
Los bidones con carga radiactiva depositados en la llamada Fosa Atlántica, también conocida como Fosa de Hércules, están rodeados de incertidumbre tanto en cuanto a su contenido como incluso a su exacta ubicación. Téngase en cuenta que el veraz posicionamiento por GPS no comenzó a aplicarse con fines civiles hasta la década de los ochenta. Y lo que realmente importaba era que los bidones con residuos, se depositasen en profundidades abisales a partir de 3.800 o 4.000 metros de profundidad, lo más alejados posible de los países productores de tales residuos. Era la mentalidad de la época hasta que sucedió lo del Prestige: Tal como Álvarez Cascos y sus asesores pensaban, alejar las cosas malas era mejor que controlarlas.
¿Y por qué mencionamos el Prestige? Porque el tristemente famoso petrolero, se hundió a «casi 4.000 metros de profundidad» y, curiosamente, relativamente cerca (más de 200 kilómetros) de los bidones con residuos radiactivos depositados por Bélgica, Francia, Alemania, el Reino Unido y Holanda, en cargueros holandeses, 4en el año 1967, bajo el criterio de que se arrojasen en profundidades abisales, sin que existiese una localización con coordinadas precisas.
Como relata Pablo González en La Voz de Galicia, por boca del geólogo Javier Escartín, «no podemos descartar de que haya restos con radiactividad alta». Entonces, podríamos preguntarnos: ¿qué pasaría si en el lugar en donde se precipitaron los restos del petrolero (42º 15' N y 12º 08' W, según coordenadas en superficie en el momento de la rotura del casco), hubiese alguno de tales bidones con carga radiactiva? Para darnos cuenta de la superficie que abarcan los restos del petrolero, piénsese que, entre el lugar en que tocaron fondo la proa y la popa del Prestige, hay una separación de tres kilómetros y medio. Y si a esto le añadimos la inexactitud de las coordenadas en las que se depositaron los vertidos de 1967 y el ocultismo de la época, no sería descartable que también hubiera bidones con carga radiactiva en las inmediaciones en que yacen los restos del Prestige.
Por lo demás, es digno de elogio ver cómo Francia (que también es responsable de vertidos entre 1967 y 1969) se preocupa de conocer el estado de los bidones. Aunque, para los gallegos, sería de agradecer que, además de analizar los residuos depositados al oeste de Brest, también lo hicieran en los hundidos por ellos en 1967, en la Fosa Atlántica al oeste de Cabo Vilán, dada la proximidad a nuestras costas y al lugar del naufragio del Prestige. Nos sentiríamos un poco más tranquilos ¿o no?