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Así puede reducir su huella la ganadería extensiva: eliminar la soja y vender reses improductivas

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

XOAN A. SOLER

Agaca midió en un proyecto de investigación las emisiones que generan el vacuno, las ovejas los cerdos y las aves

04 nov 2024 . Actualizado a las 09:22 h.

La huella de carbono que deja la ganadería se ha convertido en tema de debate en los últimos años. Frente a las corrientes que proponen rebajar el consumo de carne, debido al elevado coste medioambiental que consideran que tiene esta actividad, hay otras que ponen de relevo las ventajas de un sector que no solo permite fijar población en el medio rural, sino que también lo mantiene vivo y cuidado. La Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca) ha querido ahora meter baza. Y lo ha hecho con un proyecto de investigación que mide las emisiones que ocasiona la ganadería en extensivo en Galicia y ofrece una serie de consejos para reducirlas.

Agaca deja claro, en primer lugar, que la ganadería extensiva tiene muchas ventajas para el medio ambiente. La primera, que los animales aprovechan tierras que no son aptas para el cultivo. La segunda, que las emisiones que protagonizan estos animales por sus características fisiológicas se ven compensadas por la capacidad del sistema para fijar carbono atmosférico a largo plazo en los pastos y reciclar otros gases de efecto invernadero. Es por eso que la entidad decidió poner en marcha un proyecto de investigación para evaluar cuál era la huella de carbono real de la ganadería extensiva gallega y ver si era posible implantar técnicas que mejorasen estos datos.

Explotaciones participantes

En la iniciativa colaboraron Avícola Eidoverde, que cría pollos en cinco hectáreas de terreno en Verea, Ourense; Froitos da Horta A Ruliña, que se dedica a la cría de porcino en extensivo en Carballeda, en Lugo; la explotación de Vanesa Díaz, que produce carne de ovino en Friol; y la de Hugo Trabada, que tiene un rebaño de Rubia Galega en Cervantes. También, el Centro Tecnolóxico da Carne. «Analizamos toda a lexislación que temos en medio ambiente e despois recollemos todos os datos que precisamos nas granxas para calcular a súa pegada de carbono», cuenta Sergio García, responsable del área de Calidad y de I+D+i de Agaca. Se midieron cuestiones como el número de animales que tenían, la superficie de la explotación, el tipo de insumos y el consumo de agua, entre otros. Con ellos se calculó cuanto carbono se emitía para producir un kilo de carne. «A través deste método sacamos a pegada de carbono e hídrica, e outro tipos de impactos ambientais que ten esta actividade», añade García.

En todos estos trabajos colaboró el Centro Tecnolóxico da Carne, que también «elaborou unha serie de medidas para reducir esa pegada de carbono», explica el técnico de Agaca. «Medimos, en total, 16 parámetros, e vimos que existen determinados puntos nos que se pode actuar para reducir esa pegada», relata Antía Vázquez, técnica de proyectos y de I+D+i en este centro. Quiere dejar claro que las explotaciones gallegas «sitúanse á vangarda» en lo que a reducción de emisiones se refiere.

Lo primero que los técnicos detectaron es que «había moita marxe para a mellora» y cambiando algunas prácticas, las granjas podían reducir notablemente su huella. Eliminar la harina de soja de la dieta de los animales, «que é un produto moi demandante de recursos», explica, es el primer consejo que los técnicos dan a los ganaderos. El segundo, que se proceda a la venta de animales improductivos, que solo consumen recursos. Aumentar el rendimiento kilo canal, comprar más cerca el material para las camas o mejorar la gestión del estiércol son otras de las prácticas que estos ganaderos pueden hacer para ser más eficientes.

Avicultura y cerdo, los sistemas de cría más eficientes

Entre las conclusiones del estudio destaca que la producción de carne de pollo es la que tiene menor huella ambiental. Y eso es así porque es el sistema más eficiente en producción y también por las reducidas emisiones que provocan estos animales. En el lado contrario de la balanza se sitúa el vacuno, pero solo por la fisiología propia de estos animales, que emiten mucho más metano.

Producir un kilo de carne de pollo supone la emisión de 4,414 kilos de carbono equivalente a la atmósfera. En el caso del cerdo, esta cifra se eleva hasta los seis kilos. En el del ovino, también por la fisiología de estos animales, las emisiones crecen hasta los 17 kilos. Por último, en el vacuno aumentan hasta los 25,7 kilos. Aún así, el estudio de Agaca deja claro que «a produción extensiva de carne de vacún reduce os impactos da pegada de carbono nun 15 %, comparada coa produción media de carne nas bases de datos de Ecoinvent», añaden.

El documento también recoge una serie de prácticas que cada sector puede poner en práctica para reducir esa huella. Además de eliminar la harina de soja, que es común a todos, en el caso de las aves, por ejemplo, apuesta por sustituir la alimentación por piensos orgánicos e incrementar un 5 % el rendimiento del kilo canal de la explotación. En ovino propone comprar el material de las camas más cerca y mejorar la gestión del estiércol. En porcino, reducir la tasa de mortalidad durante los primeros meses de vida, mejorar el rendimiento del kilo canal y mejorar también la gestión del estiércol. Y en el sector bovino las medidas deben ir por reducir los animales de reposición y mejorar la eficiencia en el uso del gasoil.