La UE busca un sello de sostenibilidad común que dé ventaja a su pescado
SOMOS MAR

La propuesta de reglamento está prevista para el primer semestre del 2022
27 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.De todas las macrotendencias de consumo que existen, la sostenibilidad es la tendencia entre las tendencias. La megatendencia. Lo advirtió el director de Princes Limited, Neil Bohannon, ante los representantes del 90 % de la industria atunera mundial en la décima conferencia internacional del atún, celebrada en Vigo. Desgranó los últimos caprichos de ese gran tirano que es el mercado. «No es solo un reto, sino una dinámica clave de consumo», avisó el responsable de la línea de frescos del que es uno de los grupos de alimentos y bebidas más grandes de Europa, con sede en el Reino Unido. Ya no es solo que el atún que va en la lata -o en el pouch (bolsa), como ahora les ha dado a los estadounidenses por consumir este pescado- tenga que proceder de una pesca sostenible, es que el proceso completo que sigue ese pescado del mar al plato tiene que serlo.
No es una tendencia nueva. Ya en la última conferencia se puso el foco en ella. La novedad es esa fuerza que ha cobrado y que amenaza con cerrar puertas a todo aquel túnido incapaz de demostrar su inocencia ambiental y, ahora, también, social y económica. Porque comienza a asomar la cara humana de la pesca. Esa que a veces pone rostro a la moderna esclavitud que EE. UU., quizá por su pasado -y presente- no quiere perdonar. Así, mientras la industria estadounidense, como explicó en el foro Andrew Solomon, director de ventas de Trimarine, piensa en estándares para mitigar el riesgo de abusos en la pesca, en Europa, la Comisión Europea, tradicionalmente reacia a las ecoetiquetas, se plantea seriamente instaurar un sello de sostenibilidad.
Lo avanzó en la conferencia el jefe de Análisis Económicos, Mercados y Evaluación de Impacto de la Dirección General de Asuntos Marítimos y Pesca (DG-Mare), Frangiscos Nikolian, quien situó en el primer semestre del 2022 el lanzamiento de la propuesta comunitaria para regular ese estándar de sostenibilidad.
Nikolian expuso que, después de la información sobre la fecha de captura, lo que busca el consumidor son datos sobre sostenibilidad antes incluso que del origen, según el último Eurobarómetro sobre hábitos de consumo de los productos de la pesca y de la acuicultura. Y en eso trabaja la DG Sante (Dirección General de Salud), en incorporar al etiquetado el esfuerzo que han hecho los productores comunitarios para que los stocks estén en niveles sostenibles.
Por ahora, la información que se recoge en las etiquetas está regulada en dos reglamentos, uno de la DG Sante, que exige incorporar datos sobre alérgenos, caducidad e ingredientes, y otro de la Organización Común de Mercados, que fija la información obligatoria sobre productos pesqueros frescos, refrigerados y congelados y enumera la que se puede incorporar de forma voluntaria, incluida la que alude a la sostenibilidad del producto en cuestión.
La primera normativa está ahora en revisión, con motivo de la estrategia De la Granja a la Mesa o Farm to Fork (FtF), que la Comisión Europea ha lanzado para garantizar un sistema alimentario sostenible, al tiempo que busca el ansiado terreno de juego igualitario o level playing field. Y es ahí donde se está valorando si introducir los elementos de sostenibilidad en un nuevo estándar.
Parte del trabajo ya está hecho. En abril del año pasado, comentó Nikolian, se realizó la evaluación de impacto inicial. Y en noviembre del 2020 se designó un equipo de expertos científicos para identificar posibles criterios e indicadores para medir la sostenibilidad. Incluso se ha consultado a la población sobre la pertinencia del sello (entre noviembre del 2020 y febrero del 2021) y ahora se está preparando la evaluación de impacto antes de lanzar la propuesta de reglamento comunitario.
Un estándar que podría ayudar a los pequeños operadores a certificarse
La Comisión Europea evalúa los pros y los contras de implantar el estándar de sostenibilidad. No desarrollar esa certificación es todavía una de sus opciones, por más que cobre fuerza la posibilidad de llevarlo adelante por todo lo que significa para la industria pesquera y alimentaria europea, que tiene que medirse en su propio mercado con un 70 % de producto importado. «Introducir estas normas de sostenibilidad propiciarían un terreno de juego equitativo», expuso Frangiscos Nikolian en la conferencia.
Así, contribuir a la igualdad de condiciones entre los operadores que venden sus productos en la UE es uno de los pros, como también lo es lo que aporta en la mejora de la transparencia para consumidores y operadores a lo largo de la cadena de suministro.
Otro de los aspectos positivos que subrayó el jefe de Análisis Económicos fue la oportunidad que abre a los pequeños operadores de la cadena que les resulta demasiado oneroso participar en un sistema de certificación privado. Los costes para estos productores, dice Nikolian, solo son soportables si lo hacen en el marco de la UE.
Ahora bien, el problema está en definir qué es pesca sostenible y qué información se da en ese sello. Según Nikolian, este estándar debería proporcionar información sobre aspectos como el estado del stock o el impacto del arte de pesca en el fondo marino. Ni que decir tiene que eso abriría de nuevo una polémica sobre si hay artes de pesca más dañinas que otras o si lo que hay es un uso dañino de las mismas.