-Sí, el fútbol, como la vida, no es ganar. Los grandes líderes son corredores de fondo. Lo que importa es el viaje.
-Un último cotilleo: ¿quién es el mejor jugador?
-Messi es el primer genio del siglo XXI, pero le debe más a su papá y a su mamá que al esfuerzo. Es distinto a lo de Cristiano, que hasta se hizo un cuerpo nuevo.