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Discarlux gestionará la aldea modelo de Ferreiros y Agader ya está acondicionando el suelo

Emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

GANADERÍA

CEDIDA

El proyecto recuperará 6,6 hectáreas para ganadería extensiva

04 nov 2024 . Actualizado a las 09:29 h.

La aldea modelo de Ferreiros (Ames), la primera iniciativa de estas características aprobada en la provincia de A Coruña, ya tiene entidad gestora. Será la empresa cárnica Discarlux, una prestigiosa firma del sector con una estrecha vinculación con el rural amiense, ya que Discarlux abrió en el 2018 en la aldea de Trasmonte la Fisterra Bovine World, un explotación de trece razas diferentes de ganado vacuno (Angus Aberdeen, Wagyu, Simmental, Galloway, Hereford, Dexter, Highland, Cachena, Limia, Sayaguesa, Maronesa, Frisona y Rubia Galega) alimentadas y criadas con productos autóctonos y tradicionales de Galicia.

La explotación de la aldea modelo de Ferreiros, en la que precisamente se planteó como producción prioritaria la ganadería extensiva, implicará el aprovechamiento de más de seis hectáreas de terreno de uso agroganadero que estaba abandonado o infrautilizado para tal fin.

Antes de que la explotación sea una realidad es necesario acondicionar el suelo que gestionará Discarlux. Para ello, la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural (Agader), vinculada a la Consellería do Medio Rural, encargó a Tragsa a finales de septiembre el contrato para poner en valor los terrenos de Ferreiros con un plazo de ejecución de tres meses con un presupuesto de 67.773 euros, una intervención financiada dentro de la partida presupuestaria para movilización de tierras en el rural y dotación de infraestructuras básicas de apoyo para desarrollar el sector primario.

Estos trabajos han comenzado hace apenas una semana con maquinaria trabajando en la zona para acondicionar esta futura explotación de ganadería extensiva.

El proyecto de esta aldea modelo de Ames comenzó a gestarse en el año 2021 cuando el Concello de Ames analizó la posibilidad de incorporarse a este programa de Medio Rural y consideró que la zona con más posibilidades era la aldea de Ferreiros, ya que uno de los requisitos fundamentales es que el terreno esté catalogado como zona de alto riesgo de incendios y que la población acepte este cambio de modelo productivo, que busca rentabilizar la riqueza del suelo, frenar el abandono de históricas zonas de cultivos y la caída demográfica del rural gallego.