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«Esperé agazapado 15 horas. Me salvó pensar en mi mujer y mis hijos»

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

SOMOS MAR

El francés que naufragó frente a las Sisargas visitó su barco en A Coruña tras recibir el alta hospitalaria

15 nov 2022 . Actualizado a las 10:55 h.

Laurent Camprubi es alto, delgado, con la piel de un navegante curtido y de trato exquisito. Aunque su aspecto desaliñado y expresión alegre le hace parecer más joven, lo cierto es que tiene 62 años. Lo delatan las gafas para la presbicia que usa para leer el móvil. «He visto en el Facebook el vídeo del rescate. Nunca agradeceré lo suficiente a estos hombres lo que han hecho por mí. Es increíble: dedican su vida a salvar la de otros». Laurent se refiere al equipo de Salvamento Marítimo que este pasado martes logró rescatarlo con vida después de que su embarcación voltease con él dentro frente a las islas Sisargas.

Vecino de la localidad francesa de Marsella, casado, con cinco hijos («el primero ya tiene 37 años, aunque el más pequeño, tan solo tres meses», explica) participaba en unas pruebas clasificatorias de la regata internacional Ruta del Ron, que cada cuatro años reúne al menos a 120 patrones que parten en solitario de Saint-Malo hacia las Antillas. Recién salido del Chuac, en A Coruña, donde fue tratado por deshidratación e hipotermia (ingresó con 34,5 grados de temperatura corporal) confirmaba que tras realizar una travesía complicada, al llegar al cabo Fisterra sobre las seis de la tarde, el viento soplaba a 30 nudos, las olas alcanzaban los dos y tres metros y estaba alejado de la costa. «De repente, percibí que no tenía orza. Me disponía a tirar de la vela grande cuando el barco comenzó a inclinarse. No lo pensé mucho y me metí dentro. Y en 15 segundos ya estaba volteado». Laurent relata que en ningún momento entró en pánico y enseguida activó las balizas de posición y se centró en encontrar y enfundarse uno de los dos trajes de supervivencia que llevaba en el velero «No fue fácil, porque la burbuja de aire era de unos 40 centímetros, el traje estaba mojado y el agua muy fría, entre 17 y 18 grados centígrados». Pero lo consiguió.

Un barco de 800.000 euros

La espera para que alguien acudiese a rescatarlo fue desesperante. «Dieciocho horas, dieciocho horas», repite mirando el barco de 800.000 euros semihundido y ya amarrado en el pantalán de Marina Coruña a la espera de su arreglo. «18 horas dentro, pero otras 30 sin comer ni beber, porque venía de una travesía complicada y todo ocurrió cuando tenía pensado hacer un descanso», explica. De hecho, tan solo pudo comer dos plátanos que pescó flotando en su encierro submarino. Y todavía con la pulsera hospitalaria en su muñeca, sigue contando, con una mezcla de portugués y español, detalles de su incidente. «Escuché llegar el helicóptero e intenté varias veces golpear el barco para dar señales de vida, pero no tenía ni fuerzas ni espacio. Se fueron. Pasé la noche agazapado y agarrado para no golpearme con la zozobra. Fueron casi 15 horas en la misma posición». El martes, sobre las 9.30 horas, comenzaba a ver la luz bajo sus pies. Escuchó de nuevo un helicóptero y, al poco tiempo, un gancho asomó por la escotilla. «Me agarré a él y me sacaron». Ya fuera de peligro, se abrazó a sus salvadores, con los que por la tarde se reunió de nuevo. «Me dijeron que temían que no resistiera la noche. Y yo les contesté que mi miedo era que no volviesen a por mí». Deportista de élite en moto acuática y bicicleta, Laurent dice que se «quebró» el cuerpo varias veces, pero esta fue su peor experiencia. «Me salvó pensar en mi mujer y mis hijos».

Los miembros de Salvamento Marítimo: «Ver cómo asomaba la cabeza hizo que se nos quitara todo el cansancio acumulado»

«Espera lo inesperado», asegura el jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Finisterre, Manuel Capeáns, que destaca tres ideas que singularizan la atención de esta emergencia: «incertidumbre, extraordinario y equipo». Al otro lado de la operación de rescate, los miembros de Salvamento Marítimo de Finisterre han querido compartir cómo vivieron la acción que le salvó la vida al navegante francés. El patrón del Salvamar Betelgeuse, Rodrigo Piñeiro, que lleva menos de un mes en la empresa, considera tan «intensa» como «gratificante» la experiencia vivida cerca de las Sisargas. «En cuanto nos dieron el aviso desde la CCS Finisterre, salimos de puerto volando literalmente», asegura. Después comenzaron unas horas frenéticas en la que desconocían aún si la persona desaparecida estaba todavía dentro del barco. La labor de los buzos del Ardentia Marine, con base en Fene, fue fundamental. «Nuestro objetivo principal era comprobar que el náufrago estaba vivo y respondía a nuestras señales», aseguran los buceadores Antonio Gómez y Andrés Pita . «Al golpear el casco, enseguida respondió con gritos y golpes y, mediante una mezcla de francés e inglés, conseguimos tranquilizarlo», cuentan.

Lo importante entonces era asegurar la flotabilidad del velero, para, a continuación, comenzar el proceso de inmersión. «Una vez reconocido todo el acceso, nos dimos cuenta que había unas botas rojas de un traje de flotación a la izquierda de la entrada de la habilitación. La reacción inmediata fue tocar una bota y el pie se retiró instantáneamente. Metimos un bichero hacia la zona, el hombre lo agarró y al momento apareció una cara con los ojos abiertos, que se empujó hacia nosotros con gran templanza», recuerdan los buzos, que agarraron al náufrago y lo sacaron a flote. «Entonces se agarró a su velero, miró hacia los lados sonriendo y nosotros  le dijimos: "Dont worry, now Helicopter for you"».

Los miembros de Salvamento Marítimo que estaban en la superficie vivieron el momento con gran exaltación. «Ver cómo aparecía de debajo del barco y asomaba la cabeza en la superficie hizo que a todos los que estábamos luchando por que saliera nos cambiara la cara de desesperación a felicidad en un segundo, quitando así todo el cansancio que teníamos encima acumulado, como si fuera un chute de adrenalina, y haciéndonos valorar así, aún más, nuestro trabajo», dice Pablo Fole, marinero del Salvamar Betelgeuse. La misma sensación que tuvo Vicente Cobelo, técnico de Operaciones SAR de Sasemar: «Una noche sin dormir y un trabajo intenso, pero, sobre todo, una enorme satisfacción personal de todo el equipo humano implicado en esta emergencia».

Desde Salvamento llaman a la prudencia a los navegantes. El jefe de Operaciones SAR de Salvamento Marítimo, Juan Ferrer, cree que un aspecto clave del éxito de esta misión fue que «el tripulante estuviera muy bien preparado», ya que iba con una equipación especial que evitaba la hipotermia y que le permitió aguantar 14 horas en el agua. Y también tenía unos conocimientos que le hicieron esperar con calma la llegada de los equipos de emergencia.