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Mantener la biodiversidad aumenta la productividad y ayuda al control de plagas

M. Cedrón REDACCIÓN | LA VOZ

SOSTENIBILIDAD

ANA GARCIA

Un estudio realizado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales del  Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) confirma que las franjas con vegetación silvestre entre campos de cultivo aumentan hasta un 70 % las presencia de artrópodos polinizadores

21 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Afecta la configuración de los paisajes agrícolas a la abundancia de artrópodos y, como consecuencia, al aumento de la producción de los cultivos? Lo hace. Y mucho. Es lo que ha podido comprobar un equipo internacional de investigadores en el que participa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del Centro Superior de Investiagciones Científicas (CSiC) en un trabajo publicado en la revista Ecology Letters. Tras analizar los datos brutos recogidos en 49 estudios previos que analizaban 1.515 paisajes agrícolas europeos, el grupo concluye que en las áreas donde hay mayor densidad de franjas con vegetación autóctona aumenta un 70 % la presencia de artrópodos polinizadores. Eso resulta especialmente importante porque un 40 % de estos insectos contribuyen a controlar las plagas de forma natural. Pero además, como apunta Elena Concepción, una de las investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales que participó en el proyecto, «esos bordes favorecen una mayor productividad en una misma superficie cultivada». Además, apunta que «las áreas donde hay mayor densidad de lindes, hemos comprobado que la abundancia de artrópodos polinizadores y los controladores naturales de plagas aumentaron un 70 y un 44 %, respectivamente. Al mismo tiempo, hemos detectado que en los paisajes con más de un 50 % de tierras cultivadas la producción de las cosechas aumentó con la densidad de los lindes». De ahí que, como destaca, el mantenimiento de la biodiversidad es compatible con la producción agrícola.

Lo mismo sostiene otro de los investigadores del MNCN, Mario Díaz, quien explica que eso  «corrobora que favorecer la diversidad en los ecosistemas no solo mejora la biodiversidad sino que aumenta la producción agrícola y la hace más sostenible». 

El trabajo ha permitido comprobar, además, que la agricultura y la ganadería intensivas perjudican la biodiversidad porque reducen drásticamente el número de especies animales y vegetales. El problema es que las que desaparecen con estas prácticas son imprescindibles para producir los alimentos que consumimos.