Los guacamayos que surcan a diario la ría de Vigo: Plumas, Charlie y Chico

Monica Torres
mónica torres VIGO / LA VOZ

VIGO

M.Moralejo

«Son estas aves las que nos cuidan a nosotros», aseguran sus cuidadores

10 abr 2025 . Actualizado a las 01:52 h.

Plumas, Charlie y Chico, tres guacamayos criados en cautividad pero que vuelan libremente cada día sobre la ría de Vigo, han cambiado la vida de sus cuidadores. Sus humanos, afectados por diversas enfermedades, los consideran parte de su familia y un apoyo terapéutico insustituible. «Son los pájaros los que nos cuidan a nosotros», afirma Nicanor Nieto, natural de la parroquia de Cedeira, en Redondela.

Cada día, salvo que el clima lo impida o alguna obligación los retenga, Nicanor y Carlos se reúnen para ver volar a sus compañeros alados. Desde la ermita de A Peneda hasta Chandebrito, Domaio o la playa de Cesantes, buscan siempre un punto alto para liberarlos y compartir juntos ese instante de evasión y libertad. Es un ritual inquebrantable, un momento sagrado que les permite despejar la mente y ver la vida con una perspectiva más esperanzadora.

«El mejor momento del día son esas tres o cuatro horas de vuelo libre porque también nosotros recargamos energías. Es la mejor terapia posible», confirman estos amantes de las aves que han creado son sus aves ese vínculo especial «que nos cambió la vida».
«El mejor momento del día son esas tres o cuatro horas de vuelo libre porque también nosotros recargamos energías. Es la mejor terapia posible», confirman estos amantes de las aves que han creado son sus aves ese vínculo especial «que nos cambió la vida». M.MORALEJO

Desde que fueron alimentados con jeringuilla por sus cuidadores, estos guacamayos han crecido con un fuerte vínculo hacia ellos. «Con un ave puedes generar una conexión tan estrecha como con un perro o un gato», afirman con certeza. Su relación es inquebrantable.

Carlos Cabaleiro, de 65 años, ha trabajado toda su vida en oficios de gran desgaste físico. Con el tiempo, los problemas óseos, la hipertensión, la diabetes y la depresión lo fueron apagando. «Llegó un momento en el que mi cuerpo y mi cabeza dijeron basta», recuerda. Justo entonces, Plumas llegó a su vida. Un guacamayo papillero nacido en la casa del criador Javier Penedo, al que crio con jeringuilla desde sus primeros días. «Fue un regalo de mi amigo Antonio que me devolvió las ganas de vivir. Plumas me ha dado alas para enfrentar la depresión y me ha ayudado a salir adelante».

M.MORALEJO

Desde ese día, Carlos y Plumas han sido inseparables. «Gracias a Plumas me levanto cada día ilusionado, es mi mejor terapia, me obliga a cuidarlo y cuidarme». Comparten cada jornada, y cuando el clima no permite el vuelo en exterior, los guacamayos recorren la casa o incluso el barrio, donde ya son una presencia conocida y querida. «Plumas vuela por los dos», confiesa Carlos.

Nicanor, de 40 años, también vio su vida transformada por estos seres extraordinarios. Siempre activo, deportista y trabajador incansable, una enfermedad lo obligó a frenar en seco. Entonces apareció Chico, un Ara ararauna azul y amarillo, también procedente de Gondomar. Dos años después llegó Charlie, otro Ara chloroptera. «Tengo dolores diarios, pero ellos nos obligan a salir de casa, a evadirnos y despejar», explica. El vínculo que han forjado con sus guacamayos es tan profundo y especial que se llama «impronta». «Es casi como un apego de pareja; ninguna otra persona puede mantener ese trato con mis pájaros porque es una relación única», explica Nicanor. En su hogar, Charlie y Chico disfrutan de una amplia voladera de más de cuatro metros, con juguetes, una alimentación cuidada y controles veterinarios regulares. «Nadie puede decir que están mal cuidados cuando vienen a volar tres o cuatro horas al día», recalca. Su bienestar es una prioridad absoluta, porque son parte de la familia.

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Lejos de la idea de animales enjaulados, estos guacamayos desafían los prejuicios sobre reproducción controlada. «Amamos a los animales y la cría en cautiverio es conservar; gracias a los criadores se pueden reproducir y reintroducir especies en extinción, como ya se está haciendo».