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¿Podrán comer 10.000 millones de bocas?

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

La polémica está servida. Con la tierra al límite de su capacidad de producción y el cielo todavía a años luz, solo queda el recurso a los océanos. La pesca sostenible y, sobre todo, la acuicultura son esenciales en la lucha contra el hambre y para alimentar los 10.000 millones de bocas que querrán comer en el 2050. Eso sostienen unos. Otros, sin embargo, señalan que ya hay comida suficiente para esa población. Bastaría con eliminar el desperdicio.

19 jul 2020 . Actualizado a las 12:34 h.

No hace mucho más de un siglo que el biólogo Thomas Henry Huxley sostenía ante la comunidad científica londinense que los recursos marinos eran inagotables. De estar vivo en 1990, cuando colapsaron muchos stocks pesqueros, estaría abochornado. Aunque la situación de los océanos a estas alturas del segundo milenio ha mejorado, todavía hay una porción importante de las zonas de pesca sobreexplotadas (el 34,2 %, según la FAO) y la pérdida de biodiversidad marina no va a la zaga de la terrestre. La buena noticia es que los científicos más optimistas, como el biólogo Boris Worm o el ecólogo Carlos Duarte, sostienen que todavía se está a tiempo de recuperar esa parte líquida del planeta, la misma que ha pasado tan desapercibida que incluso los habitantes de esa bola azul la llaman Tierra.

 Regenerar los océanos es una empresa que se antoja urgente. Vienen en camino 2.000 millones de bocas más que alimentar y la tierra no da para más. El aumento de la población y la desertización han reducido al máximo la disponibilidad de suelo de cultivo per cápita. «Desde el 2015, el mundo ha entrado en una era desconocida, limitado por los recursos y por la disponibilidad de suelo y de agua para producir alimentos», asegura Carlos Duarte, catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudí. Descartado «un exoplaneta» a años luz -bromea Duarte-, ¿podrán ser los océanos esa gran despensa de donde sacar alimentos para una población de 10.000 millones de personas en el 2050?

«No se trata de que podamos producir más alimento del océano; es que debemos hacerlo», enfatiza Vidar Helgesen. El representante del Gobierno noruego para los Océanos en los paneles de alto nivel del Cambio Climático está convencido de que erradicando la pesca ilegal, planificando el océano y realizando una gestión eficaz y sostenible de los recursos «hay una oportunidad para aumentar un 20 % las capturas salvajes». Recetas que tanto él como Worm, investigador en la Universidad Dalhousie en Halifax (Canadá), completan con la descarbonización del transporte marítimo y el avance hacia una economía neutra en carbono, el empleo de la tecnología y el big data para hacer una industria más responsable y transparente, la recuperación de manglares y la creación de una red de áreas marinas protegidas, que actuarían de «póliza de seguro» para la biodiversidad.

  

El imperativo de la sostenibilidad

La FAO es otra de las instituciones que miran al océano como parte de la solución a la necesidad de sustento. «Y debe ser parte de la solución», subraya Manuel Barange, director de la división de Pesca de la agencia de la ONU. Eso sí, «no hay alternativa en la lucha por la sostenibilidad. Si fallamos en la gestión, vamos a fallar a la hora de contribuir a la mejora nutricional del planeta y a la obligación moral para eliminar el hambre y la pobreza».

El hambre cero es uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para el 2030, al igual que la regeneración de la vida submarina. Y el último informe de la FAO sobre seguridad alimentaria ve alejarse esa meta, al constatar «el aumento del hambre y la persistencia de la malnutrición». Se estima que casi 690 millones de personas pasaban hambre en el 2019 -diez millones más que en el 2018- y en ocasiones se pierde de vista que la pesca y la acuicultura proporcionan comida al mundo. Sin ocultar que existen problemas, es importante el esfuerzo que ha realizado para acercarse a la sostenibilidad. Javier Garat, secretario general de Cepesca, se aferra a los datos de la FAO que apuntan a que hoy en día «el 79 % de los peces que se descargan provienen de poblaciones explotadas a niveles biológicamente sostenibles», y carga contra los mensajes que tratan de demonizar la que el representante de los armadores califica de «proteína perfecta», la «más saludable» y la de menor huella de carbono, la ideal para esas 10.000 millones de almas que poblarán el planeta en el 2050. La voz discordante es la del biólogo marino Enric Salas, explorador residente de National Geographic que, junto a Manu San Félix, recibió el premio Sartun de la segunda edición del Encuentro de los Mares, con el que la división de Gastronomía de Vocento distingue las acciones en defensa de los océanos. «El mundo ya produce comida para 10.000 millones de personas». El problema es que «se desperdicia un tercio de la granja a la mesa». En los países pobres, porque se pudre en la barca por falta de infraestructura para preservar las capturas, y en los ricos, «en el refrigerador o en la mesa, porque la gente compra demasiado». Además, ¿para qué salir a pescar?, si el mar «no va a dar más pescado». Hace años que las capturas están estabilizadas en los 96 millones de toneladas y sigue bajando, dice. Salas es de los que ve el vaso medio vacío en los datos de la FAO y sostiene que dos tercios de los caladeros están sobreexplotados, al tiempo que pone en duda las estadísticas mismas del organismo de la ONU. Se fía poco de un ente que «no hace más que recopilar las cifras que ofrecen los Estados», países que serían reticentes a dar los números reales porque «pescan de más».

Para el biólogo de National Geographic, la protección de los ecosistemas marinos y las reservas son un imperativo para recuperar las poblaciones de peces. El futuro pasa por ahí. Por ahí, y por eliminar las subvenciones a la pesca industrial y redirigirlas a la flota artesanal, y por consumir pescado de proximidad y, sobre todo, algas, la única acuicultura que ve con buenos ojos, pues la del salmón, aparte de que «no es sostenible», es dañina para la salud de los océanos y «no es la mejor solución».

Retos de la acuicultura

Que la acuicultura tiene por delante grandes retos en sostenibilidad lo corrobora Carlos Duarte. Entre otros, eliminar su dependencia del pescado salvaje. Emplear 20 millones de toneladas de peces para producir 5 millones de granja «no es sostenible». Como tampoco lo es recurrir a la soja. Ahora bien, el prestigioso experto en ecosistemas marinos tiene claro que no queda otra que buscar alimento en el mar. Que puede darlo en cantidad y, sobre todo, en calidad. Lo ridículo es que el planeta azul vea el agua como un elemento limitante a la producción de alimentos: «Para el año 2050, la agricultura será incapaz de suministrar el alimento necesario y hará falta que una cuarta parte del alimento venga del océano».

Ya en Nature publicó que «con relajar un poquito la presión pesquera» se puede recuperar la biomasa «en 10 o 20 años». Mientras, ¿de dónde sacar comida? Recuperando aquella práctica de domesticar especies marinas que se inició en el mar Rojo y que a escala industrial lo hicieron casi al unísono noruegos (con salmón) y gallegos (con mejillón) en los setenta.

 Si la acuicultura sigue creciendo al ritmo actual, un 7 %, para el 2040 se podrían alcanzar los 600 millones de toneladas, suficiente para cubrir el déficit de alimentación. Diez años más tarde, serían mil millones. Y todo empleando un 4 % de la superficie del océano. La agricultura ocupa el 60 %.