La floración deja paso en las viñas a los racimos de una nueva cosecha

AGRICULTURA

El mildiu está complicando en muchas zonas de la Ribeira Sacra la fase en la que está en juego la próxima vendimia
18 jun 2025 . Actualizado a las 10:01 h.Aunque muchos piensan lo contrario, los incipientes racimos que asoman en las vides en el arranque de la primavera no reflejan fielmente lo que será la futura cosecha. Esos primeros frutos, que surgen tras el parón invernal en la fase del ciclo vegetativo inmediatamente posterior a la brotación, todavía tendrán que cuajar durante la etapa de floración que ahora se está completando en las viñas. La meteorología y la mayor o menor incidencia de hongos especialmente dañinos como el mildiu son factores determinantes para que el racimo pueda completar finalmente su configuración.
Al igual que sucede en la brotación de las vides tras el letargo propio de los meses más fríos, el ritmo de la floración es muy variable en una zona tan diversa como la Ribeira Sacra en alturas y orientaciones de las viñas. Las primeras yemas suelen despertar en los viñedos de riberas como la del Sil, especialmente abrigadas, donde también es habitual que la uva esté lista antes para ser recogida al llegar la época de la vendimia. La cuenca del Sil suele destacar a su vez a estas alturas por lo avanzado de la floración, aunque el desarrollo de los racimos puede variar significativamente dentro de una misma parcela. Junto a cepas en las que no se completó puede haber otras con el fruto ya cuajado.
Una fase crítica
La floración es una fase crítica en la que la vid tiene una elevada sensibilidad a la propagación del mildiu. La primavera lluviosa propició este año que nada más levantar el tiempo apareciesen las inconfundibles manchas en las hojas que delatan la presencia del hongo. En algunos viñedos esta enfermedad —también tuvo bastante incidencia el black-rot— acabó por infectar los racimos y echará a perder parte de la cosecha antes de que el fruto pueda desarrollarse. Las quejas de los viticultores apuntan desde hace tiempo a la escasa eficacia de algunos tratamientos fitosanitarios que hasta no hace mucho resultaban efectivos la hora de combatir el mildiu.
Los expertos coinciden en señalar que este circunstancia posiblemente se deba a la generación de resistencias por parte del hongo a los principios activos de algunos productos. Los tratamientos sistémicos ya no son una garantía frente a los hongos y muchos viticultores optan ahora por mezclar diferentes marcas y composiciones para conseguir una mayor efectividad. La vieja norma de tratar las viñas cada quince días ya no sirve y lo habitual es que la distancia de tiempo entre una y otra aplicación sea nueve o menos jornadas. Incluso así no siempre se evita que el mildiu pase a los racimos y los eche a perder.
El tiempo inestable de las últimas semanas dio pie a la aparición de nuevos brotes de mildiu incluso en viñas en las que hasta ahora habían conseguido mantener a raya su incidencia. Los viticultores confían en que el sol y las altas temperaturas contribuyan a inhibir la actividad del hongo. Si hay tormentas, sin embargo, con la humedad se acabará esta pequeña tregua.
Las «superuvas» de laboratorio, algunas ventajas y muchas sombras
El incremento en la periodicidad de los tratamientos fitosanitarios en el viñedo, a veces con escasos resultados frente a los hongos, no solo tiene para el viticultor un elevado coste económico. La mayor cantidad de aplicaciones de este tipo de productos genera un impacto ambiental y puede traducirse, por otra parte, en la presencia de residuos indeseados en los vinos. Para conseguir una viticultura y un producto más saludables, especialistas como Alfonso Losada abogan por diseñar en el laboratorio variedades de vid resistentes a enfermedades como el mildiu o el oídio. Esas «superuvas» se obtendrían a través de procesos de modificación genética que ya se aplican en muchos cultivos.
«Si se autorizan nuevos tipos de melocotón o de tomate, ¿por qué no de vid», se preguntaba en una entrevista en estas páginas Vicente Sotés, catedrático de viticultura y experto en cambio climático. Los debates sobre la modificación genética de las vides proliferan en las redes sociales y no todo el mundo tiene las cosas tan claras. «Se todos imos cara as castes de laboratorio resistentes, acabouse a biodiversidade e todos os viños serán iguais», apunta en uno de estos foros el viticultor de O Ribeiro Antonio Míguez Amil.
Borrar la tradición
Consultado al respecto, este cosechero insiste en sus dudas sobre la conveniencia de esta fórmula en un contexto productivo como el de Galicia. «Suporía —señala— borrar de boas a primeiras a cultura do viño dende hai séculos e a singularidade de cada territorio. Tampouco está testado, por outro lado, se esas castes van ser sensibles co tempo a outras enfermidades ou á mesma pero doutro xeito».