Según el informe del Ministerio de Agricultura, en Galicia hay actualmente plantadas 33.405 hectáreas de viñedo, una cifra que apenas ha oscilado en los últimos veinte años. Porque en el 2001 este cultivo ocupaba en la comunidad 32.354 hectáreas y, desde entonces, ha ido subiendo ligeramente ejercicio tras ejercicio, aunque también ha registrado descensos en los años 2016 y 2018. Pero lo que más llama la atención es que la gran mayoría de esas plantaciones están amparadas por uno de los regímenes de calidad vitícola, sean denominaciones de origen o indicaciones geográficas protegidas, las conocidas como IXP.
Solo 6.999 hectáreas de viñedo se cultivan en Galicia al margen de una de esas dos figuras y, además, todas ellas comparten la característica de que están ubicadas fuera de los territorios que abarcan las denominaciones e indicaciones gallegas. El resto del viñedo que hay crece bajo una marca de calidad. De esta forma, hay 21.505 hectáreas que se cultivan al amparo de una de las cinco denominaciones de origen gallegas: Rías Baixas, O Ribeiro, Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrei. Las otras 4.901 hectáreas restantes están adscritas a una de las cuatro Indicacións Xeográficas Protexidas: Barbanza e Iria, Val do Miño-Ourense, Betanzos y Ribeiras do Morrazo.
Aunque no hay crecimientos significativos en la superficie que ocupa el viñedo en la comunidad, cada año se siguen solicitan permisos para poder realizar nuevas plantaciones. Es el caso de las autorizaciones que otorga el ministerio. En el 2021 los viticultores gallegos pidieron permiso para plantar 52 nuevas hectáreas, 47 de ellas eran viñedos con denominación de origen y otras cinco para los amparados por las IXP.
Ayudas para la reconversión
Por otro lado, la Consellería do Medio Rural ha convocado ya las ayudas para la reestructuración y reconversión de viñedos en Galicia, que contarán con un presupuesto de 3 millones de euros para repartir entre los ejercicios 2022, 2023 y 2024. Podrán beneficiarse de ellas las personas viticultoras inscritas en el registro vitícola con una superficie máxima de diez hectáreas por persona viticultora y año. Las aportaciones se aplicarán en superficies donde se lleven a cabo operaciones de reimplantación de viñas, reconversión varietal y mejoras de las técnicas de gestión de las viñas.