Los temporales testan unas bateas avejentadas tras años malos para el sector
SOMOS MAR
Muchos productores «parchean» sus mejilloneras ante la falta de fondos
29 ene 2025 . Actualizado a las 04:45 h.«O mar non quere nin pereza, nin pobreza». El refrán con el que arrancan estas líneas fue recuperado ayer de su memoria por un bateeiro arousano. El mar es exigente y no tolera ni a quienes dejan para mañana lo que pueden hacer hoy, ni a quienes escatiman en gastos donde no deben hacerlo —por inapelables que sean sus razones—. Salía a relucir esa píldora de sabiduría popular al analizar el estado general de la flota de bateas que pueblan las rías gallegas. Un estado que dista mucho de ser el ideal.
«Cando hai anos de crise coma os que vimos de pasar, os primeiros en pagalo son os artefactos». Ricardo Herbón, el presidente de Opmega, asegura que no hace falta «máis que saír dar unha volta pola ría para ver que hai moito traballo que facer; hai moitas bateas que necesitan renovarse». Es una estampa habitual tras una sucesión de años como los pasados, con problemas de producción y ventas. «Todos sabemos que ás bateas hai que facerlles un mantemento anual, pero cando os números non dan, todo o que non é imprescindible déixase ‘para o ano que vén'», explica Herbón.
No es una buena estrategia, reconoce José Oubiña, de la Asociación Illa de Arousa. Pero hay momentos en los que hay que apretarse tanto el cinturón que se acaba renunciando a cuestiones, como la puesta a punto de las bateas, que son cruciales y que nadie abandona por gusto. «Se non facturas, o mantemento das bateas non se fai tan ben como é debido. E a batea é a que che dá os cartos. Se se che vai á praia, ou as pedras, perdes todo», explica.
Bien lo saben los productores. Y bien lo saben también en talleres como Marousa. «La gente no hace los trabajos que tiene que hacer porque no puede. ¿Quién se va a arriesgar por gusto a que se le vaya la batea? Nadie. Lo que pasa es que si no pueden, van tirando con parches mientras aguante», explica su responsable.
Luego, llegan temporales fuertes y surgen todo tipo de problemas. Herminia dejó vagabundeando por la ría a varias bateas, pero los daños ocasionados, apuestan los responsables de las organizaciones de productores consultadas, serán más. Claro que para poder cuantificarlos habrá que esperar. La borrasca Ivo deberá cruzar sobre nosotros antes de poder empezar a pensar en salir a evaluar destrozos, que en esta ocasión se concentrarán en zonas que suelen ser de abrigo. «Eso tamén vai notarse nos danos que poida haber. Porque cando tés a batea nunha zona abrigada, confíaste máis e cando chega un temporal así, fai máis dano», explica Ricardo Herbón.
Las subvenciones
Desde el punto de vista del presidente de Opmega, y no es el único, el envejecimiento de la flota de bateas se debe, también, a los cambios en la política de concesión de subvenciones para construcción y renovación. Desde Marousa reconocen que ese es un factor determinante: las cantidades con las que se respalda al sector no se han actualizado en años, mientras que los precios en el mercado se han disparado de forma más que considerable. Por no hablar de que los procesos se retrasan considerablemente, generando incertidumbre en un sector que no está para muchas fiestas. «En estos momentos está abierto el plazo para pedir la subvención, así que nosotros se puede decir que estamos en temporada alta... pero de hacer presupuestos. En todo caso, no es lo que era antes, no hay tanta gente preguntando», explican desde el taller vilanovés.
Quienes están acostumbrados a lidiar con el mal tiempo son aquellos productores que tienen sus mejilloneras en zonas más expuestas. Es el caso de los socios de Amegrove. «Yo creo que en nuestro caso, las bateas están en un buen estado de conservación. La mayoría de nuestros socios las tiene en sitios en los que, o las tienes bien cuidadas, o a la primera de cambio lo puedes perder todo. Estamos acostumbrados a estar alerta con ese tema», explica su presidente, Esteban Fernández. En su caso, el problema de seguridad lo tienen más cerca de la costa: en Porto Meloxo. En estos días de mal tiempo la flota mejillonera que suele amarrar ahí ha huido y ha buscado refugio en O Corgo. El resultado es evidente: barcos apiñados y muchos problemas que se resolverán, explica Fernández, cuando se acometa de una vez por todas la tan demandada mejora del puerto bateeiro: más de 70 veces ha sido ese asunto activado desde Amegrove, hasta ahora sin éxito, aunque parece que la Xunta presentará en breve una propuesta que, si bien no recoge la prolongación del espigón que reclama el sector, sí plantea otras medidas. «Habrá que ver qué son y si funcionan», explica Esteban Fernández.
Al margen de los daños que los temporales estén ocasionando en los artefactos, en el sector todo el mundo tiene claro que tras el paso de Herminia e Ivo se comprobará que se han producido algunos desplomes de mejillón. En casos como el de Opmega, explica su presidente, aún queda en las mejilloneras producto listo para salir al mercado, que es precisamente el más propenso a irse al fondo. También en Amegrove reconocen que «aún hay mejillón» en condiciones de ser comercializado. Sin embargo, la situación difiere con la de A Illa de Arousa: «Moito mexillón non queda, a campaña está apunto de terminar», explica el presidente de esta asociación. Y muestra su confianza, igual que el resto e portavoces del sector, en que este haya comenzado la remontada. Así sea.