Los goles de Merino y Çolak, así como las paradas de Giménez dan el tercer triunfo liguero seguido

Pedro Barreiros
Redactor

El Deportivo ve la luz de la permanencia tras su tercera victoria liguera consecutiva. En inferioridad numérica más de media hora, doblegó de forma sufrida a un Racing de Santander al que traspasó la condición de colista. Esta vez los héroes del equipo coruñés fueron precisamente los últimos en llegar. Los goles de Sabin Merino y Çolak permiten volver a respirar a los locales, que hasta jugarán en dos días contra el líder Cádiz con la ilusión de salir de las últimas posiciones. Este Dépor está vivo.

El equipo y Riazor demostraron su hambre de fútbol en una primera parte tan movida como una montaña rusa. Arrancó con tres jugadas de estrategia en las que los coruñeses pudieron marcar las tres. Luca Zidane salvó en la primera el misil de Aketxe pegado al palo, Koné no acertó más que a peinar en la segunda, una falta botada al corazón del área, y, en un córner botado de nuevo por el diez, el marfileño le quitó a Bóveda, que venía lanzado, el remate franco. La estrategia hacía brillar a un equipo abollado por la nefasta primera vuelta, que a la luz de Vázquez parecía nuevo.

Solo iban ocho minutos, pero el que marcó fue el Racing. Cejudo cazó un balón en la frontal y se sacó un misil que se coló pegado al palo. En la jugada hubo errores en la salida del balón, que permitió recuperar al rival, mucha permisividad para dejar tocar a los cántabros muy cerca del área y, finalmente, la lenta reacción de Dani Giménez a un disparo más colocado que fuerte.

El Dépor se convirtió entonces en un manojo de nervios que bien pudo encajar alguno más. Las ganas de balón le salvaron. Vázquez, que puso a calentar a Çolak y Vicente Gómez, dio entrada al turco, pero el que marcó fue el otro refuerzo invernal. A la media hora, Aketxe, omnipresente, puso el córner y Sabin Merino cabeceó desde el primer palo al fondo de la red.

La segunda parte se abrió con otra falta directa del diez vasco que acabó salvando un defensa bajo palos. El 2-1, de Çolak, merece comentario aparte. La jugada, de monumento, le dejó a las puertas de la frontal, donde buscó hueco y se sacó un zapatazo pegado al palo. Lo peor fue la celebración. Amonestado en un rifirrafe poco antes con Yoda, el turco corrió feliz a abrazarse con los aficionados y el árbitro le mostró la segunda amarilla.

La iniciativa correspondió a partir de entonces al equipo de Cristóbal, que achuchó con más disparos lejanos que otra cosa. Bergantiños ayudó a Peru a parapetar el mediocampo, con Gaku a la izquierda. Sabin Merino pudo sentenciar a la contra, pero fundido apenas atinó a chutar blando desde la frontal. Dani Giménez tomó entonces a su equipo a hombros y salvó un triunfo de héroes.