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Las joyas naturales y artísticas de Galicia sufren el paso de riadas de visitantes
20 ago 2014 . Actualizado a las 18:40 h.De atractivo turístico a problema ambiental y de seguridad. Las 14.000 personas que una detrás de otra han llegado a subir y bajar en un solo día los accesos a la playa de As Catedrais han llevado al Concello de Ribadeo a activar un desesperado SOS para que todas las administraciones activen un plan conjunto con el que tratar de salvar una de las joyas naturales de A Mariña de la huella que el turismo de masas deja por donde pasa. Víctima de la moda que muchos viajeros imitan dejando una marca que certifique su paso por el lugar, As Catedrais ha sumado a las mareas de visitantes la devastación que generan los que piensan que la colocación de piedras en el singular acantilado hará que se cumplan sus deseos, o que sus nombres y procedencia grabados en las rocas será un legado con algún tipo de valor para la posteridad.
As Catedrais no es más que la última víctima del porcentaje de turistas que campan por encima del patrimonio de entre los 3,7 millones de turistas que al año pasan por Galicia. Pero la lista de hitos desvirtuados por modas o la acción de los visitantes crece cada año al mismo ritmo que el turismo en la comunidad.
Dunas de Corrubedo
Prohibición incontrolable. Muchas de las trescientas mil personas que se acercan a las dunas de Corrubedo (Ribeira) sienten el incontrolable impulso de patear las dunas del parque natural, y si no se ven agentes del complejo cerca, tirarse rodando por sus castigadas laderas como si de un parque de atracciones se tratase. La amenaza que el pisoteo supone para la pervivencia del ecosistema dunar llevó en el 2006 a prohibir un acceso que hasta poco antes se hacía hasta en coche al mismo pie de las dunas. Las multas de entre 600 y 6.000 euros no arredran a infinidad de turistas que siguen los pasos que quedan cada día marcados en la arena más allá de la pasarela habilitada para contemplar el parque sin ponerlo en peligro. Con todo, las multas no suelen superar la treintena cada año, lo que da idea de un control laxo y comprensivo con el visitante medioambientalmente díscolo.
Cabo Fisterra
Hogueras, zapatos y candados. Más de treinta fuegos se pueden contabilizar un día de verano en el Cabo Fisterra, desde la cruz hasta el borde del mar. Quemar las ropas con las que se ha hecho el Camino se ha convertido para los peregrinos en todo un ritual, prohibido por su peligrosidad y la huella que deja en el entorno. Ropa, centenares de muestras de todo tipo de calzado, piedras con los nombres y fecha de los autores de las caminatas y otros enseres portados en el Camino, inundan cada vez más el idílico paisaje, también salpicado de las prohibidas tiendas de campaña en Mar de Fóra.
El Pasatiempo
Más inscripciones. Actos vandálicos de baja intensidad se registran también en el parque enciclopédico de El Pasatiempo (Betanzos), diseñado hace casi un siglo. A su pésimo estado de conservación, se suman las erosiones que algunos turistas dejan en el yeso y algún destrozo en sus esculturas.
Santiago
Necesidades en A Quintana. Las fiestas del Apóstol han convertido este año a paredes y aceras de varias calles de la zona monumental, e incluso a la plaza de A Quintana, en improvisado cuarto de baño al aire libre para masas. La persecución policial no fue suficiente para frenar las necesidades clandestinas de los miles de visitantes que acudieron a los conciertos de julio.
San Andrés de Teixido
Pañuelos y bolsas colgadas. Los exvotos y ofrendas han pasado desde hace años a un segundo plano en San Andrés de Teixido (Cedeira). Algunos de los que allí van de vivos están convencidos de que dejando un pañuelo de papel enganchado en alguno de los árboles o silveiras próximas a la fuente de los tres caños, sus males desaparecerán cuando el último trozo de celulosa utilizado en secar la parte afectada se desintegre. Y si no se cuenta con un pañuelo a mano, se tira de bolsas de plástico, o incluso de algún pañal, como se ha podido sufrir visualmente en la zona.
Catedral de Ourense
Pintadas sin DNI. Imposible discernir si el rastro pertenece a residentes o foráneos, la catedral de Ourense es objeto de manera constante de pintadas. Uno de sus accesos sirvió de lienzo en los últimos días para autógrafos variados, como ha ocurrido este verano en varias paredes de la capilla del Divino Salvador de Fervenzas (Aranga), edificio del siglo XVII, o también en mojones, señalizaciones y elementos del Camino a su paso por la provincia de Lugo, obra que ya le ha costado una imputación por desperfectos en el patrimonio a un joven francés. Propietarios de viviendas en el eje de las rutas jacobeas añaden a los cuidados de sus frutales y huertas el de la vigilancia de no pocos peregrinos que aprovechan el patrimonio agrícola con el que se encuentran.
Información elaborada por A. Gerpe, S. Garrido, T. Silva, I. Carballo, López Penide, J. Becerra, R. Domínguez, S. Varela, R. García, C. Andaluz, S. Luaña y C. Punzón.