Lo que el gordo nos dejó

SOCIEDAD

El premio millonario se notó en el encargo de comidas
El premio millonario se notó en el encargo de comidas CARLOS CASTRO

Una parte de los 544 millones que la lotería de Navidad dejó el año pasado en Vilalba fueron para pisos, reformas, coches, tractores y hasta algún cortacésped

10 dic 2018 . Actualizado a las 12:10 h.

Pisos, tractores, coches y hasta un cortacésped. Los agraciados con algún décimo del 71198, que el año pasado dejó en Vilalba bastante más de 500 millones de euros por ser el número del gordo del sorteo de la lotería de Navidad, fueron puliendo el dinero en darse algún capricho en algunos casos y en invertir o afrontar necesidades en otros.  

San Xoán de Alba, la parroquia vilalbesa donde está el bar Cascudo, que repartió 550 décimos del primer premio, es la zona cero del gordo. «Non houbo unha euforia colectiva á hora de derrochar como moitos se poden pensar. Nin moito menos. A xente foi cubrindo necesidades. A maioría dedicouse a mellorar as casas, a facer reformas... Logo algún dos novos tamén compraron coche ou fixeron algunha viaxe», contó una vecina. Es curioso: en la parroquia hubo lluvia de euros hace ahora un año, pero nadie reconoce haber sido premiado. Todos, o casi, miran para otro lado.

David Eimil, que vendió muchos décimos del gordo en el bar Cascudo, fue uno de los premiados. Dice que tiene que seguir trabajando y que no le cambió la vida. Asegura que sigue teniendo el mismo coche, el Kia de siempre. Varias semanas después del premio fueron vendidos muchos automóviles y algún tractor. Hubo quien cumplió el deseo de tener un buen cortacésped. «Tamén houbo algúns novos que foron a Cuba e tamén a Punta Cana. Algún matrimonio marchou unha semana a Canarias», dijo una clienta que pasó por la administración de loterías de Vilalba para comprar varios décimos.  

Más licencias

En Vilalba, los comentarios apuntan a que se vendieron muchos pisos, pero nadie es capaz de concretar. Ni tan siquiera el alcalde, Agustín Baamonde. El regidor solo sabe que hubo un aumento en la petición de licencias para obras menores, pero advierte que no fue algo exagerado. Sostiene que el dinero no se quedó solo en Vilalba, sino que se fue también a zonas próximas como, por ejemplo, Cospeito o As Pontes.

Las compras inmobiliarias quedarán reflejadas en los ingresos de IBI, pero en el Concello no podrán determinar (si es que alguien opta por hacer un estudio) el aumento de las compras hasta el ejercicio del año que viene. El alcalde notó que se abrieron algunos establecimientos, pero, asegura, hubo cierres y esa dinámica forma parte de lo cotidiano.

Álvaro Fraga, presidente de la Asociación de Empresarios de Vilalba, cree, en cambio, que este no fue el año de llenar la caja en los establecimientos. «Si se me apura un poco, hasta diría que no hubo subida de ventas. Desde luego no fue espectacular. Creemos que los consumidores están escaldados con la crisis y prefieren aguantar con el dinero, o una buena parte, en los bancos antes de empezar a efectuar gastos», precisó este empresario vilalbés que representa al comercio local.

Las opiniones contenidas del alcalde y el presidente de los empresarios, contrastan con otros que aseguran que algún concesionario de coches vendió hasta diez unidades en una sola semana. «Fíxate na rúa nas matrículas que teñen a letra K, que é a que coincide coas datas do gordo e verás cantos hai», explicó un cliente en la administración de lotería.  

Décimos escondidos

La llegada del gordo a Vilalba generó alguna situación curiosa. En San Xoán de Alba dicen que algunos durmieron con los décimos premiados debajo de la almohada por temor a que les desaparecieran y el gozo de unas horas antes acabase ahogado en un pozo. Entre tanta celebración, regada con champán, cerveza y tinto, se olvidaron de ir al banco para hacer el depósito. Al día siguiente era sábado y las oficinas bancarias estaban cerradas. Claro que algún avispado comercial se interesó por conocer la identidad de los premiados de la zona de Alba y se llevó para su entidad una buena parte, «aínda que agora non dan nada», como apunta una vecina.

«La gente pidió marisco de todo tipo»

Unos minutos o unas horas después de saberse que había tocado el gordo de Navidad, en Vilalba corrió el champán. Fue un aperitivo de lo que vendría después, ya que la celebración de comidas constituyó una de las más evidentes maneras de festejar la llegada de ese dinero. Como dueño de un conocido restaurante de Vilalba, escenario de muchos banquetes a lo largo del año, Manuel Montero no duda en reconocer que el premio se notó en el encargo de comidas.

«El premio fue muy repartido», dice el restaurador, que asegura que la gente fue estableciendo prioridades en el gasto, aunque sin olvidar algún capricho. Al elegir el menú, los comensales no solo decidieron según sus impulsos. «En este caso -afirma- la gente se deja aconsejar por el dueño del restaurante. Aconsejamos como en un banquete, como hacemos con todo el mundo». El negocio tiene 25 años de trayectoria, por lo que hay una sobrada experiencia para orientar.

Los menús escogidos por los agraciados para celebrar el gordo del año pasado tuvieron ingredientes variados. «Pidieron de todo: cigalas, lumbrigante, almejas, vieiras... También pescado», detalla Montero. No faltaron las carnes, ni tampoco las explicaciones del dueño del restaurante para justificar esa abundancia de marisco: «Estamos a 50 kilómetros del mar, estamos casi en la costa. Celebramos comidas con cocido, con marisco... Hay de todo», subraya.

Aunque el sorteo tiene lugar en vísperas de Navidad, los banquetes organizados para festejar el premio tuvieron fechas muy variadas. «De febrero a octubre, celebramos muchas comidas familiares», desvela el restaurador. Recuerda que parte de los agraciados eran personas que viven fuera y que aprovecharon el verano y las vacaciones para la celebración.   

«Que no falte de nada»

Una máxima estaba presente en los encargos: «La gente decía ‘que no falte de nada’», recuerda Montero, lo que incluía no solo mariscos, pescados o carnes sino también vinos. De sus palabras, además, se deduce que la suerte no quita el apetito. «La gente, si hace una fiesta, quiere tener una buena comida», dice.