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Y a los 611 días del naufragio lograron reflotar al Serenín

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

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Un círculo rojo marca en el mapa el lugar donde se fue a pique el Serenín, que en la fotografía aparece participando en la procesión marítima de Celeiro del 2019
Un círculo rojo marca en el mapa el lugar donde se fue a pique el Serenín, que en la fotografía aparece participando en la procesión marítima de Celeiro del 2019 P.L. / S.C.

Ardentia Marine culminó con éxito la recuperación de los restos del arrastrero de Celeiro

12 sep 2023 . Actualizado a las 04:45 h.

Por causas aún por aclarar, el arrastrero de litoral Serenín, con base en Celeiro (Viveiro), naufragó en la noche del 6 al 7 de enero del 2022 cuando navegaba rumbo a Avilés para descargar sus capturas. Sus ocho tripulantes saltaron a las balsas salvavidas y los recogió la lancha de los prácticos avilesinos. Se fue a pique cerca de la bocana del puerto, frente a una playa. Sin éxito, en agosto del año pasado intentaron reflotarlo en varias ocasiones. Y lo han conseguido 611 días después, en un complejo y delicado operativo que resolvió con éxito la empresa gallega Ardentia Marine.

Barreras anticontaminación rodean en el dique exterior del puerto de Gijón lo que se pudo recuperar de ese arrastrero de 30 metros de eslora. Hasta El Musel lo condujo el remolcador Joaquín Ruyra. Ahora está previsto izarlo, desguazarlo y tratar los residuos en una empresa especializada.

También ha sido complicado el reflotamiento. Ardentia Marine lo preparó concienzudamente durante semanas y aprovechó el buen tiempo del sábado para sacarlo de la zona donde acabó tras chocar contra unas rocas.

Un amasijo de hierros

A unos quince metros de profundidad, permanecía volcado sobre el costado de estribor (derecho) y semihundido en la arena. Tanta arrastraron las mareas y los temporales que los especialistas de Ardentía optaron por dragarla, así como por retirar piedras, para aligerar peso y facilitar el reflotamiento.

Sometido a los vaivenes del mar y a las inclemencias meteorológicas durante cerca de veinte meses, el puente de mando se había desprendido del casco. Por esos mismos motivos, su interior era un amasijo de hierros, muchos rotos en varias estancias.

Alrededor de treinta profesionales formaron el amplio equipo de ingenieros, buzos y técnicos había comenzado que preparó la recuperación del pecio. Desde tierra seguían con cámaras la evolución de los trabajos en el fondo. Y en el lugar del hundimiento estaban dos embarcaciones, la Cuico y la Ardentía 16.

Después de dragar los restos y con los anclajes preparados, comenzaron a elevarlo a la superficie con unos cien globos de aire. Despacio, tratando de que no se partiese y velando en todo momento por la integridad de los especialistas. Unas cinco horas tardaron en sacarlo a flote.

Pero todavía quedaba otra parte delicada, remolcarlo más de 33 kilómetros hasta El Musel. También el traslado salió bien, el Joaquín Ruyra lo consiguió.

Capitanía Marítima de Avilés autorizó la retirada de los restos del Serenín, por seguridad marítima y por minimizar el impacto ambiental. Esos eran los objetivos de la armadora del pesquero de Celeiro. De todos los gastos se hizo cargo la aseguradora del buque.