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Idoia Ibáñez: la mujer que era feliz cruzando el estrecho de Dardanelos a los mandos de un petrolero

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

R. V.

Ibáñez, que formó parte de la segunda promoción de Marina Civil, mandó un buque antes que las que se matricularon el año anterior

18 mar 2023 . Actualizado a las 14:01 h.

Idoia Ibáñez probablemente no fue la primera mujer que mandó en un buque mercante. Pero sí la pionera en hacerlo teniendo en su poder el título de capitán —lo prefiere a capitana— de la marina mercante. Aunque inició con otras dos chicas sus estudios en 1980, el segundo año en el que las mujeres pudieron acceder a esta carrera, fue la primera en llevar los mandos de mercantes de gran porte. Lo consiguió antes incluso que las que se matricularon en la promoción inaugural, en 1979.

Idoia se aficionó a los petroleros. Grandes. De 123 metros de eslora y 40.000 toneladas, como el que mandó en 1994. Dos años antes, en el 92, había estado a los mandos de una gabarra de 2.500 toneladas en Barcelona. Fue ahí donde adquirió las habilidades para después manejar esos petroleros que le encantaba dirigir por el estrecho de Dardanelos, contó a Eva Millán Raúl Villa Caro, doctor ingeniero naval, oficial de la Armada y capitán de la marina mercante, además de coautor del libro La mujer en la mar: historias de sueños cumplidos. Puede que el sueño de Ibáñez no fuese el de navegar por ese paso de 60 kilómetros que conecta el mar Egeo con el de Mármara, pero el caso es que acabó siendo su lugar preferido en el mundo. Era su entretenimiento profesional preferido una vez que la realidad se encargó de aplastar esa idea romántica de que navegando se ve mundo. Ese ver mundo se quedó en escalas de apenas 24 horas, que a veces ni siquiera daban para pisar el muelle.

Aunque le costó conseguir su primer embarque en una época en la que la superstición ganaba a la razón de largo, en cuanto logró que le confiaran los mandos por primera vez, no se apeó en 17 años, los que pasó embarcada. Y más de la mitad en la misma empresa: la Compañía Logística de Hidrocarburos.

De vuelta con la maleta

Tantos reparos a embarcar a una mujer había entonces que, en una ocasión, Idoia Ibáñez tuvo que regresar a su casa con la maleta que llevaba preparada para una travesía de meses porque, cuando llegó al buque en el que le habían dicho el día anterior que sí la cogían, el capitán enmendó sus palabras porque el armador se negaba en rotundo a llevar a bordo a una mujer como oficial alumna.

Tuvo dificultades para conseguir su primer contrato, pero, cuando lo logró, se quedó nueve años en la empresa. Y se ganó la confianza de la gente gracias a que la vieron evolucionar como capitana y ganar seguridad, sin dudar en desembarcar a aquel que perturbase la convivencia a bordo, algo que tuvo que hacer en más de una ocasión.

Con todo, en sus primeras travesías la ponían a hacer guardia con el primer oficial que estaba casado y no con el segundo o el tercero que, a diferencia de aquel, estaban solteros. Como curiosidad, Villa apuntó que la empresa en la que trabajaba Idoia Ibáñez tuvo que cambiar el convenio colectivo para cubrir situaciones que antes de contratarla a ella no estaban recogidas, como los permisos por maternidad. No hizo falta en el caso de Idoia, que antepuso su vida profesional y no ha sido madre. Tras 17 años embarcada, la capitana se quedó en tierra, como responsable del área de seguridad y medio ambiente de la flota.

Tras media vida laboral embarcada y otra media comprobando la seguridad de petroleros, Ibáñez se jubiló de forma anticipada para dar descanso al corazón, como parecían aconsejar los antecedentes familiares. En él, una espina: no haber cruzado el Ecuador. Pero siempre le quedará el estrecho de Dardanelos.