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Empleados que se hacían oídos sordos a los golpes de la policía en la verja

e. a., j. r. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

La llegada de los agentes no pasó desapercibida en el entorno de la empresa

12 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si querían ser discretos, desde luego no han conseguido su objetivo. El desembarco de policías uniformados y funcionarios de Agricultura en Ribeira, delante de la sede de Proyectos y Desarrollos Renovables (PDR), donde antes -y está por ver si también ahora- se asentaban las oficinas de Vidal Armadores no pasó desapercibida. No ayudó que el local esté situado delante de un pequeño centro comercial. Ni que al lado haya un comercio de chinos. Pero lo realmente determinante para que todo el vecindario se enterase de la inspección fueron los golpes que los agentes tuvieron que propinar a la verja de las oficinas -pues llegaron a una hora en el que estaba cerrado al público- para hacerse oír. En el interior, los empleados no se daban por aludidos. Salieron antes los trabajadores del bazar de al lado, asustados por los ruidos metálicos y las voces al grito de «tenemos una orden», que los de PDR. Al poco de haber comenzado la inspección, los agentes volvieron a salir al exterior para hacer un recado: comprar folios. Se hicieron en el chino con dos paquetes de 500 hojas que cargaron a la cuenta de la empresa inspeccionada. Se supone que eran para imprimir el material informático de los ordenadores, que fueron inspeccionando uno a uno y, según testigos presenciales, siguiendo un orden establecido.

Pasadas las diez y cuarto llevaron la cena. Tenían por delante trabajo hasta la madrugada.