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La industria verificará si el consumo de pescado ha caído realmente un 30 %

e. a. BAIONA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARCOS MÍGUEZ

Aecoc cree que parte de los kilos perdidos se deben al auge del bandejero

23 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A las empresas de productos pesqueros no les cabe duda de que el consumo de pescados y mariscos ha caído en general y en los hogares en particular en el último decenio. Les basta mirar sus cuentas de resultados para dar fe. Ahora bien, ¿se ha retraído realmente un 30 % como señalan las estadísticas?

Fabricantes y distribuidores, así como otros eslabones de la cadena mar-industria, desconfían de que así sea. Sospechan que esa disminución está sobrevalorada o, cuando menos, mal calculada, porque no tiene en cuenta los nuevos hábitos de consumo, los mismos a los que el Gobierno achaca buena parte de la responsabilidad de ese retroceso en las ventas. Porque, precisamente, al dar respuesta a esa conveniencia que busca el consumidor se pierde peso. Kilos de consumo. ¿Es lo mismo llevarse una merluza entera, de la que no todo se consume, que dos rodajas limpias preparadas para cocinar? ¿O una bolsa de 500 gramos frente a una pieza entera?

Ni siquiera la consultora Circana, que emplea la tecnología más puntera en análisis de gran consumo para cadenas como Tesco, Walmart o Eroski, es capaz de determinarlo, confesó Antonio Khalaf, director general de la empresa en España. No por capacidad, sino porque ni la propia distribución recoge esos datos desagregados. «Hasta que no esté más detallado no se puede aclarar».

Que conviene estandarizar datos para tener una idea clara de cuál ha sido la caída fue una de las conclusiones que se extrajeron del Congreso Aecoc de Productos del Mar que reunió en Baiona a unos 350 directivos de más de centenar y medio de empresas para tomar el pulso a esta categoría —que, por cierto, empieza a recuperarse—. De hecho, ese fue el reto que Angels Segura, responsable de Productos del Mar asumió en nombre de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc): aclarar si es real ese retroceso del 30 % que se aprecia al observar el panel de consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sobre todo, porque ha habido un trasvase del mostrador al lineal de libre servicio, donde están las bandejas con ese pescado limpio y sin espinas que reclama un consumidor que no quiere perder tiempo en la cocina. O que incluso no sepa cómo enfrentarse a una pieza entera. O que no quiere que los despojos se quede en la basura dando olor.

Ahí reside también el éxito del salmón. La razón de esa salmonización, en palabras de Segura, en la que también pesa la fuerte campaña de comunicación y promoción.

La comodidad manda

En un coloquio moderado por la responsable de productos del mar de Aecoc en el que participaron Gorka Azkona, responsable de las pescaderías de Eroski; Erín Valcárcel, gerente de Pescarmar, de Gadisa, y Daniel Lorente, director de compras de productos del mar de La Sirena, el primero ya dio los primeros indicios de que ese porcentaje de caída no sería real. «En los quince años que van desde el 2009 al 2024, las ventas de pescado en lomos o filetes, independientemente de si en bandeja o en el mostrador, se ha incrementado un 80 %». Otro ejemplo se ve en otro producto en auge: el pulpo. Si hace unos años se vendía cocido un 5 %, ahora la proporción está al 50 % entre cocido y crudo. Y eso también explica la caída del volumen, pues cuando se compra ya cocido van solo las patas y si va entero se contabiliza todo, cabeza incluida.

Y visto lo visto, esa será la tendencia. Lo que más demanda el consumidor actual y la que servirá de puerta de entrada a nuevos clientes a la categoría.

Boomers y los de la Generación X se comen el pescado que millenias y zetas rechazan

Comer pescado y marisco parece cuestión de edad. El estudio encargado por la Xunta a la consultora Shopperview ha detectado que a «mayor edad, mayor consumo, tanto de pescado como de marisco». Más que revelado, constatado, dado que es algo que se puede apreciar también en el panel del consumo alimentario que publicar el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Pero el estudio El consumidor y su relación con el consumo de productos del mar, presentado en primicia en el Congreso Aecoc de Productos del Mar de Baiona por Marta Munné, responsable de estudios de la consultora, cataloga por generaciones esa afición al consumo de proteínas marinas. Los boomers, aquellas personas que ahora están entre los 61 y los 70 años, son los más habituados a comer pescado. Así, el 81 % de los consultados lo había consumido en el último mes al menos una vez. Pero les ganan los de la Generación X, esos que han soplado entre 45 y 60 velas. El porcentaje de personas de esa edad que lo había comido en los últimos 30 días era el 82 %.

A los millenials ya no les gusta tanto el pescado o el marisco como a las anteriores generaciones. Y menos si lo encuentran con espinas. Así es que el porcentaje de personas de entre 29 y 44 años que lo han consumido baja hasta el 73 %. Los peores son los zetas. Esos que tienen entre 18 y 28. Uno de cada dos no ha comido pescado en todo el mes. Si no es más. Además, cuando lo ingieren lo hacen en forma de precocinados, como barritas de pescado, croquetas de marisco, platos preparados con marisco, pulpo cocido o similares. También son más aficionados al surimi, al salmón ahumado y elaborados parecidos.

En el restaurante, no en casa

Otra característica de los menores de 44 años, millenials y zetas, es que suelen ponerse delante de un plato de pescado fuera de casa, no en el hogar.

También hay diferencias según el lugar en el que se come el pescado y el marisco. Si se hace en casa se consume atún, merluza o salmón, principalmente. En el restaurante se pide bacalao, lubina, rape y rodaballo. Si se trata de marisco, a la cabeza de las comandas está el pulpo o la sepia. Para casa quedan los mejillones. Y si se habla de preparaciones los fritos y rebozados se prefieren fuera, igual que los carpaccios y ceviches.

La sombra del FROM es alargada

Alo largo de toda esta crisis de consumo de pescado, raro era el foro, congreso, seminario o conferencia en la que no saliera a relucir la falta que hacía un FROM, aquel Fondo de Regulación y Ordenación de Mercados que el Gobierno del 2012 suprimió de la estructura del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Las llamadas a su recuperación fueron casi tan insistentes como las voces pidieron que se retirara el IVA a los productos de esa categoría. Ambas, en vano.

Y lo cierto es que todavía hoy se aprecia «la larga sombra del FROM», según hizo ver Javier Ojeda, gerente de Apromar, la patronal de la piscicultura española, en su ponencia sobre el presente y futuro de la acuicultura.

Ocurre que, dispuesta como está a hacer una campaña de promoción al más puro estilo noruego, la patronal encargó a la consultora GfK un estudio de mercado para tener un diagnóstico de la situación y abordar la campaña. Detectó que crecía la preferencia por el pescado de acuicultura de origen español y que un 96 % está dispuesto a pagar más por esa proximidad. Ahora bien, cuando se planteó a los encuestados si conocían alguna marca o sellos que garantice el origen, a la mayoría (un 77 %) no se le ocurría ninguna; un 23 % sí citaba alguna, como Pescado de España y «Pezqueñines, no gracias», antológico lema de una de aquellas campañas de promoción que lanzaba el FROM, en este caso dedicada a sensibilizar a la población de la importancia de no consumir pescado inmaturo.

Al menos la consultora detectó que el sello que usa la acuicultura española «va madurando», dijo Ojeda. Ese origen vende frescura, calidad y sabor y, además, es importante porque genera «empleo y desarrollo económico».

Ojeda recordó el reciente hito que fue el sorpasso de la acuicultura a la pesca por volumen de producción y resaltó que no se trata de una competición entre pesca y acuicultura. Simplemente «son diferentes» y ambas necesarias para atender a fabricantes, distribuidores y consumidores. Si bien se trata de un sector maduro, con una producción de 80.000 toneladas al año y un negocio de 605 millones de euros, tiene retos por delante, como la esclerosis administrativa, que retrasa la puesta en marcha de negocios, la vulnerabilidad al cambio climático y optimizar la alimentación de las especies. Y echan de menos una apuesta de la UE por la piscicultura, empeñada como está en cultivar algas, carallos de mar y otras especies de bajo nivel en la cadena trófica para restaurar la naturaleza y mitigar el cambio climático. «Falta otra parte de la foto que es la realidad del mercado», señala Ojeda, que recuerda la «necesidad de mejorar la competividad de las empresas para generar empleo y garantizar la soberanía alimentaria.