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Enólogos, viticultores, bodegueros y todas las denominaciones de origen de Galicia destacan la añada de este año y la califican de extraordinaria por la calidad superior de la uva recogida
28 oct 2024 . Actualizado a las 09:28 h.No hay un solo viticultor o bodeguero en Galicia que haya reconocido nunca que su cosecha de uva fue mala. Pueden hablar de escasez, de una elevada acidez, de un grado demasiado bajo o incluso de falta de equilibrio, pero nunca de una calidad mala o baja. Por eso cuando, como este año, se está ante una cosecha excepcional muchos incrédulos se limitan a afirmar: «Es lo que siempre dicen». Pero lo cierto es que, en este caso, todos están de acuerdo. Bodegueros, viticultores, técnicos y consellos reguladores de toda la comunidad son unánimes ante el veredicto: nunca hasta ahora Galicia había tenido una uva con tanta calidad. No es solo que esta estuviera sana y sin rastro de enfermedades a la hora de entrar a las bodegas, es que la maduración era perfecta. Y eso se está viendo ya en los primeros vinos, que destacan por sus aromas.
Como ya viene siendo habitual, Galicia comenzó este año a vendimiar a finales del mes de agosto. Lo hizo poco a poco y sin prisa, porque en el horizonte no había el menor atisbo de inestabilidad meteorológica. Se esperaba una buena cosecha, aunque no tan abundante como la del pasado año. Las previsiones hablaban de algo más de 70 millones de kilos de uva, frente a los 77 recogidos en la campaña anterior. Pero lo que nadie se esperaba es que esta añada destacase por su calidad, por una uva en perfecto estado sanitario y con unos aromas típicos de las variedades gallegas, como la albariño y la godello. Tanto es así que son muchos los que reconocen que este año «no habrá excusa para hacer malos vinos».
No empezó bien
La añada del 2024 no empezó bien. Por lo menos en denominaciones como Rías Baixas y O Ribeiro, donde los viticultores tuvieron serios problemas para realizar a tiempo algunas de las tareas propias del viñedo, como la poda. Llovió tanto y durante tanto tiempo que acceder a las fincas no era tarea sencilla, además de que hongos, como el mildiu, hicieron su aparición bien pronto. Combatir plagas y enfermedades se convirtió en un problema, porque el agua no daba tregua para aplicar los tratamientos o directamente reducía su duración. Así que si entonces alguien le dice a alguno de estos viticultores que estuviera tranquilo, que la cosecha iba a ser excepcional, nadie le creería. «Fue un año delicado», reconoce la enóloga de Mar de Frades, Paula Fandiño. Porque entre marzo y junio «fueron meses muy duros», en los que llovió de forma continuada. Pero el verano fue tan seco «que pensamos que íbamos a tener problemas de estrés hídrico, pero lo cierto es que la planta tuvo el estrés justo para que la maduración fuera perfecta», cuenta. Y eso fue gracias a la cantidad de agua que la planta acumuló durante las lluvias de primavera.
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Al final, ese calor y sequedad del verano llevó a que la vendimia se adelantara a principios de septiembre, que viene ya siendo la fecha habitual para dar inicio a la recogida de la uva en Galicia. «Es la meteorología de esos últimos quince días la que marca la maduración», añade Fandiño. Y, en este caso, fue perfecta. Tanto, que apenas cayó una gota de agua en los quince días que duró el grueso de la recogida en Rías Baixas. «Empezamos y terminamos la campaña con alegría, no como en otras denominaciones españolas donde les pillaron las lluvias con toda la uva en el campo y tuvieron que sacarla a trompicones», afirma.
La recogida se hizo, así, de forma paulatina, dejando que madurara adecuadamente y en su punto justo. El resultado fue que la uva llegó a la bodega «turgente, sabrosa, aromática... tenía intensidad, pero no perdió la chispa y el frescor natural de la variedad albariña», asegura la enóloga de Mar de Frades. Su calidad se dejó sentir hasta en el proceso de fermentación, «que fue haciendo de forma escalonada y desenvolviendo todos los aromas», afirma. Ahora que ya hay los primeros vinos, se está viendo todo su potencial. «Tenemos notas florales, de violeta y de fruta de la pasión. Los vinos hoy tienen complejidad y aromas y ahora estamos viendo qué partidas vamos a guardar para hacer elaboraciones especiales, de guarda», explica. Porque «tiene una acidez muy alta, pero, contra todo pronóstico, en boca presentan mucha estructura, además de intensidad aromática». También «es un año bueno para espumosos, pero hay que hacer la fermentación maloláctica para que adquieran más cremosidad y porque la acidez es demasiado alta», cuenta.
Lo que es cierto es que la cosecha de este año no es tan abundante como la del pasado. Rías Baixas, por ejemplo, recogió poco más de 41 millonesde kilos de uva, frente a los más de 44 que vendimió el año pasado. «Ha sido un año de equilibrio en todo, y el viñedo dio los 10.000 kilos por hectárea que debe producir», asegura Fandiño. Puede que la cosecha de este año le recuerde, en parte, a la del 2017 por su calidad. «Es una cosecha que recuerdo que era muy buena, pero no tanto como esta», añade.
La importancia del momento
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Fernando González, de la bodega Algueira, lleva a sus espaldas 45 vendimias en sus viñedos y bodega de la Ribeira Sacra «y posiblemente esta sea la mejor vendimia que hicimos en cuanto a calidad», afirma sin una pizca de duda. Esta denominación de origen no vive uno de sus mejores momentos, pues ha solicitado la destilación de crisis para deshacerse de algunos excedentes que es incapaz de colocar en el mercado y los viticultores se temen que mucha de su uva no encuentre comprador. Pero, a cambio, la calidad es excepcional. «Para mí, en la vendimia está el 90 % de la calidad del vino y este año empezamos con una madurez correcta y mucho equilibrio», cuenta este bodeguero. Porque, insiste, elegir el momento adecuado para recoger la uva es fundamental. «La uva solo se corta una vez y si cortas cuando, por ejemplo, faltan azúcares, no sirve. Por eso es tan importante definir muy bien y hacerlo en el momento correcto», sostiene.
Algueira está especializada en vinos de alta gama «y estamos presentes en los mejores mercados del mundo, por eso en la vendimia nos lo jugamos todo», explica. Como tienen muchas variedades de uva, la recogida es un proceso que se dilata en el tiempo. «Empezamos con las de ciclo corto, como el merenzao. Luego vendimiamos el godello y la mencía, y terminamos con el brancellao», relata. El problema es que hay años que todas las uvas maduran a la vez y las recogidas se solapan. Eso no ha sucedido en esta ocasión. Ahora, que ya están trabajando en la bodega «empezamos a ver que hay unos aromas maravillosos y que las fermentaciones fueron por donde tenían que ir».
¿Por qué esa calidad en la uva de este año? ¿Qué ha cambiado con respecto a añadas anteriores? «Aquí te la juegas en la brotación, que fue fantástica, y en el cuajado, que también fue bueno y nacieron muchas uvas. Además, en la Ribeira Sacra no llueve mucho, pero este año tuvimos lluvias a la carta, llovió justo cuando lo necesitábamos», explica el responsable de Algueira. Todavía hay más, porque los primeros quince días de septiembre «hubo noches de entre cinco y seis grados y de día no salía el sol. Eso es maravilloso para vendimiar, porque la uva entra fría en bodega», cuenta. La fruta estaba sana, y en su punto perfecto de maduración. «Lo más importante a la hora de vendimiar es la textura del vino y ese factor lo deciden las pieles. Por eso es importante que la uva entre con un punto crocante», asegura. Algo que también sucedió este año. «Nosotros, para meter 150.000 kilos de uva tardamos un mes, en otras zonas de España ese trabajo lo hacen en un día», asegura. E insiste en la necesidad de cuidar una labor, «que solo podemos hacer una vez al año. Es creatividad y toma de decisiones. Yo solo lo he hecho 45 veces en mi vida, es muy poco y es apasionante», afirma.
González asegura, al igual que en el resto de denominaciones, que «este es un año muy aromático. Quizás haya un poco más de rendimiento que el año pasado, pero los vinos tienen unos aromas estupendos y el bagazo huele a frescura y es muy limpio». Y eso es así porque «no entró uva defectuosa». En esta bodega apenas hacen vino joven, todo son elaboraciones especiales que enfocan a los segmentos altos del mercado. Porque los costes de producción de la Ribeira Sacra no tienen nada que ver con los de otras denominaciones de origen. «La nuestra es la viticultura más cara del mundo, la más laboriosa», asegura. Ahora, queda ver qué harán con esta producción. «Una vez que tengamos el vino terminado, veremos el potencial que tiene y decidiremos si hacemos vinos de guarda. Lo bonito de un vino es que cada año sea el reflejo del tiempo que hizo. Las parcelas están ahí, pero el tiempo puede cambiarlas», concluye. Ribeira Sacra es la denominación de origen que más tarde cierra la recogida de la uva, precisamente porque está especializada en variedades tintas que tardan más en madurar que las blancas. Las previsiones de este año apuntan a que, al final, se meterán en las bodegas algo más de cinco millones de kilos de uva, una cantidad inferior a la de la pasada campaña.
Lluvias en o ribeiro
«Para nosotros fue un año complicado. El invierno fue tan lluvioso que la brotación vino adelantada y el cuajado y la floración fueron desiguales, porque hubo viento frío y pluviometría abundante», explica Carlos Alberte, técnico de viticultura en la bodega Viña Costeira, de O Ribeiro. En esta denominación pasó algo similar a lo que ha sucedido en Rías Baixas, donde las lluvias de primavera y parte del verano hicieron a los viticultores temer por su cosecha. De hecho, en la denominación ourensana también recogieron algo menos de uva que el pasado año. Pero ese exceso de agua se compensó con un verano extremadamente seco, «aquí solo llovieron seis litros en julio y medio en agosto», explica Alberte. Y eso permitió que la madurez avanzara al ritmo necesario. Llegó entonces la vendimia, «y en quince días no llovió. La meteorología acompañó muy bien y la calidad fue excepcional, tanto en grado como acidez», añade. También aquí se produjo ese contraste térmico, entre las noches frías y días de calor, «que es fantástico para preservar la calidad de la uva porque genera una maduración más lenta».
Alberte reconoce que, aunque los inicios de esta campaña fueron complicados, el balance final no podía ser mejor. «En primavera, las lluvias nos retrasaron todas las labores y fue un año complicado por el exceso de lluvia, pero el balance final es que estamos muy satisfechos», añade. Los resultados se están viendo en bodega, donde ya tienen los primeros vinos. «La uva tiene una tipicidad fantástica, está muy equilibrada de grado y acidez y los mostos son fantásticos». Los vinos blancos que están elaborando «tienen muchos aromas muy marcados y hemos catado algunos que prometen darnos grandes alegrías», añade. Es más, considera que esta «es la añada perfecta a nivel enológico». «Me recuerda un poco a la del 2022, pero yo creo que va a ser muy superior a ella», afirma.
La calidad de la uva de este año ha permitido a esta bodega seguir apostando por las elaboraciones especiales. «Yo creo que vamos a hacer Toubes, que es un vino de guarda que fermenta en barrica, y Finca San Cibrao, porque la uva tiene cualidades», explica. También han conseguido, por primera vez desde el año 2019, volver a elaborar su tostado. «Este año seleccionamos una finca de treixadura y pudimos vendimiarla seleccionando los racimos. Porque para hacer este vino, ponemos entre 7 y 10 racimos en cada caja, que son unos dos kilos de uva cuando lo normal es poner sobre quince kilos en cada caja», explica. Posteriormente, la pusieron en una zona de la bodega donde el vino se fue pasificando de forma natural. Con ella consiguieron elaborar una nueva añada de este vino excepcional que cuenta con mucha tradición en la zona de O Ribeiro.
En esta denominación de origen dieron por finalizada la campaña de vendimia a principios de octubre. Entonces, habían recogido sobre once millones de kilos de uva, una cantidad muy similar a la del ejercicio anterior. «É unha boa colleita, similar á do ano pasado en cantidade, aínda que en calidade é moito mellor», ratificaba entonces la presidenta de este consello regulador, Conchi Iglesias.
Buen año en Monterrei
«Esta añada é espectacular, imos ter que facer uns viños excelentes», vaticinaba el presidente del consello regulador de Monterrei, Jonatás Gago, cuando la denominación de origen todavía estaba inmersa en la recogida de la uva. Porque, al igual que en las otras regiones vitícolas gallegas, la uva de este año destaca también aquí por su calidad. «Foi unha vendima moi boa, tanto polo estado fitosanitario da uva como pola calidade que tiña», ratifica Víctor López, responsable de bodegas Ladairo. Aquí trabajan a partes iguales con las variedades godello, con la que elaboran sus blancos, y mencía, destinada a sus tintos. Y, según afirma López, la calidad fue igual de buena en las dos. «Foi un ano moi correcto, na nosa zona non houbo moita incidencia das pragas e puidemos reducir o número de tratamentos», añade. Las condiciones meteorológicas acompañaron, y mucho, a la cosecha vitícola de Monterrei. No hubo heladas, ni nieblas que dañaran al viñedo. «A floración foi moi ben e conseguimos ter máis cantidade ca o ano pasado, un pouco máis. Pero foi porque non houbo xeadas nin enfermidades», asegura. Calcula que la producción será alrededor de un 10 % superior a la de la pasada campaña.
El resultado es que la uva, al igual que en las otras denominaciones gallegas, «é moi aromática», explica, lo que hace vaticinar, sin duda, «que vai ser unha boa añada». Así se deja ver ya en los primeros vinos y mostos que están ya elaborando las bodegas. «Teñen aromas moi frescos, moi afroitados e característicos da uva, tanto na godello coma na mencía», afirma. En su opinión, esta añada recuerda, por ejemplo, a la del 2022, que también fue de mucha calidad y con ella se podrán realizar algunas elaboraciones especiales, vinos de guarda que den cuenta de su calidad. Para él, Monterrei es una zona ideal para el cultivo del viñedo. «Temos máis en común coa zona do Douro, somos máis de secano e este é un cultivo que require secano. Estamos nun sitio privilexiado no que o terreo achega moito aos viños», argumenta. Si a mayores se le suma «que este ano a meteoroloxía foi moi estable» se logra la receta perfecta para conseguir unos vinos como los de Monterrei, que están triunfando en todo el mundo. No hay que olvidarse de que esta denominación de origen consiguió multiplicar por ocho sus exportaciones durante la última campaña. Una prueba de que los mercados están respondiendo bien a las propuestas de las bodegas de esta denominación de origen.
Ahora que la vendimia ha llegado a su fin y que la uva gallega está ya en las bodegas, llega el momento de ponerla en valor. Y ha quedado claro que este año los enólogos disponen de una inigualable materia prima con la que hacer su trabajo: elaborar vinos que vuelvan a conquistar los mercados y a los jurados de los mejores concursos.
El godello es de Valdeorras más que nunca
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Godello de Valdeorras. La marca insignia de la denominación de origen del oriente ourensano está más de moda que nunca. En un contexto generalizado en el que los clientes apuestan por pedir vinos blancos, la variedad godello es tendencia. Por eso, ahora el sector insiste tanto en remarcar el apellido, porque vinos de godello hay muchos, pero no todos son de Valdeorras. Y aunque ahora la variedad se plante en otros muchos territorios, su cuna está aquí. La uva puede crecer en otros lugares, pero el suelo y el clima no se pueden trasladar, y ese binomio es lo que la hace mágica. El godello es de Valdeorras y lo es más que nunca, como atestiguan los datos de la última vendimia, una de récord. Los 6,1 millones de kilos de la variedad estrella suponen la mayor cifra en la historia de la denominación de origen (D. O.).
La etapa dulce que viven las bodegas amparadas por la D. O. es el resultado de un largo proceso que se remonta a principios de la década de los setenta. Fue entonces cuando se tomó la decisión de buscar una alternativa a la viticultura en la zona, porque la evolución mostraba una pérdida de peso económico del sector, que además adolecía de innovación. Un sistema de trabajo obsoleto y una baja rentabilidad estaban provocando un éxodo masivo del campo. La solución se llamó proyecto Revival, liderado por el jefe de Extensión Agraria en aquel momento, Horacio Fernández Presa. Comenzó entonces un largo trabajo con los viticultores para cambiar la forma de gestionar el viñedo y recuperar las variedades autóctonas, en especial la godello, cuya presencia se había convertido en residual por su poca resistencia a las plagas. El objetivo era buscar cómo hacer las cepas más fuertes y competitivas, buscar ese sello diferenciador de Valdeorras. Fueron muchos años de investigación y trabajo de campo que dieron sus frutos, pero que no estuvieron exentos de sinsabores, sobre todo en las etapas iniciales. Las reticencias con las que parte del sector acogió el proyecto Revival fueron desapareciendo a medida que se lograban los primeros resultados. Y aunque años después reconoció que hubo épocas duras, Fernández Presa no cejó en su empeño. Se crearon campos experimentales en los que trabajaron con la variedad hasta conseguir injertos que garantizasen la producción. La calidad de la uva en sí nunca estuvo en entredicho, pero los rendimientos eran escasos y su resistencia ante las plagas también era limitada, de ahí que fuese necesario investigar cómo mejorar esas cuestiones. Se probaron diferentes sistemas de poda, el empleo de la empalizada en la preparación de los terrenos, el no laboreo de los viñedos... En una fase posterior se llevaron a cabo diferentes microvinificaciones para estudiar la afinidad de diez portainjertos americanos con la variedad autóctona; y se testaron desde diferentes levaduras en la fermentación a la influencia de la temperatura en el proceso. No fue fácil ni rápido, pero sí fructífero.
El resultado está ahora en boca de todos. Por eso no está de más recordar los inicios. «O godello salvouse da extinción en Valdeorras», defiende José Ramón Rodríguez Castellanos, presidente del Consello Regulador de la Denominación de Orixe Valdeorras. Y añade: «O proxecto Revival foi o xerme do éxito actual da nosa denominación de orixe». Y no solo eso, desde el organismo vitícola destacan que todo el godello que existe hoy plantado en el mundo tiene su germen en el territorio amparado valdeorrés. Y de ahí el logo que desde el año pasado reivindica todo el sector: «El godello es de Valdeorras».
En datos
La producción de godello es cada vez mayor. La vendimia recién rematada se cerró con 6,1 millones de kilos de uva de la variedad en bodega, unos 400.000 más que el año pasado, de los 8,2 recogidos en total. Significa que casi el 75 % de la producción amparada por el sello de calidad se ciñe a la uva estrella y no es porque haya más rendimiento, ya que la cantidad que se puede recoger por cada hectárea se mantiene en 12.500 kilos (salvo en aquellos casos de producción controlada, que entonces la cifra baja hasta los ocho mil); sino porque ha crecido la superficie destinada a su cultivo. «La cifra [de los 6,1 millones] es resultado de una dedicación cada vez más especializada a esta uva, que ha derivado en el aumento de aproximadamente 50 hectáreas más de superficie de producción», explica Jorge Mazaira, director técnico del consejo regulador. Porque en los últimos años todas las nuevas plantaciones, que en la mayoría de los casos apostaron por recuperar terrenos que, históricamente, habían sido viñedo, han ido destinadas a producir godello. Y lo mismo sucede en las fincas reconvertidas para dejar atrás variedades minoritarias y apostar por la reina. La superficie de godello medra y seguirá haciéndolo en el futuro, porque hay viñedo en crecimiento que está orientado a entrar en el sello de calidad. Las bodegas plantan, porque los vinos blancos son los que tienen mejor salida en el mercado y los viticultores, un sector que se está profesionalizando a pasos de gigante, saben que es con la uva godello con la que consiguen mejores precios. Ninguna otra variedad cotiza tan alta.
Meteorología perfecta
La de este año fue una vendimia mayor que la del 2023, con doscientos mil kilos más en el total para llegar a los 8,2 millones de kilos. «La climatología ha sido perfecta en la recogida de la uva», destaca Mazaira, ya que apenas llovió (hubo un fin de semana en septiembre en el que el agua caída obligó a parar los trabajos) durante la campaña en Valdeorras, puesto que cuando llegaron las tormentas la uva estaba en bodega. «El agua no afectó en absoluto a la calidad de la uva», añade Mazaira.
La godello es la variedad estrella y la mencía se mantiene como la más importante entre las tintas, con 1,2 millones de kilos recogidos. Lejos en cuanto a volumen están variedades minoritarias en la D.O., como son la blanca palomino fino, de la que se recogieron más de 444.000 kilos; y la garnacha tintorera, con 343.000 kilos metidos en bodega.
Los datos evidencian una realidad que es mundial: la tendencia de las bodegas a apostar por los vinos blancos en detrimento de los tintos. Y eso responde a la demanda del mercado, el consumo de vinos tintos ha caído mientras que los blancos gozan cada vez de mayor aceptación. Aun así, Mazaira cree que no debería perderse «el arte» de su elaboración en Valdeorras, a pesar de que sea más difícil introducirlos en el mercado.
Del otro lado, crece el volumen de variedades blancas en el cómputo total, como la uva palomino fino, «por tratarse de una variedad que, cuando acompaña a la godello, da vinos de excelente calidad». Es un recurso para darle un toque diferente a los vinos de la variedad estrella que, en cambio, si son plurivarietales, no pueden llevar la contraetiqueta de godello. Valdeorras es la única denominación de origen donde para lucir ese sello el vino debe estar elaborado 100?% con esa variedad. El pliego de condiciones no admite ningún tipo de acompañante. En ese caso llevaría la denominación de «castes nobres», reservada para los elaborados con un mínimo del 85% de uvas de variedades preferentes blancas (y ambas lo son).
Buenas perspectivas
En bodega fermenta el fruto recogido en una vendimia de récord en cuanto a uva godello, pero no es solo cuestión de hablar de cantidad. El presidente del organismo vitícola, José Ramón Rodríguez Castellanos, destaca también la «calidade excepcional» del fruto. Asegura que la tónica general es que está en un excelente estado sanitario, una cuestión que achacó al trabajo de bodegueros y viticultores.
Con esa uva ya fermentando, ahora la mirada está puesta en los vinos de la próxima añada. «Os resultados obtidos en calidade e cantidade fannos pensar en que esta colleita vainos situar de novo no podio de moitos concursos e guías especializadas», avanza Rodríguez Castellanos. Para comprobarlo será preciso aguardar todavía unos meses, aunque la espera será mucho más llevadera con una copa de vino de añadas anteriores en la mano.