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Una reunión, «Zoom» y el tope de 100 asistentes

Basilio Otero PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE COFRADÍAS DE PESCADORES

SOMOS MAR

C.

Diario del presidente de las cofradías españolas

26 mar 2023 . Actualizado a las 04:48 h.

La semana empezó en la Cofradía de Burela, pero brevemente, pues a media mañana salí para coger vuelo A Coruña-Madrid-Lisboa. El avión salió con retraso de A Coruña y el enlace en Madrid era solo era de media hora y la T2 y Air Europa son muy suyos. Por suerte, la puerta de embarque en Madrid no estaba lejos de la de llegada y no hubo problemas, solo una pequeña carrera y listo, que es lo habitual en muchas ocasiones. A la llegada a Lisboa pedí el transporte gratuito que tenía el hotel y me sorprendió lo cerca que estaba del aeropuerto. Tanto, que a la vuelta hice el camino andando, porque eran apenas 5 minutos escasos. Me sorprendió el hotel, porque a pesar de estar tan cerca del aeropuerto no se escuchaba absolutamente nada.

El martes y el miércoles estuvimos reunidos en el hotel con el Consejo Consultivo Europeo de Regiones Ultraperiféricas. Siempre me sorprende la gran diferencia de formas de trabajar y de vender que hay en las distintas regiones. Diferencias, en este caso, acrecentadas por la lejanía y lo hacen valer siempre los representantes de Mayotte, isla Reunión, Martinica, Guadalupe o Guyana Francesa cuando se expresan. Se sienten abandonados, a pesar de que son regiones de la UE.

El miércoles regreso a Madrid desde Lisboa y llegamos (¡oh, no!) a la T4S, esa terminal satelitaria que te obliga a coger el tren chuchú que hay de enlace entre esa terminal y la T4. Al llegar se me acercan dos chicos negros y uno me pregunta: «¿No hay más tren?». «No —le explico yo—, este tren termina aquí; solo es el enlace entre una terminal del aeropuerto y otra; ahora, para ir a la cuidad, hay metro o taxi. A las once de la noche ya no hay tren de cercanías desde la T4». Los muchachos me dicen que quieren ir a la calle República Argentina y les digo que yo voy en metro y aunque me dirijo a la estación de Sevilla, cercana a Sol, paso por República Argentina. «Yo os guío, si queréis», me ofrezco. Se vienen conmigo y ,a la salida de la terminal, justo antes de pasar la puerta de salida me pregunta de dónde soy. «De Galicia ¿y tú?», me interesa. «De Mali. En Galicia mucho trabajo y mucho frío», me dice. «Sí», le contesto. Entonces, se para antes de salir; habla con el otro chico que no decía nada y me dice que me acompaña el otro chico y que él se queda. Yo les digo que vale, y nos vamos camino del metro, me detengo a coger el billete y me dice el chico «tique». «Yo te lo saco, no te preocupes», digo. Y Entramos en el metro. Le pregunto si habla español, me dice que no, que solo italiano, pues «andiamo», le digo. «A República Americano, vamos?», inquiere. Le contesto que no, que es República Argentina; cogemos la línea 8 hasta Colombia y la 9 hasta Príncipe de Vergara; yo, para tomar la línea 2 hasta Sevilla y él se baja en República Argentina. Lo veo marcharse dubitativo, a las 23:45 de la noche, y me entristece verlo tan perdido y sin saber hacer más. Espero que Aliú, de Guinea Bisáu, encontrara al chico de Mali que, ahora que lo pienso, no sé si se quedó porque quería o porque no tenía más dinero para el metro.

El jueves en la sede de la FNCP asistí a una videoconferencia que le había pedido a la subdirectora de Control e Inspección de Marina Mercante, pero éramos tantos los que queríamos asistir que no pudieron entrar todos. Desconocía que Zoom tiene un tope de 100 personas. Lo supe cuando nos llamó mucha gente para decirnos que no podía entrar en la reunión virtual. Tengo que pedir disculpas porque desconocía que había ese límite y porque no esperaba que acudiese tanta gente. Quiero agradecer también a Ana su claridad en la exposición, pues es un tema que preocupa y al que debemos dar solución.

Ya el viernes, y para terminar la semana, en la sede de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores (FNCP) estuvimos reunidos con el sector del cerco del Mediterráneo. Fue una reunión larga y, aunque me obligó a cambiar el vuelo de regreso, fue muy fructífera y de mucho consenso, aunque tengo que reconocer que me tenía algo preocupado.

El regreso fue bueno. Contento, además, por terminar la semana en viernes. Hacía ya tiempo que no acababa ese día. Pero relativamente. Porque aunque debería haber llegado a Burela a las 21.30, lo hice el sábado a las 00:30, pues el vuelo llevaba dos horas y media de retraso.

Toca fin de semana. Disfrutadlo comiendo pescado y siendo felices. ¡Acordaos de que solo nos dan una oportunidad de vida!