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La Illa dos Ratos, escenario de un polémico rescate, fuente de fertilidad y enclave para furtivos

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

SOMOS MAR

CAPOTILLO

El pequeño islote, cuyo nombre se pierde en la bruma de los tiempos, se encuentra en Poio a escasa distancia del paseo de Ostreira

22 jul 2022 . Actualizado a las 09:23 h.

El pasado 18 de julio el rescate de un joven en la Illa dos Ratos, en Poio, se viralizó después de que este asegurase por redes sociales que no necesitaba auxilio alguno —«no sé quién llamó a la policía y trajeron un puto helicóptero»— y, como se suele decir en estos casos, colocó este pequeño islote en el mapa del mundo.

Situado al suroeste de Campelo, en las proximidades del banco marisquero y playa de A Seca, ninguno de los vecinos consultados para este reportaje atinó a decir cuál podría ser el origen del nombre. Así, el experto Pedro de Lorenzo y Macías (Pontevedra, 1947) reseñó que ya en su momento «el Padre Sarmiento dejo escrito algo sobre este islote».

Recogiendo testimonios de la zona, más recientemente se convirtió en un lugar de especial encanto para las parejas, las cuales «llegaban a pie desde Campelo». Y, «con luna llena, fue una fuente de fertilidad», añade Pedro Lorenzo, al tiempo que advierte de que «tenían que estar pendientes de la subida [de la marea], ya que las aguas se vuelve violentas y ponen en peligro a los inexpertos en el conocimiento de la zona».

Y por San Xoán, algunos marineros y pescadores de la zona que no salían a faenar solían «barear os barcos para escorrentar o meigallo», recordó Peregrina. Esta vecina de Campelo destacó, asimismo, que su entorno siempre fue banco marisquero e, incluso, zona de vivero para aquellos propietarios de depuradoras que se dedicaban a la venta de almeja.

CAPOTILLO

De hecho, en la actualidad, en su entorno suelen operar, aprovechando la bajamar, los furtivos, que, en algunos casos, habilitan zulos en los que ocultan gran cantidad de bivalvos. «Siempre uno queda de vigilante, ya que el mar es dual: suave y cruel. Si alguno era cercado por las violentas aguas, le arrojaban un cabo y lo llevaban a la orilla», apunta Pedro Lorenzo.

Un solitario eucalipto

Ubicada al paso del paseo de Ostreira —de hecho, hay quien conoce la isla como A Ostreira—, es una roca de grandes dimensiones que en muy escasas ocasiones el agua llega a cubrir por completo y donde se yergue un solitario eucalipto sobre un manto de vegetación seca. Impertérrito al paso del tiempo y de las andanzas de los furtivos, ya nada queda de las ostras que de le dieron nombre a esta zona de Poio.

Lo que sí se localiza en sus proximidades son, tal y como recoge el blog Viajes por Iberia, «restos de un muro en el mar (...). Tal vez haya sido una cetárea, tal vez un pequeño espigón para proteger a las barcas, pero aquí apenas hay oleaje». Y es que, según añade su autor, la cercana «Illa de Tambo es un gran rompeolas y es muy raro que el mar se encabrite en la parte más interior de la ría».

En todo caso, «tras el muro y donde se encuentran las barcas, se adivinan restos de amarras e, incluso, el esqueleto de alguna barca largo tiempo sumergida».