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Alba González: «Me preguntaron qué hacía metiéndome en un barco lleno de hombres»

María Rey / A.A. A CORUÑA

SOMOS MAR

Alba González posando frente a una embarcación
cedida

Es de las pocas mujeres que cursa el grado de Máquinas Navales en la UDC. En un mundo mayoritariamente masculino, lucha a diario contra discriminaciones por causa de género.

10 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mi nombre es Alba González Ramos, y soy una mujer». Así comenzaba Alba su relato, su experiencia profesional como mujer en un mundo mayoritariamente masculino, sexualmente discriminatorio. Alba, de 21 años, estudia el grado en Máquinas Navales en la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas, en el Campus de Riazor de la Universidade da Coruña (UDC), y es una de las cuatro alumnas de sexo femenino de su promoción.

Tras graduarse en el bachillerato tecnológico por el IES Monte das Moas, decidió escoger esta titulación porque veía oportunidades y le parecía un «mundo muy bonito». Sin embargo, los obstáculos no tardaron en presentarse. «Ciertas personas me lo desaconsejaron porque no era la carrera para mí, ¿no? Me preguntaron que qué hacía metiéndome en ese mundo siendo mujer, qué hacía en un barco lleno de hombres».

Si consultamos los datos de la titulación, comprobaremos que en el curso académico 2021-2022, de las 33 personas matriculadas, solo 5 eran de sexo femenino (un 15 %, aproximadamente). Esta cifra iría disminuyendo exponencialmente: los dos cursos siguientes, del 15 % se pasaría al 12 %, para después reducirse al 10. Para el próximo curso, 2024-2025, la ETS oferta 50 plazas. Cuántas de ellas serán ocupadas por mujeres está por ver.

Pese a estar contenta con la carrera, Alba confiesa sentir más presión por ser mujer. Relata que, desde un principio, «vas avisada de que te van a exigir más. Tienes que dar un poco más que tus compañeros». Lo peor, no obstante, no es la posible presión externa, sino la interna. «Yo, conmigo misma, me exijo mucho más. Quizás me podría permitir estudiar un poco menos. Claro que me lo podría permitir, pero soy yo la que no me lo permite. Por ser mujer, sí. Me parece que si fallase, las críticas tendrían razón». Precisamente para acallar las críticas, Alba lleva dos años consecutivos obteniendo el Premio Ángela Ruiz Robles a la excelencia académica. Gracias a su tesón, su figura podrá servir de referente a futuras alumnas que se planteen sumergirse en el mundo naval. Gracias a su dedicación, podrá cambiar su propia experiencia: «Era bastante raro encontrarse una mujer en el ámbito marítimo. Sí que las hay: hay jefas de máquinas, hay capitanas, pero yo en ese momento [al empezar la carrera] no conocía a ninguna».

Pese a todo, ella quiere recalcar que en el centro educativo de la UDC nunca sufrió nunca ningún tipo de discriminación de género por parte del profesorado. Entre sus compañeros ya es otra historia. «Igual que te lo encuentras en el día a día: Hay gente que te apoya, hay gente que no, hay gente que considera que no estás preparada para la carrera… Pero bueno, el tiempo pone a las personas en su sitio, supongo». Con todo, relata que ha tenido «muchísima suerte». La discriminación juntó a cuatro mujeres, cuatro alumnas, y creó una sororidad que, confiesa, de haberse conocido en otras circunstancias, probablemente no habría existido. El patriarcado, especialmente presente en sus círculos de influencia, aunó un dique de contención contra desigualdades y críticas sin fundamento. Construyó un frente común, un motivo por el que luchar y, por desgracia, demostrar. Continuar demostrando, día a día, nuestra valía. Y ese es precisamente el mensaje que Alba le quiere transmitir a cualquier mujer que se esté planteando hacer esta carrera: «Que debería hacer lo que le guste. Si te gusta o piensas que te puede gustar Máquinas, a mí me parece que es una carrera muy bonita, y tienes un montón de salidas».

Ahora bien, puede resultarnos extraño que una mujer se decida a cursar esta titulación, justamente por la tradición machista, por la cuestión ideológica que lo pone todo en contra. Porque no es la opción fácil, la socialmente aceptada. En el caso de Alba, fueron sus hobbies los que la fueron ayudando inconscientemente, con el paso de los años, a decantarse por esta opción. «Desde siempre me han gustado los deportes de mar, entonces sí que es verdad que, debido a esos ambientes, conocía la profesión. El ambiente marítimo fue algo que siempre tuve a mano y vi desde muy pequeña. Mis ventanas dan al puerto, por debajo de mi casa pasa el tren que llevaba el carbón a las centrales de As Pontes, a Meirama. Es algo que he tenido presente desde que era niña». Pero quizá más relevancia que las aficiones haya tenido su familia. «Agradecer a mi entorno y a cómo me han criado». En su casa, comenta, nunca se hizo distinción de un trabajo para hombres o mujeres, de hobbies para niñas y para niños. «Probablemente las muñecas me gustaban, sí, pero también me gustaban los coches». Recalca que nunca se la ha educado desde una perspectiva de género. Nunca se la ha encasillado. «Si Fulana quiere ser aparejadora, que sea aparejadora. Si quiere ser arquitecta, que sea arquitecta. Si quiere ser ingeniera, que sea ingeniera. Si quiere ser mecánica, que sea mecánica. Si quiere ser fontanera, que sea fontanera. Bueno, por supuesto, si quiere ser peluquera, que sea peluquera». Porque, apunta, así como en titulaciones universitarias hay esa brecha, no podemos olvidarnos, tampoco, de los ciclos formativos.

Ante estas situaciones de acoso, la Universidade da Coruña (UDC), cuenta con un protocolo, aprobado en el Consello de Goberno del 20/12/2023. Tal y como informa, «este protocolo ten por finalidade promover e manter unha contorna segura para todas as persoas que forman parte da comunidade universitaria da UDC, libre de violencia de xénero e de violencias LGTBIfóbicas». Así, la universidad lucha por prevenir y actuar contra violencias directas, así como aquellas de índole cultural o simbólico. Busca ofrecer protección tanto al personal trabajador de la institución como al alumnado. Su plan de acción engloba acciones formativas, informativas y de sensibilización. Promete, por otro lado, ciertas garantías relativas a la confidencialidad y objetividad, entre otras. Para la aplicación de este protocolo se crea la Comisión de Igualdade, encargada de iniciar el procedimiento. Toda persona podrá comunicar la situación a la dirección de la OIX (Oficina para a Igualdade de Xénero da UDC) y presentar, de ser el caso, una solicitud de intervención (no siendo válidas, en ningún caso, denuncias anónimas). Tras una valoración inicial de la denuncia se llevará a cabo, de ser necesario, el resto del procedimiento. Por último, la intervención se cerrará con una posterior fase de evaluación y seguimiento. Cabe destacar que, por el momento, no hay constancia de ninguna queja formal por motivo de género procedente del grado de Náutica.