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Anfaco cifra en un 30 % la caída de la producción de conserva de mejillón

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

El sector bateeiro espera que en el 2024 se revierta la tendencia de los últimos años

10 mar 2024 . Actualizado a las 04:45 h.

Aunque todavía se están echando las cuentas del año pasado, el sector mejillonero gallego tiene claro que los datos de producción del 2023 han sido malos. Tan malos que es necesario remontarse al 2013, cuando las toxinas se instalaron en las rías durante largos meses, para hallar unas cifras similares. Así lo sostiene el presidente de Opmega, Ricardo Herbón, que evita los paños calientes y recalca que la campaña ha sido «moi, moi mala», especialmente en lo que atañe al mejillón que de dirige a la industria transformadora. Y es que en el 2023 se hizo especialmente acuciante un problema que lleva ya un par de años apuntando maneras: el mejillón no alcanza el rendimiento en carne que necesitan las conserveras.

Las palabras del secretario general de Anfaco, Roberto Alonso, parecen darle la razón. «Pendiente del cierre de los datos del 2023, estimamos un nuevo descenso en el volumen de producción de conservas de mejillón, estimando una caída en el acumulado de los últimos años superior al 30 %», explica el portavoz de los fabricantes de conservas.

Según señala, «en las últimas campañas se observa un descenso en el volumen de extracción de mejillón cultivado en batea, que también está presentando un rendimiento de carne muy bajo». ¿A qué se debe esta circunstancia? La respuesta a esta pregunta no es sencilla. Desde Anfaco atribuyen el problema de la falta de carne al «cambio climático o la temperatura del agua», pero reconocen que estos son solo «algunas de las causas que están afectando a la producción de este molusco o a su bajo rendimiento».

Desde la producción comparten esa visión. Las altas temperaturas registradas a destiempo en las aguas de las rías gallegas produjeron constantes desoves, que consumieron parte de la energía y de los recursos que los bivalvos deberían haber dirigido a su crecimiento. Pero los bateeiros apuntan también a otras razones que explicarían la mala cosecha del 2023, entre ellas unos años de escasez de mejilla de calidad. «Tivemos moi mala cría, de calidade moi regular», dicen los mejilloneros consultados.

Los últimos datos oficiales de la acuicultura de las bateas que están disponibles son los que recoge el anuario elaborado por la Consellería do Mar en el año 2022. Hablan de una producción total de 219.698.852 kilos —una cifra dentro de la normalidad—, de los cuales el 73 % se destinó al mercado del bivalvo fresco y el 26,91 % restante a la transformación. Las conserveras consumieron entonces un total de 59.126.528 kilos. Las cifras del 2023 parece que van a ser mucho peores: ha habido menos mejillón y, por lo tanto, menos producto para enlatar.

Consecuencias socioeconómicas

La campaña del 2023 da sus coletazos finales sin haber logrado vencer los malos augurios que sobre ella pesaban. Las peores expectativas se han cumplido y «todo ello está teniendo unas consecuencias socioeconómicas importantes a lo largo de toda la cadena de valor, afectando a la producción de la industria conservera que tiene en este producto la base fundamental de la elaboración de sus especialidades».

Desde la patronal Anfaco desean que «pueda estabilizarse la producción de mejillón en calidad y rendimiento». Es decir, mejillón grande, «uno de los productos estrella de la industria conservera». Claro que ahí tienen mucho que decir los productores. «Quen este ano quixo apostar por ese tipo de mexillón, atopouse con que o mal tempo llo levou todo. Van volver arriscar o ano que vén?», se preguntan en Opmega.

«Falta materia prima porque una parte se está mandando fuera, sobre todo a Italia, y por la temperatura del agua»

Conservas Friscos cumplirá en poco tiempo los 80 años desde su fundación en 1946. A partir del 2004, concentrando toda su actividad en su moderna fábrica de Catoira. A orillas de la desembocadura del Ulla, desde su dirección presumen de ser la única empresa del sector que realiza todo el proceso de fabricación de sus conservas, incluidas sus propias salsas. Atún al margen, con materia prima de origen exclusivamente gallego. Su referencia estrella, el mejillón.

Así las cosas, Friscos sirve como un excelente medidor del estado de las cosas alrededor del bivalvo rey de las rías gallegas. Tanto es así, que los datos de volumen de fabricación proporcionados por su director comercial, Antonio Vázquez, calcan los aportados por Anfaco como media del sector. «Desde del año 2022 —apunta— venimos acusando un descenso en el número de latas fabricadas, como consecuencia de la dificultad de acceso a la materia prima principal, mejillón de las rías gallegas, que es el único que elaboramos en nuestra planta». En dicho año, añade, «no superamos los 15 millones de latas fabricadas, lo que supuso un descenso anual del 7,5 %. En el año 2023 no alcanzamos los 12, lo que supuso otra reducción del 20 %. En dos años, hemos experimentado una disminución de la cantidad comercializada del 30 %», con «un fuerte impacto en el empleo» y, en menor medida, en la facturación de Friscos, acolchada parcialmente, explica su director comercial, por efecto de la inflación. Antonio Vázquez atribuye la fuerte caída de la materia prima en tan solo dos años principalmente a un par de razones. La primera: «Una parte del mejillón se está mandando fuera, sobre todo a Italia, más pequeño, con lo que resulta más fácil de trabajar para los productores». Un tamaño que no le sirve a la conserva gallega, dice el directivo de Friscos, que en su caso necesita mejillón de tamaño grande para mantener sus estándares de calidad tras el paso de la vianda por sus dos obligados procesos térmicos antes de su enlatado final: el de cocción y de esterilización.

La otra causa, señala Antonio Vázquez, es «el factor medioambiental, las altas temperaturas del agua hacen que el mejillón crezca menos en los últimos años».