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Corsina Guizán, criadora de Vilalba de 96 años: «Os capóns coñécenme pola voz e pola roupa» 

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

AGRICULTURA

Corsina Guizán (en la foto con sus hijos, Gerardo y Oliva) tiene gran experiencia en la cría de capones.
Corsina Guizán (en la foto con sus hijos, Gerardo y Oliva) tiene gran experiencia en la cría de capones. PALACIOS

Las dieciocho aves criadas este año fueron a parar a un hotel de Madrid

28 dic 2023 . Actualizado a las 14:42 h.

Corsina Guizán lo sabe todo sobre la cría del capón. A sus 96 años, aún puede presumir de conservar esa tradición: «Criei dezaoito capóns», dice sobre lo que hizo este año. No los llevó a la Feira do Capón de Vilalba porque ya estaban todos vendidos: un hotel de Madrid fue el destino de la producción.

Está habituada desde joven a esa actividad, que conoció y aprendió en su casa. Sabe lo que es levantarse y caminar varios kilómetros desde Noche, su parroquia natal, a la capital chairega, con una luz de carburo para guiar los pasos al amanecer y llegar a la feria. Pero también conoció los tiempos recientes, en los que el gran mercado anual pasó a celebrarse en el pabellón municipal y luego se trasladó a la plaza de la Constitución, donde tiene lugar actualmente.

Lo que no ha cambiado para ella es el sistema de alimentación. Dio a los capones «o de sempre», es decir, una alimentación basada en el maíz y la patata. Los animales pasaron meses con una vida al aire libre, picoteando por fuera, hasta que el avance del otoño significó la reclusión en las capoeiras para completar el engorde antes del sacrificio. Ese es precisamente, en su opinión, el momento más laborioso de todo el proceso. «Dá traballo á hora de matalos, despois é un traballo coma outro», comenta.

Toda persona que cría capones sabe que los animales requieren atención, sobre todo cuando están ya en las capoeiras. Corsina Guizán no pasa por alto ese detalle, pero apunta otro que demuestra el cuidado que debe ponerse. «Os capóns coñecen a miña voz e coñécenme pola roupa», dice para demostrar que el proceso exige poner los cinco sentidos. El celo con el que crio tantos capones durante años no pasó inadvertido. Por un lado, a su casa acudían compradores interesados en conseguir unas buenas aves para Navidad, cuando el capón alcanza gran protagonismo en las mesas. Por otro, fue premiada en la feria anual de Vilalba y su prestigio traspasó ampliamente los límites de la comarca chairega: en el 2013 recibió la Cruz al mérito agrícola, que concede el Ministerio de Agricultura.

En sus planes no entra la idea de abandonar esta actividad, tan arraigada en Vilalba. «Hei criar capóns ata que morra», dice. En su familia la cría es un proceso que no resulta ajeno a otros miembros. Su hija, Oliva, conoce el oficio, aunque reconoce que es su madre la que se encarga de ese trabajo. Su hijo, Gerardo, es veterinario y fue alcalde vilalbés, por lo que la organización de la feria le tocó de cerca; ahora es jefe territorial de Vicepresidencia en Lugo. En el menú de esta Nochebuena la familia cenará capón en pepitoria.