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El sueño roto de una pareja abocada a cerrar su granja ecológica y a sacrificar sus 600 gallinas

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso RIBADEO / LA VOZ

GANADERÍA

Aun teniendo placas solares, los elevados costes les obligan a reciclar su explotación, abierta hace diez años, hacia el ecoturismo

23 oct 2023 . Actualizado a las 20:17 h.

«PitaSana somos Noelia, Pablo y nuestro pequeño Xurde. Esta granja ecológica familiar es nuestro sustento, nuestro sueño, nuestra forma de dar a conocer y de cuidar la enorme riqueza que hay en el entorno rural». Ese es el mensaje de encabezamiento que figura en la web de PitaSana, una granja ecológica, el proyecto vital de una pareja que hace diez años se animó a apostar por el rural, por un modo de vida sostenible, diferente. PitaSana se encuentra en Boal, en el Occidente asturiano, y es un ejemplo de las enormes dificultades para sacar adelante negocios en un entorno rural. Porque parte de ese sueño se trunca, al verse abocados a cerrar su granja ecológica de gallinas y a gasear, por imperativo legal, las 600 aves que tiene ahora en la explotación. El sacrificio ya tiene fecha: el 15 de diciembre.

«Ese día vamos a hacer el cese de la distribución y producción de huevos ecológicos y las gallinas serán sacrificadas», apunta Noelia García Fernández, embarcada ahora en la transformación de su negocio a un nuevo proyecto, Acougo Vida Sana, relacionado con aspectos como el ecoturismo, actividades de experiencia en la granja, la agricultura, la salud, el mindfulness (el desarrollo de la facultad de atención plena a través de ejercicios de meditación) para niños, paseos por el bosque, concienciación del medio ambiente, etcétera.

«Vendiendo nosotros la docena de huevos a las tiendas a 3,60 euros cubres gastos, pero no sacamos un sueldo, de modo que trabajamos gratis para proporcionar alimentos de máxima calidad»

«Otra parte pensamos dedicarla al coliving (un modelo residencial comunitario con similitudes con el coworking), dirigido a gente que se quiere quedar a trabajar en el rural compartiendo espacios con más gente. También pensamos en una escuela artística, en fin, tenemos muchas ideas en mente para ir desarrollando», añade Noelia.

Pero lo inmediato es pasar página de la granja de gallinas ecológica: «Llegamos a tener 1.200, pero ahora estamos por las 600. Sacrificaremos las gallinas y dejaremos la producción de huevos, pero mantendremos la granja para organizar actividades».

«La normativa está pensada para las granjas industriales, no para las pequeñas, que lo tenemos muy difícil. Y más en el rural».

La explotación avícola cesa porque no da más de sí, por el incremento de los costes: «Las gallinas tienen un ciclo de puesta, que alargamos hasta el año y medio. La normativa dice que a partir de entonces hay que sacrificarlas. Lo que ocurre es que aquí, por esta zona, no hay matadero de aves, de modo que tenemos que hacer el sacrificio en nuestras granjas, gaseándolas y depositándolas en un contenedor que después recoge un gestor autorizado. Desde el principio llevamos peleando porque se hagan mataderos de aves en ubicaciones estratégicas. En el Principado, en la última visita que les hicimos, nos dijeron que lo estaban valorando, que lo tenían sobre la mesa, pero habrá que ver cuándo lo hacen», explica Noelia. 

Trabajar gratis

Y añade: «Al principio en lugar de sacrificarlas donábamos pequeños lotes, haciendo un censo con los datos de trazabilidad, pero ahora no lo permiten. Después las llevábamos a un matadero, a Lugo, pero el coste era muy alto. La normativa está pensada para las granjas industriales, no para las pequeñas, que lo tenemos muy difícil. Y más en el rural. Una vez vino a recoger las gallinas una empresa de Segovia. Pero no volvió. Dijo que no le compensaba. El coste emocional de tener que sacrificar nosotros las gallinas y el económico, de no recuperar el dinero, hace mella. Si a eso unimos la subida del precio de los cereales, del cartón, del gasoil, de los envases... Al final, en el último sacrificio de gallinas ya no cogimos más. Y ahora haremos el último. Vendiendo nosotros la docena de huevos a las tiendas a 3,60 euros cubres gastos, pero no sacamos un sueldo, de modo que trabajamos gratis para proporcionar alimentos de máxima calidad. Y eso que tenemos placas solares», concluye.

Diez años después se embarcarán en un nuevo proyecto: «No es un paso atrás»

Noelia García Fernández afronta este nuevo capítulo en su vida como una oportunidad, no como un paso atrás: «No hablamos del cierre de PitaSana, sino de una evolución. A nivel personal, el proyecto Acougo Vida Sana es muy ilusionante. Hablamos de salud, de cuidado, de cultura, de arte en el rural... tiene muchas más patas que la granja ecológica. Pero sí que es una pena que se pierdan explotaciones e iniciativas como la nuestra en el rural, porque al final quienes están ganando la batalla son las grandes industrias, aunque produzcan en ecológico, porque ni la política agraria ni las normativas autonómicas apoyan realmente al pequeño productor. Se nos llena la boca hablando de la defensa y promoción del rural, pero al final la realidad es que todo son problemas».

En todo caso, el día 15 de diciembre, con el cese de la producción de huevos ecológicos en PitaSana y el sacrificio de las gallinas se pondrá un punto y aparte en una historia que se inició en el año 2012: «Un proyecto de vida familiar basado en el anhelo por levantar una granja sostenible, ecológica y artesana en el occidente asturiano. Habitar el medio rural de forma ética era nuestro sueño. Y decidimos hacerlo real levantando una granja tradicional y ecológica: un lugar donde la conservación del medio ambiente, el bienestar animal, el aprovechamiento eficiente de los recursos y la cultura tradicional fueran las bases, los pilares firmes, para levantar una pequeña empresa», relatan.

Ahora, su idea es comenzar a construir los apartamentos turísticos y a restaurar el pajar el próximo año. Un nuevo giro en su apuesta por el rural.