El método que halla la huella dactilar del vino y certifica a qué D.O. gallega pertenece

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Santi M. Amil

Él Campus Auga premia un trabajo de la investigadora Cecilia Araceli Martínez Castillo que busca evitar el fraude en el sector vitivinícola

18 feb 2025 . Actualizado a las 09:49 h.

Un simple análisis permite ahora certificar si un vino amparado por cualquiera de las cinco denominaciones de origen vitícolas gallegas fue realmente elaborado con uva de esos territorios. Ese es el principal resultado del proyecto de investigación Galivino, en el que participó la investigadora Cecilia Araceli Martínez Castillo, y que fue merecedor del premio a la mejor contribución científica en la línea de Alimentación Funcional que entregó el Campus Auga de la Universidad de Vigo.

Premiar los esfuerzos de aquellos investigadores que contribuyan a la singularización del Campus Auga es uno de los objetivos de esta entidad, que la semana pasada entregó sus galardones. Entre los premiados estaba el proyecto Perfil de metales y metaloides como huella para la trazabilidad de vinos bajo cualquier denominación de origen de Galicia, realizado por Martínez Castillo. La investigación, que se desarrollo en el marco del proyecto europeo Galivino, buscaba poner coto al fraude en el sector vitícola diseñando un sistema sencillo que permitiera certificar que un vino cumplen con las características de los que se han elaborado al amparo de una de las cinco denominaciones de origen gallegas.

«Cogimos más de un centenar de vinos de diferentes denominaciones de origen gallegas, pero también de otras regiones españolas como Asturias, Castilla- La Mancha o Castilla y León, y analizamos hasta un total de 45 elementos que forman parte de su composición«, cuenta Cecilia Martínez. Con los resultados se elaboró un perfil distintivo de cada uno de los vinos, «lo que se conoce como huella dactilar», añade esta investigadora.

El siguiente paso fue el de optimizar el proceso y, para ello, se seleccionaron solo los elementos que eran más relevantes, reduciendo así el número de variables y el tiempo y el costo asociado a este análisis. «Redujimos el número de variables que analizábamos a unos pocas, para que así el análisis fuera más sencillo y pudieran realizarlo, por ejemplo, las bodegas», cuenta. Toda esa información fue utilizada para entrenar modelos predictivos mediante técnicas de aprendizaje automático, tales como las redes neuronales artificiales, las máquinas de soporte vectorial o el bosque aleatorio. Los algoritmos implementados generaron modelos que facilitan la detección de fraudes en la composición de los vinos, «lo que contribuye a ahorrar tiempo y dinero, además de hacer la técnica más accesible para productores y compradores», cuenta esta investigadora. A mayores, la investigación también permitió comprobar que el modelo más adecuado para el análisis de los vinos y la determinación de su huella digital es el bosque aleatorio, ya que se obtienen resultados con errores bajos y un enfoque práctico.

El estudio ha permitido diseñar dos modelos que permitirán garantizar a qué denominación de origen gallega pertenece un vino. «Si tienes un vino amparado por una denominación de origen, analizando solo determinados elementos y aplicando este modelo matemático te podemos decir de qué denominación es», concluye Cecilia Martínez. Porque, «dependiendo de las zonas geográficas, los suelos tienen unas propiedades determinadas que luego pasan a las uvas y, de ahí, a los vinos», añade. Hasta ahora, analizar todos elementos era una tarea complicada y costosa, que gracias a esta investigación se ha simplificado. Aún así, Martínez considera que sería necesario seguir trabajando en el estudio para ampliar el número de muestras analizadas y también para incluir nuevos tipos de vinos. Eso permitirá desarrollar un modelo capaz de extrapolar los resultados a un mayor número de bodegas y denominaciones de origen.